El rudo anglicismo es bookcrossing, aunque muchos en España lo llaman liberar libros o pasalibros. En castellano o en inglés, el concepto es el mismo: dejar un libro en cualquier rincón de la ciudad para que alguien pueda leerlo y, cuando acabe, vuelva a ponerlo en circulación. Y así indefinidamente, hasta que el libro aguante. La práctica nació en Estados Unidos en 2001 y se ha extendido poco a poco por todo el mundo. El Ayuntamiento de Madrid se ha unido ahora con una propuesta de calado: liberar 30.000 libros por la ciudad.
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Treinta furgonetas encargadas de repartir los libros por la ciudad durante todo el día, partieron ayer a las 12.00, desde la plaza de Oriente. En cualquier lugar se pueden encontrar los volúmenes: fuentes, parques, un banco del metro, la marquesina de un autobús... La gracia no está solo en tener la suerte de encontrar uno y llevárselo a casa. El objetivo es que, una vez leído, vuelva a ser dejado en cualquier parte para que otros puedan disfrutarlo.
La iniciativa cuenta, además, con un lado solidario. Por cada libro encontrado que se registre por parte de dos ciudadanos (esto es, que tendrá que ser liberado dos veces) en la página web www.lamayorliberaciondelibros.es antes del 24 de abril de 2011 una marca de cervezas donará tres euros para un programa municipal de inserción sociolaboral para jóvenes en riesgo de exclusión social. Y no es necesario que sea uno de los 30.000 volúmenes liberados por el Ayuntamiento. Cualquiera puede aportar su grano de arena sacando a la calle un libro de su biblioteca, al que tendrá que adjuntar una pegatina que se puede descargar en la página arriba indicada.
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