El Papa critica la enseñanza de valores "presuntamente neutrales" y la violencia contra los cristianos de Oriente Medio en un discurso ante el cuerpo diplomático .
MIGUEL MORA
Benedicto XVI ha definido hoy como una "manifestación de la marginación de la religión y, en particular, del cristianismo" el hecho de "suprimir de la vida pública fiestas y símbolos religiosos en nombre del respeto de aquellos que pertenecen a otras religiones y de los que no creen" en Dios.
Hablando ante los representantes del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, Joseph Ratzinger ha afirmado que, al actuar así, los Estados no solo limitan "el derecho de los creyentes a la expresión pública de su fe", sino que también cortan "las raíces culturales que alimentan la identidad profunda y la cohesión social de numerosas naciones".
El Papa ha atacado frontalmente a la educación laica, ha subrayado que no puede guardar silencio ante "otra amenaza a la libertad religiosa de las familias en algunos países europeos", en los que "se impone la participación en cursos de educación sexual o cívica que transmiten concepciones de la persona y la vida presuntamente neutras, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la recta razón". La frase ha parecido una referencia implícita a la asignatura de Educación para la Ciudadanía aprobada por el Gobierno socialista español.
Para Benedicto XVI es "preocupante" también que "el servicio que las comunidades religiosas ofrecen a toda la sociedad, en particular para las jóvenes generaciones, sea comprometido u obstaculizado por proyectos de ley que amenazan con crear una suerte de monopolio estatal en materia escolástica, como se constata por ejemplo en algunos países de América Latina".
En su discurso el Papa ha pedido también que los Estados garanticen a las comunidades religiosas que puedan "trabajar libremente en la sociedad, con iniciativas en los sectores sociales, caritativos o educativos". "Exhorto a todos los Gobiernos", ha dicho Benedicto XVI, "a promover sistemas educativos que respeten el derecho primordial de las familias a decidir acerca de la educación de sus hijos y que se inspiren en el principio de subsidiaridad, fundamental para organizar una sociedad justa".
Sobre la libertad religiosa en los países musulmanes, Ratzinger ha recordado el atentado que "golpeó brutalmente" la noche de fin de año a la Iglesia copta de Alejandría (Egipto), ha constatado "la sucesión de ataques" contra las minorías cristianas y ha pedido a las autoridades políticas y a los líderes religiosos islámicos que "trabajen para que sus conciudadanos cristianos puedan vivir con seguridad", señalando la "urgente necesidad de adoptar, pese a las dificultades y amenazas, medidas eficaces para proteger a las minorías religiosas".
Citando países concretos, el Papa se ha referido a Irak y, especialmente, a Pakistán, y ha solicitado al Gobierno la abolición de la ley contra la blasfemia, ya que "es evidente", ha dicho, "que sirve como pretexto para provocar injusticias y violencia contra las minorías religiosas". Según Benedicto XVI, "el trágico asesinato del gobernador de Punjab" demuestra la urgencia de esa abolición.
Hablando sin rodeos, el Papa ha afirmado que la violencia encuentra su caldo de cultivo en la discriminación social y política en muchos países donde el Islam es mayoritario: "La libertad religiosa no se aplica plenamente cuando se garantiza solamente la libertad de culto y además con limitaciones", ha señalado. "Animo, además, a acompañar la plena tutela de la libertad religiosa con programas que, desde la escuela primaria y en el cuadro de la enseñanza religiosa, eduquen en el respeto de todos los hermanos de la Humanidad".
Finalmente, ha citado a los Estados de la Península Arábiga, "donde viven numerosos inmigrantes cristianos", y ha pedido que faciliten a la Iglesia católica "adecuadas estructuras pastorales".
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