Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 sept 2010

Andres Sánchez Robayna








La estrella






Non dormía e cuydava


Pedr'Eanes Solaz






Cruzó, fugaz, la estrella, y en la hierba


dejó un rastro de luz. La casa blanca


en medio de la noche supo sólo


el latido, el fulgor entre los árboles.






Tú dormías. La grava silenciosa


se llenaba de noche, la bebía


en las negras aristas, en sus poros


de oscuridad de piedra absorta, amada.






Grava fulmínea, ahora en silencio yerto


junto a la casa a oscuras. Los aleros


daban sombra de luna, fría, fresca


sombra en las losas grises que miraba






desde el salón al mar, que se extendía


como otra losa gris, iluminada.


Salí a esa sombra, hasta las jardineras


tocadas por el soplo de la noche,






el aliento invisible, aire desnudo


de sí, de mí, sobre el geranio a punto


de arder. -No vi el geranio en llamas


fijo en la oscuridad, vi la inminencia






de una cerrada combustión, la acacia


y su ceniza más allá del tiempo,


el ramaje y el cuerpo, tu sonrisa


entre la luz de enero y el reposo






del mar abajo, también él desnudo.


La luna sobre el muro blanco teje


sombras de ramas, y el helecho umbrío


se ofrece grácil, habla con la sombra.






Fui por la hierba hasta las agitadas


acacias, hasta el muro, y una calma


llenaba el aire aun en la agitación


y en la inquietud de los ramajes, clara






calma en la hierba, y contra el muro puse


la mano en su quietud. Tocaba el mundo.


Tocaba un orden, una calma, el aire


entre el mar y la acacia, y recordaba






tal vez la luz y su destino oscuro.


Entré. Volví a mirar la hierba, el cielo,


la casa silenciosa. Allí tu cuerpo


brilló en la oscuridad. y vi la estrella.






De "Palmas sobre la losa fría" 1989




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