El viento... El vendaval, que es el viento furibundo, múltiple y sacado de quicio, con sus lenguajes oscuros, de gotas de lluvia barridas sobre las ventanas.
Los árboles se doblan. Ahora es de noche, pero esta tarde las nubes se mantenían a distancia del vendaval, siluetadas, afiladísimas por no llamar su atención sobre el horizonte.
Con las ráfagas vienen los redobles de la lluvia, que no ha podido sortear la furia de los vientos, y se estrella una y otra vez sobre los vidrios.
¿Navegamos? Noche cerrada. Dícese de "arfar" el acto de abrir la proa el oleaje. En esta oscuridad, de un invisible blanco será la espuma.
Publicado por José Carlos Cataño
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