¿Se trasciende la sensación de acabamiento o se queda uno en ella ahondándola, reiterándola hasta el cansancio? ¿Le reservamos un espacio en nuestra privacidad pública o bien ejecutamos el doble, triple salto que calla el acabamiento, dejando de contar cómo estas manos se van cubriendo de manchas?
Voy indagando e ignorando, según la fórmula de Montaigne, que es como decíamos nosotros en los principios: desvelando y velando el pensamiento, escribiéndose y borrándose lo que pensamos.
Yo, mi único espectador, ¿sigues ahí o ya te has ido por completo a la ficción de los orígenes?
Sigo aquí, a tu lado, como sombra inalterable por inaprensible, y continuaré avanzándome sobre las olas y las colinas mientras tú habrás desaparecido en lo que llaman el valle oscuro, cuyas laderas son nada.
Y qué habrá sido pues este empeño. Esta estela desaparecida.
Publicado por José Carlos Cataño
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