Pareciera que me quedé entre la niebla del Véneto...
No sólo hacen falta las ganas de escribir, sino de hacerlo virtualmente ante cualquier mirada. Y así se ha creado una tendencia a la invisibilidad, sobre todo a medida que, como había previsto, he comenzado a borrar las anotaciones de este diario virtual.
De modo que pasando a limpio lo escrito, y rescribiéndolo en intimidad, no he tenido ninguna necesidad imperiosa de contar para otros y para mí mismo lo que sucedía, estando más pendiente de los rumbos que tomaba el conjunto de mis diarios, y de volver a reconocerme en ellos.
Además, ¿para qué volver a escribir sobre la curva final del año y de la animación en las calles?
A lo mejor sigo en Trieste, en mi Trieste, sin localización y sin focalización temporal precisas.
Ocurre esto, que uno se queda atrás casi sin advertirlo, mientras de forma inevitable continúa adelante. Pero es otro, otra voz o conciencia quien vuelve a subir al Castello de Gorizia, y se demora contemplando las piedras musgosas, la aburrida humanidad, las colinas al otro lado de la frontera.
Publicado por José Carlos Cataño
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