El especialista Ansón Navarro atribuye al pincel del maestro una Piedad de 1774, propiedad de unos coleccionistas privados - El debate está servido entre los expertos
En el apasionado mundo de las atribuciones de los grandes maestros, por el que se camina con pies de plomo y en el que el prestigio académico es la moneda de apuesta, Goya es un género en sí mismo.
Acaso no haya pintor que genere mayor pasión revoltosa que el genio sombrío del aragonés.
Con las ascuas aún encendidas de la querella sobre El Coloso, que dejó de considerarse de su autoría para figurar en la de Asensio Juliá en 2008, los expertos en el creador de Los fusilamientos del 3 de mayo despiden el año con un nuevo tema de debate.
El reputado especialista Arturo Ansón Navarro cree haber dado con un nuevo goya: una Piedad, pintada hacia 1774, una obra por tanto de juventud (calcula el profesor que terminada a los 28 años) que puede sorprender a los profanos, pero en la que reside todo lo que acabaría por definir al maestro.
"No tengo dudas, llevo más de 30 años estudiando pintura del XVIII"
Manuela Mena, conservadora de El Prado prefiere no pronunciarse
La revista especializada Ars, que dio a conocer al mundo el pasado verano el ya célebre velázquez de Yale (La educación de la virgen), publica esta semana (la misma en la que aún se habla de la atribución de otro velázquez, un Felipe IV, que descansaba anónimo en el Metropolitan) un estudio sobre esta delicada Piedad, propiedad de unos coleccionistas catalanes. Hasta ahora había sido atribuido al también pintor zaragozano Francisco Bayeu. El óleo, de 83,5 por 58 centímetros, se encuentra en perfecto estado de conservación y fue adquirido por sus actuales propietarios en 2008.
Entre los expertos, como en las citas a ciegas, la prudencia marca las primeras reacciones a la espera de conocer mejor el cuadro. Ismael Gutiérrez Pastor, profesor de la Autónoma, ya lo ha visitado. Y no alberga ninguna duda sobre la autoría de Goya. Desde el Prado, Manuela Mena, conservadora jefe del XVIII, conocida por su valiente desatribución de El Coloso, que algunos juzgaron temeraria, prefiere no pronunciarse. Otro especialista, que desea quedar en el anonimato, resta importancia al descubrimiento porque, en el mejor de los casos, sería una obra de cuando "Goya aún no era Goya".
Como suele ocurrir con estos casos, el hallazgo se produjo casi por casualidad. El profesor Ansón Navarro explica que su primer contacto con la obra fue en junio de 2008. "Recién adquirida a los herederos de un coleccionista zaragozano, y creyendo que era una pintura de Francisco Bayeu, me la enseñó el nuevo propietario para que le confirmase si efectivamente se podía considerar obra de Bayeu. De inmediato me di cuenta de que aquello no era de Bayeu, sino que estábamos ante un sorprendente goya de la época zaragozana, vinculado a las pinturas de la iglesia de la cartuja de Aula Dei, junto a Zaragoza". "Miraba detenidamente detalles de la pintura", continúa el experto, "de una belleza que me dejó absolutamente impactado.
Contemplaba el emotivo rostro de la Virgen, que inmediatamente relacioné con el de la posterior figura de La Caridad, en una de las pechinas de la cúpula Regina Martyrum de El Pilar; la delicadeza del colorido del manto y de la túnica de la Virgen, tomado de la paleta de Mengs y de Bayeu; o el impresionante y simplificado paisaje de anochecer, casi precubista; el lienzo original por detrás.
La pintura estaba algo sucia, con el barniz enranciado, pero sin tocar, perfecta, como había salido de las manos de Goya.
No podía creerme lo que estaban viendo mis ojos. Me pareció una obra maravillosa. Al cabo de unos cinco minutos de silencio, que se les debieron de hacer interminables a las dos personas que habían traído la pintura, la que había adquirido el cuadro me preguntó, toda desconcertada, ¿es que no es de Bayeu? Le contesté de inmediato: 'No, no es de Bayeu, es de Goya".
La peripecia del cuadro está perfectamente documentada. Ansón Navarro cree que siempre estuvo en Zaragoza. "Goya pintaría esta obra devocional para un particular zaragozano. Sabemos que a medidos del siglo XX pertenecía a un canónigo del Cabildo de Zaragoza, y que fue comprado por un importante coleccionista zaragozano, que tenía desde obras de artesanía popular hasta pinturas y grabados. Al fallecer hace pocos años este señor, sus herederas se repartieron su gran colección, y una de esas herederas fue quien en 2008 vendió el cuadro al actual propietario, que es de Barcelona".
En un terreno tan resbaladizo como este, al profesor Ansón Navarro no le tiemblan las opiniones: "No tengo dudas con esta Piedad. Llevo más de 30 años en la investigación sobre la pintura aragonesa y española del siglo XVIII. Dediqué mi tesis doctoral al pintor José Luzán, primer maestro de Goya. Después he sido comisario de dos exposiciones monográficas, con catálogos de referencia, dedicadas a Francisco Bayeu, cuñado y segundo maestro de Goya, y en estos momentos estoy terminando de redactar un libro monográfico sobre los Bayeu".
Respecto a las reticencias que su descubrimiento pueda suscitar, el profesor Ansón opina que "hay que seguir estudiando la obra de Goya, con rigor, sin sensacionalismos. Hace unos años hubo un intento de sacar adelante un proyecto de catalogación de la obra pictórica y gráfica de Goya por parte de un equipo en el que estábamos varios investigadores españoles y extranjeros, algo semejante a lo que se hizo con el catálogo de Rembrandt, pero fracasó por diversos motivos. Pienso que sigue siendo necesaria la colaboración entre varios investigadores y un buen equipo de restauradores y técnicos de diversas disciplinas. Cuanto mejor investiguemos, mejores resultados obtendremos, y la obra de Goya saldrá beneficiada".
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