Ángeles inocentes o exterminadores
En estos días se celebra en mucho lugares la fiesta de San Miguel Arcángel, aquél de quien se dice que capitaneó a los ángeles fieles a Dios para derrotar y enviar al infierno a Luzbel, el octavo arcángel, que había pecado de soberbia y acabó transformándose en el símbolo de lo tenebroso, el mal, Lucifer.
La tradición ha ido creando unas ideas sobre los ángeles que tienen poco que ver con la función que los textos bíblicos les asignan, y también aparecen en otras religiones monoteístas, como el Islam, pues no debemos olvidar que el profeta Mahoma recibía mensajes del Arcángel San Gabriel, al que la tradición ha destinado el papel de comunicador, pues también aparece varias veces en La Biblia y en Los Evangelios con la misma función.
Esto, por supuesto, pertenece al acervo religioso y por ende cultural de varias civilizaciones, entre ellas la nuestra. Por lo tanto, es cuestión de fe, creer o no creer, pero resulta muy curioso que sobre un asunto tan evanescente se haya sistematizado tanto durante siglos, hasta el punto de que se han establecido hasta ocho categorías y toda una serie de misiones. El equívoco popular es relacionar lo angelical con la inocencia, la belleza, la bondad y la misericordia, y cuando alguien tiene apariencia inocente y bella decimos que tiene cara de ángel.
Pero no es así, porque tenemos que pensar que tanto en el Antiguo Testamento como en el Corán, los ángeles son los encargados de hacer cumplir la voluntad de Dios, y aquel es un Dios justiciero que a veces montaba en cólera, el Dios que destruyó con fuego las ciudades de Sodoma y Gomorra, el mismo que envió las diez plagas a Egipto, el que ordenó el Diluvio Universal.
Y la ejecución de estos castigos forma parte de los cometidos de los ángeles. Se habla de un Angel Custodio o Angel de la Guarda, pero también aparece Azrael, que es nombre del Angel Exterminador. En Estados Unidos, especialmente en California, hay desde hace unos años una corriente que da protagonismo a los ángeles (Su ciudad más populosa es precisamente Los Ángeles), con miles de seguidores y creyentes, aunque la tradición cristiana sigue pensando en los ángeles como unos seres mágicos, que en la iconografía barroca a veces sólo tienen cabeza y alas, cuando en ningún texto de referencia dice que los ángeles tengan alas, por mucho que se empeñara Frank Capra en hacer que los ángeles consiguieran alas al toque de una campanilla en la película inolvidable Qué bello es vivir.
Aparte de Miguel, Gabriel y Rafael, que son los tres únicos ángeles que están en el santoral católico (también el genérico Angel), hay variedad de ángeles y arcángeles en los textos y en la tradición: Uriel, Sariel, Rauel, Refael, Jofiel, Chamuel, Zadquiel y Azrael, el mencionado Angel de la Muerte. Siempre aparecen cumpliendo órdenes de Dios, administrando castigos o advirtiendo de males futuros. Por eso resulta tan chocante la idea de bondad y ayuda que se les asigna en la creencia popular. Cuando se dice de alguien que es un ángel tratamos de definirlo como cándido, inocente y frágil. Pero los ángeles no son nada de eso, porque se les supone total sabiduría, grandes poderes y una capacidad de percepción en las antípodas de la inocencia.
Pero de todos los ángeles, el que más predicamento tiene en todo Occidente y por supuesto en Canarias es San Miguel Arcángel, el vencedor del rebelde Luzbel, que en la iconografía al uso aparece sometido a los pies del Arcángel, que blande una espada flamígera. En Canarias se celebra con especial arraigo popular en el pueblo palmero de Tijarafe y en el grancanario de Valsequillo, donde ya es tradición llamar al demonio "Perro Maldito". Hay más lugares donde se celebra esta fiesta, y son legión los canarios que llevan Miguel en su nombre, sea solo o compuesto. Las fiestas de Valsequillo son ya un referente en la isla, y en Lanzarote también tiene su cancha el llamado Jefe de los Ángeles.
Se cuenta que el trasiego de imágenes en Lanzarote forma parte de las anécdotas de la historia. Dicen que en una parroquia de prestigio, en la que celebran a San Miguel, tenía un cuadro del Arcángel que el viento derribaba en las procesiones. Como no había forma de conseguir una escultura de San Miguel, llegaron a un acuerdo con otra parroquia, en la que había un Angel de la Guarda. Se lo llevaron. Le hicieron un perro de yeso a sus pies le colocaron en una de sus manos una espada pintada de color naranja para que pareciera de fuego, y ese es el San Miguel que lleva siglos saliendo en procesión. Se cuenta lo mismo del San Ginés de Arrecife, que también era un cuadro y los próceres compraron a un mercante holandés un San Agustín que llevaba hacia Guayana. Los dos fueron obispos, sólo que el de Hipona era negrito berberisco y San Ginés rubio pelirrojo francés. Pues lo colocaron en la peana y le disimularon el libro que llevaba San Agustín. Será verdad o mentira, pero es una historia interesante, porque al fin y al cabo en estas cosas lo que manda es la tradición.
Y con ángeles inocentes o exterminadores, San Miguel forma parte de la cultura popular de nuestra tierra, cuando se dice que el 29 de septiembre hay que tener cuidado porque el Arcángel deja al diablo suelto durante una hora que nunca se sabe cuál es, y ahí está el misterio.
Sacado de Bardinia de Emilio González Déniz
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