Jacarandas de Sevilla, todavía en flor.
Si yo hubiera venido aquí, en lugar de allá. Si en vez de allá, yo aquí me hubiera casado con una rubia católica y de pequeños pecados.
Si yo hubiera elegido esto, en lugar de aquello. Mi madre no hubiera muerto; no se hubiera extendido la ruina; no nos hubiéramos dispersado la familia. No nos hubiéramos desposeído, de todo, todos.
Todo estaría completo, de haber elegido la vida aquí, a orillas del Guadalquivir. Admiraría el cielo de Murillo y sería ferviente, devoto. Quién sabe, si con guayabera sevillana. Con todos los pecados que Romero Murube insinuaba cuando la ciudad se hacía río, y el río, noche, y la noche el más glorioso espacio para el remordimiento. Si él se encerraba con García Lorca en el Alcázar, yo y a solas y en completo gozo lo haría.
Dime tú, rostro en esta Sevilla de hoy. Dime tú, rostro que ya apenas veo. Dime qué hubiera sido. Mi vida aquí en lugar de allá. Dime rostro qué sería yo. Dime, mi rostro, si yo sería todavía el que te hablara.
Publicado por José Carlos Cataño
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