Consumiendo mi voz como el viento hace dentro de la niebla.
Oscuridad aspirando más oscuridad.
Como el frío tuyo que abre los brazos al frío de afuera.
Los brazos inertes, abandonados.
Así uno desciende por su interior en medio de una espiral de hielo.
Hacia dentro, finalmente.
Finalmente sin sentir nada, felizmente.
La noche ha pasado a las entrañas, como el viento se ha perdido en la niebla, y sigue siendo viento.
Y tú sigues, aunque estés todo callado y muerto.
Ni sol negro ni sol blanco, sol ajeno.
Tiritando en la boca del cielo.
Publicado por José Carlos Cataño
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