Pocos días antes de morir, el 5 de agosto de 1984, Richard Burton escribió una carta a Elizabeth Taylor. Él residía en Suiza y ella en Los Ángeles.
Era una de las cerca de 40 cartas que el actor dirigió al gran amor de su vida. Habían protagonizado una de las historias más tempestuosas del Hollywood del siglo pasado: 13 años juntos, dos bodas y dos divorcios.
Richard Burton a Elizabeth Taylor: "Si me dejas, tendré que matarme"
Elizabeth Taylor recibió la carta de Burton cuando este ya había muerto. En ella, el actor le pedía una nueva oportunidad, reconociendo que había sido mucho más feliz junto a ella que sin ella ("si me dejas tendré que matarme, no hay vida sin ti", le había escrito Burton a Taylor en otra carta).
Esta es una más de las historias que cuenta El amor y la furia (La verdadera historia de amor de Elizabeth Taylor y Richard Burton), que acaba de publicar en España la editorial Lumen y que ha sido un éxito de ventas en EE UU tras el adelanto que ofreció en su día la revista Vanity Fair.
El libro, escrito por el periodista Sam Khasner y la biógrafa Nancy Schoenberger, es un exhaustivo recorrido por la relación de la pareja, para el que han contado con la colaboración de la actriz.
Él era un galés rudo con fama de ser un amante irresistible, ardiente y bebedor de primera, que vio por primera vez a Elizabeth en 1953 durante su primer viaje a California. Él tenía 28 años y ella 21. "La mujer más increíblemente independiente, bella, distante, remota e inaccesible que había visto", recordaba tiempo después el actor. No se volverían a ver hasta nueve años después en el rodaje de Cleopatra. "Era adicta al dramatismo, a las peleas y las reconciliaciones, a echar puertas abajo. Le resultaba imposible renunciar a lo que había encontrado en Burton", confesó el tercer marido de Taylor, Eddie Fisher, casi inmediatamente abandonado.
Se convirtieron entonces en Liz y Dick y vivieron unos años intensísimos. Él pasó de ser un actor británico respetado a una celebridad internacional. Ella ya lo era. Pero lo mejor se producía en la intimidad. "No nos cansábamos nunca el uno del otro. Hasta con los paparazzi colgados de los árboles, hasta oyendo sus pasos por el tejado, podíamos hacer el amor, jugar al Scrabble y formar palabras indecentes, y nunca se acababa la partida. Si te excitas jugando al Scrabble es que es amor", confesó Elizabeth Taylor. Nunca dejaron de amarse. Ya lo dijo ella: "Cuando podíamos ser Richard y Elizabeth, el matrimonio funcionaba de maravilla.
Lo que no funcionaba eran Liz y Dick, porque eran dos personas que en realidad no existían". La última vez que hablaron fue poco antes de morir el actor.
Ella acababa de salir de una clínica de desintoxicación y él la vio en una foto de periódico. Hablaron por teléfono, quedaron en verse en Londres y él la despidió con estas palabras: "Adiós, amor".
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