Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

16 ene 2011

Cien años de Hollywood

Si 1895 fue el año de la creación del cine como soporte, y los años siguientes el nuevo invento empezó a ser utilizado como arte por Méliès, Porter y otros, fue en 1911 cuando surgió por primera vez lo que hoy conocemos como un estudio de cine, aunque antes se habían hecho otros intentos que incluso funcionaron. Aquella compañía sería la que acabaría llamándose Paramount Pictures, y este hecho tuvo lugar en la colina de Hollywood, un municipio cercano a la ciudad de Los Ángeles en la bien soleada California, asunto este de gran importancia puesto se usaba mucho la luz natural para las filmaciones.




No podemos dejar atrás los primeros pasos del cine en Europa, sobre todo en Italia, Francia y España. Sí, España fue entonces pionera de una industria que no fue entendida, como ocurre casi siempre aquí, y quedó descolgada hasta muchos años después. Y es en 1911 cuando el teórico del cine italiano, Riccioto Canudo, publicó el Manifiesto de las Siete Artes, que es de ahí de dónde le viene al cine el apellido de séptimo arte, y en él pedía que los empresarios del cine asumieran un mayor compromiso artístico con lo que hacían, para ir más allá de la industria y el comercio.



Luego habría estudios importantes en Europa, sobre todo en Berlín y Roma, e incluso Madrid tuvo su momento universal de gloria cuando se rodaron en España grandes superproducciones que aprovecharon los Estudios de Samuel Bronston (El Cid, 55 días en Pekín, Doctor Zhivago...) Pero lo que ha permanecido sin interrupciones es aquel Hollywood que fue acogiendo luego a las demás productoras, que llegaban buscando luz y huyendo de las medidas draconianas que les imponía Edisson por utilizar un invento que él había patentado en los estados del Este.



Como en la época de los pioneros y de los buscadores de oro, Hollywood se fue llenando de técnicos y artistas que hicieron de aquel aledaño de Los Ángeles su nueva casa, procedentes de todos los Estados Unidos y de fuera, pues antes se habían creado productoras en Nueva York, Chicago o Boston, que emigraron a California, y con ellas nombres sublimes del cine, desde Griffith y Buster Keaton a Mary Pichford y Charles Chaplin. En pocos años, el cine se convirtió en una industria que dio prosperidad a todo el sur californiano, que pasó en menos de dos décadas de ser el salvaje Oeste a fabricar sueños.



Los años veinte fueron gloriosos, y parecía que el cine iba a ser un arte definitivamente sin voz, lo cual no impidió que se hicieran magistrales películas y se creara un star system casi más distante que el que hoy existe: Rodolfo Valentino, Gloria Swanson, la mencionada Mary Pichford, el patriarca de los Barrymore, Ramón Novarro, Greta Garbo, y por supuesto los grandes del cine cómico (Lloyd, Chaplin, Keaton...) Parecía que aquello iba a ser eterno en la misma situación, pero llegó el sonoro y la mayor parte de los actores y actrices, que usaban el gesto exagerado para comunicar en la pantalla, desaparecieron, salvo algunas excepciones como Greta Garbo, que enlazó el estrellado del mudo con la gloria del sonoro.



Los años treinta también fueron dorados, aunque en realidad Hollywood no ha dejado nunca de ser una gran fábrica de sueños y estrellas, porque cuando se eclipsaba la Garbo surgía Rita Hayworth y luego Marylin y Audrey Hepburn; cuando se fueron Gary Cooper, Gable o Bogart, llegaron Brando, Newman y más tarde Jane Fonda, Al Pacino y tantos otros nombres que nos han mirado desde la pantalla en distintos momentos de nuestras vidas. En aquel Hollywood eterno en el que se sucedían los reinados, sólo Katarine Hepburn estuvo siempre, desde el cine mudo hasta casi ayer.



Hoy Hollywood sigue estando en Los Ángeles, pero no en el lugar de su fundación, porque los grandes estudios se han ido a las afueras de lo que ya es una macrourbe, pero allí sigue como símbolo Sunset Boulevard, y la fábrica de sueños que no acaba, porque esta ciudad también se ha convertido en la Meca de las grandes productoras de ficción para la televisión, que desde hace unos años acaso acumule más talento que en el cine, metido a vender avances tecnológicos y producciones para adolescentes en su mayor parte.



Muchos afirman que el final de Hollywood está cerca, pero yo no lo creo. Si no se hundió cuando surgió el sonoro (que fue todo un desafío), ni cuando la televisión se hizo de uso cotidiano, ni al cambiar el sistema de estudios en la década de 1950, es poco probable que se hunda ahora. Dicen que el capital está en manos extranjeras; es posible, pero Hollywood fue siempre lugar de foráneos que se aclimataron e hicieron grande y eterno el cine americano: Minelli, Kazan, Cary Grant, Wilder, Lang, Curtiz, Chaplin otra vez... Hay otras cinematografías, pero ninguna ha marcado el siglo XX como la de Hollywood. Y ya han pasado 100 años.
 Veremos qué pasa en el XXI.

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(Este trabajo fue publicado el pasado miércoles en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7)
Yo amo al cine, a mi me abrió un mundo desconocido y de fatasía quería ser actriz, queria más tarde ser directora pero me quedé de observadora, de público, de sala de apagar las luces y meterme en la historia que me cuentan, no sé por qué, siendo pequeña me dejaban entrar a la de mayores con mi abuela o mis padres y me encantaban, vi a los hermanos Marx que las risas de mi madre no nos dejaba oir, hasta no hace tanto ibamos las dos, porque mi padre ya no le apetecía. A mi madre, no sé por qué le gustaban las de Jorge Negrete al que cojí tremenda manía y a su acento, andale pues, Cantiflas si me hacía reir hasta ya mayor, con mi abuela vi la Violetera, el último Cuplé, las de Lana Turner, pesadisimas para mi, las de Sofia Lóren hasta que el portero una tarde no me dejó entrar ,ya tenía 14 años y podía pecar.


Las monjas ponían películas intendibles entre que las cortaban, ponian carton para escenas de besos, no me enteraba de nada, un dia pusieron una terrible, sin mutilar, porque no era de amor era de un asesino, El Ahorcado de Mont. Clif, creo, terrible en un mes no dormí, luego ya fueron otros tiempos llenos de gays de 4 horas, la túnica sagrada de Victor Mature con una capa roja como del Kilo, Ben-Hur, El Cid que no sé que tenía para ponerla en Semana Santa, cuando afortunadamente hubo cine, aunque fueran de romanos, disfruté con Tu a Boston y yo a California, 7 novias para 7 hermanos, me ponía contenta, era todo un lujo en un circuito, Cine Capitol, cine Royal, y más tarde cine Rex con Molokai y sus Leprosos. que pena de cines que nos quitaron, Mas Tarde al Triana alli vi ¿Dónde vas Alfonso XII? y todas las de la 2ª Guerra mundial con Glen Ford, películas que estaban siempre arriba pericospio, carga ,unas veces en los barcos de Guerra y otras en submarinos, luego ya los cañones de Navarone y el Puente sobre el rio Kway, silvando voy voy, .....
B S O El puente sobre el río kwai




http://www.youtube.com/watch?v=QoJtqF7zhy8

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