Natalia Millán recoge el testigo de Lola Herrera y estrena como Carmen Sotilllo 'Cinco horas con Mario', convertida en un clásico contemporáneo .
Carmen Sotillo acompaña al imaginario colectivo de varias generaciones de españoles. Por un lado a través de las páginas de Cinco horas con Mario, uno de los textos cuya lectura se sigue recomendando desde hace décadas en la segunda enseñanza.
Por otro, mediante las imágenes del montaje que adaptaron para el teatro el propio autor, Miguel Delibes, el productor José Samano y la directora Josefina Molina.
Pero sobre todo a través de su protagonista, la actriz Lola Herrera, que hace más de 30 años tuvo uno de los grandes éxitos de la historia del teatro español contemporáneo interpretando a esa suerte de heroína castellana que, a través de un soliloquio durante el velatorio de su marido, pone de manifiesto frustraciones, fantasías, sueños, represiones y deseos. No solo los de una mujer, sino los de una generación de mujeres asfixiada por la sociedad timorata de la época franquista. Un mundo mucho más parecido al de hoy de lo que se pueda suponer.
El autor antes de su muerte acordó con el productor retomar el montaje
Herrera representó Cinco horas con Mario durante diez años de manera ininterrumpida. En el año 2001 retomó el montaje aportando a Carmen Sotillo lo mismo que el paso del tiempo le había dado a ella: serenidad y sabiduría. Las mismas que utiliza ahora para alejarse del personaje.
Muchas personas, algunas que habían visto el montaje y otras que no, recomendaron a Delibes y a Sámano que lo repusieran. Cinco horas con Mario se ha convertido en un clásico contemporáneo y Carmen Sotillo en uno de los personajes fetiche del teatro español.
A lo largo del año 2009, Delibes y el productor recogieron la idea. Recuerda Sámamo que el escritor estaba muy ilusionado y pedía que se eligiera a la actriz "con máximo cuidado". Sugirió que "no fuera una artista de relumbrón" y que, a poder ser, "fuera lo más mona posible". Sámano está seguro de haber cumplido con los deseos de Delibes.
La actriz Natalia Millán, con una edad cercana a los 44 años del personaje, ha tenido suficiente valor, suerte, atrevimiento e inteligencia para convertirse en la heroína de Delibes del siglo XXI. Josefina Molina ha contado con la misma adaptación, un decorado en el que Rafael Palmero ha introducido cambios, iluminación de Paco Leal y nuevos intérpretes, ya que Víctor Elías hace el difícil y corto papel de hijo. "En realidad es la voz de Delibes", señala Millán. De su antecesora dice: "Este personaje es de ella. Me siento un poquito usurpadora, pero me hace mucha ilusión".
Lola Herrera pretende permanecer en la más absoluta sombra, aunque a veces no lo consigue: "Quiero dejar el sitio a la persona que ahora se enfrenta a Carmen Sotillo y alejarme lo más posible. He hecho lo que tenía que hacer y solo quiero respetar a Natalia, a la que ya he pasado el testigo y con la que estoy encantada porque es una maravilla, una persona a la que quiero, a la que respeto muchísimo y una magnífica actriz", comenta Herrera. "La obra es un gran documento trasladable a épocas actuales y venideras..., parte de situaciones que puede que hayan cambiado los nombres, pero los porqués son los mismos. Aún hay un elevado número de cármenes, solo que ahora hablamos de cirugías estéticas, yates, grandes viajes y otras cosas, pero sigue funcionando igual".
Natalia Millán, lectora de Delibes desde jovencita, no para de lamentarse por no haber llegado a tiempo de hablar con él. "Por unas semanas. Pero que su familia me dijera que le habría gustado, ya me hizo muy feliz", señala la actriz. Millán vio a Herrera cuando retomó el montaje en 2001, pero ni se le pasó por la cabeza que iba a hacer ese papel algún día.
"Sé que las comparaciones están ahí, no quiero evitarlas, ni negarlas, pero no me paralizan, son nombres que van a estar unidos siempre y la sombra de Lola es muy buena sombra", asegura la actriz, que en su carrera ha saltado de clásicos españoles con Marsillach a Shakespeare y a musicales como Cabaret y Chicago. "En los actores americanos esto es normal y aquí lo será porque la gente cada vez se prepara mejor".
A Natalia Millám le ha costado especialmente meterse en la cabeza de Carmen Sotillo porque no se parecen en la forma de pensar. "Pero como mujer, quién no ha sufrido perdidas, frustraciones, quién no ha deseado ser infiel, o ha tenido sentimiento de culpa, no pensamos igual, pero sentimos como todas las mujeres", reflexiona.
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