16 sept 2010
Muerte en Venecia
Tres nombres: Thomas Mann, Luchino Visconti y Gustav Mahler se funden ante mí, sintiéndome hormiga ante la magnitud de semejante trío y temblándome las manos sobre el teclado de mi ordenador, al pretender rendir mi pequeño tributo hacia uno de los films mas bellos y polémicos de cuantos se han realizado el siglo pasado, sin caer en la cursilería o el ridículo mas absoluto...Mezclar a los tres maestros en un solo texto es una osadía por mi parte, pero ya me dijeron que lo era....
Si de algo me puedo sentir orgulloso en mi vida, es de amar el cine en total plenitud. Hay ocasiones hasta que yo mismo me pregunto si ello es honesto, si por hacerlo el cine va a regalarme otro momento de los miles que pueblan mi mente, cuando recuerdo la placidez de ciertas películas, o el rostro inolvidable de esos seres tocados por la magia de los Dioses que poblaron la pantalla y que yo absorbo como el primer día...... Muchas preguntas puedo hacerme, pero no existen respuestas que obviamente puedan satisfacer ese ego de creer conocer todo, porque cuando lleguen, seguiré estando igual de orgulloso por amarlo y mis manos seguirán sudando al recordar y se llenarán mis ojos de fantasía... de lagrimas también y volaré como vulgar ave en busca de ese tiempo que perdí sentado en las butacas de los cines de mi barrio de niño, por si la belleza olvidó enseñarme otra cara que hasta ahora desconocía.
Tal vez sea el momento de analizar esos encuentros con la fantasía y la belleza. , tal vez sea ahora la persona que antes no era y sepa comprender mucho mejor la enriquecedora lección de arte que aprendí cuando era una adolescente, de la mano de hombres y mujeres que han compuesto el enorme crisol de sabiduría que el cine trajo consigo a mi vida....Tal vez sea este mi instante mágico.... solo espero tener la suficiente fuerza para hacer ver a otros de forma humilde, como se mira este arte mas allá de la propia mirada.
A la mente me llegan muchos títulos de películas, secuencias que ni el tiempo, las guerras o la miseria pueden destruir....Sería difícil extraer de ese tren un solo vagón que no posea la belleza de la que hablaba al principio, pero creo no equivocarme si en mi elección se me llenan ojos de ocasos, los sentidos del mas perfecto de los adaggios, el gusto por el mas sabroso de los manjares y la vista por el mas noble de los artes, si no me estoy refiriendo a uno de esos films que han dignificado la labor creativa de un hombre llamado Luchino Visconti y que al igual que yo, amó la belleza en toda su magnitud.
Tres nombres: Thomas Mann, Luchino Visconti y Gustav Mahler se funden ante mí, sintiéndome hormiga ante la magnitud de semejante trío y temblándome las manos sobre el teclado de mi ordenador, al pretender rendir mi pequeño tributo hacia uno de los films mas bellos y polémicos de cuantos se han realizado el siglo pasado, sin caer en la cursilería o el ridículo mas absoluto...Mezclar a los tres maestros en un solo texto es una osadía por mi parte, pero ya me dijeron que lo era....
Basado en un relato magistral de 80 paginas, Thomas Mann centra en profundidad el conocimiento psicológico del ser humano, con lentitud ceremonial y a golpe de batuta expresa el sentimiento de la impresión soberana. Al leerlo se da uno cuenta de su magistral inspiración y su enorme poder de sugerencia. Imaginar esta colosal obra intimista traspasada al cine, es imposible, pero se hizo realidad después de los inconvenientes de las productoras y de la mano de un hombre que llevaba largo tiempo acariciando el proyecto. Por fin lo hizo real en el año 1971, en una producción entre Italia y Francia, estrenándose un 4 de Marzo de 1971 y posteriormente el 23 de Mayo de 1971 en el Festival de Cannes, donde obtuvo el premio especial XXV aniversario, con estas palabras:
" A Luchino Visconti, por MUERTE EN VENECIA y el conjunto de una obra que honra el cine mundial "
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario