Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

25 ago 2010

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL ARTE.




ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL ARTE.



Debemos aprender de los grandes genios, si es que somos capaces, las necesidades que tenemos de crear, que no son otras que las que la sociedad reclama, ya sea una historia cinematográfica, un libro de amor o aventuras, una pintura o una rica ensalada en la cocina.
Si nos refugiamos en la rutina y comodidad de repetir siempre lo mismo y utilizar las mismas reglas, dejamos sin cubrir la necesidad de crear evolucionando, y no somos felices. Lo mismo sucede con la tenacidad con que los grandes artistas se enfrentan a su trabajo. Avanzar y hacerlo debidamente a través del esfuerzo y la imaginación, es la consigna.

No hay grandes genios –aunque sí grandes creadores- que despunten en el panorama actual o me son ajenos. Su presencia hoy nos falta, nos deja huérfanos de reflejos. Carecemos de la humildad para saber que tenemos que aprender a pensar, a querer, a ver, a elaborar y valorar desde el esfuerzo. La genialidad, además de instinto innato, es fruto del aprendizaje.
Pero en este arduo camino por recorrer esa senda que a ella nos conduzca o nos acerque un poco, no todo vale –camuflado desde una aparente libertad creadora- como parecen decirnos algunos o hacernos creer…

Tanto del arte como de la literatura, estamos haciendo -o están haciendo- una especie de gran espectáculo masificado, una diversión que crea cola de espectadores debidamente reclamados, un circo aparente de grandes proporciones y colores donde todo cabe y se va moviendo dinero.
En muchos museos o salas de arte ves cuadros que parece haber garabateado un niño –ojala hubiera sido así, tendríamos la frescura de lo innato y espontáneo- o alguien que jamás supo manejar un pincel con sensibilidad ni hacer crecer un buen dibujo; hay autores con talento para la comunicación, que sólo son una marca comercial; los medios de información dan un prestigio poco juzgado pero eficaz, valorando y a veces sobrevalorando, a personas de una vulgaridad terrible.
En cuanto a la literatura estamos observando qué tipo de libros se venden bajo ese calificativo -que simplemente deberían llevar el de best sellers- y cómo la buena obra –o sea, la literatura- tiene serias dificultades para lograr un hueco en las librerías. Debemos cuidar la inteligencia de las relaciones, saber a quién damos prestigio, qué señalamos como modelo y si realmente lo es. Ahora decimos: “Todos somos igual de prosaicos o talentosos, yo no admiro a nadie”. Esta carencia de admiración nos lleva a una incorrección extrema. Si la inteligencia social se degrada mucho, pueden aparecer movimientos zafios e impulsivos, ya lo decía Umberto Eco en algún ensayo. Me da pavor pensar en cómo todos podemos habituarnos a cualquier horror que nos vendan.
Ante esto debemos mantener una actitud crítica, hemos de estar siempre alerta, ya que el arte hoy en día con frecuencia hace apología de la fealdad –muchas voces se oyen en este sentido, no soy el único que recoge esta afirmación-. Esta inversión de los valores estéticos trae gran confusión y descoloca al espectador: “Lo que es feo es bello, lo que es bello es feo”, decían las brujas de Macbeth.
Como principio no está mal y abre vías a la creación. Pero lo que vemos con frecuencia en enfáticos museos de arte moderno, en galerías supuestamente especializadas, es una huida radical de la noción de belleza clásica que teníamos y tenemos –que afortunadamente aún nos queda como referente casi único y a la que se vuelve sin cesar: armonía, simetría, dibujo, perspectiva, etc.,- algo que es cuestionable siempre y es relativo, pero que las vanguardias intentan denostar hasta intentar cambiar la fisonomía de su rostro.
En este sentido, la idea de la belleza está ausente o confusa en la producción reciente. El panorama es de solador, repetitivo, cuando no sin sentido y abiertamente vulgar, aunque a veces aparecen, por fortuna, obras de gran inteligencia emocional creadora.

A la hora de la verdad, ¿qué queda, qué guardan las retinas del espectador de unas u otras tendencias? Belleza, obras de gran belleza formativa que nos impresionaron.
La apología de Lo horrendo, lo feo y deforme, las rarezas, la mayoría de todas esas obras insulsas e incomprensibles supuestamente cargadas de mensajes cifrados -afortunadamente también encontramos verdaderos valores- llamadas transgresoras, revolucionarias o audaces que intentan pasar por originales y con mil pies, quedan en el olvido con rapidez, ya que sus caminos han sido trillados una y otra vez con la machaconería de lo novedoso, quedando solamente humo, polvo en los pasillos de las exposiciones, partículas dispersas por una atmósfera asfixiante, que nadie con sentido abierto de lo estético, recoge ya.



Teo Revilla Bravo.

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