El polvo del camino irá difuminando mi recuerdo
y el fuego del hogar, otrora llama viva,
tímido rescoldo será de mi presencia.
Fluirá entonces el tiempo en rápido torrente,
que arrastrará imparable el eco de mi sombra,
la luz del día te traerá tonos de olvido
y por las rocas, juguetona, saltará la tarde.
Mas, en la noche, el silencio será mudo testigo
del vacío de mi hueco sobre el lecho.
Eternamente descarado,
el deseo incendiará tu memoria,
arderás sin paz en el volcán de los recuerdos
y tu piel,
apremiada por el acoso vehemente de tus dedos,
evocará las dulces caricias de mis manos,
mas sólo la almohada apagará tu gemido solitario.
Después, llegará salvadora la mañana,
que tenderá puentes entre tus abismos de nostalgia
y tras las nubes traerá el Sol hasta tu ventana.
Dorarás hábilmente de trigo tus ojeras
sembrarás los pómulos de suaves amapolas
y volverás sonriente a este lado del espejo.
Mas, de nuevo, el ocaso inquietará la tarde
e insolente llegará la noche hasta tu alma.
En la penumbra intentarás acariciar mi ausencia
y desandar el tiempo hasta encontrar mi abrazo
para borrar aquel adiós de tus palabras...
Vano intento, pues la brisa callada y cálida
silenciará en la arena del desierto tus suspiros
y disipará el espejismo atormentado de tus lágrimas.
© Antonio Urdiales ~ Marzo 2010
Publicado por Antonio Urdiales Camacho
1 comentario:
http://alpiedemisilencio.blogspot.com/
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