Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

30 jul 2010

La pura belleza de su rostro


La pura belleza de su rostro podría ser una de las maravillas del mundo, si no hablara tanto.

Los pómulos elevados, en esta clase de seres, suele conllevar altivez, como si no quedara espacio para pestañear y reconocer a los que resoplamos en el suelo.

Tal vez por las dos cosas son rostros angélicos. Su palidez pasa de reojo por nuestro rostro mientras lo ignora. Pertenecen ellos -ellas- a un reino celestial.

Pero los ángeles no peroran, ni calzan calcetines color lila.

He aquí, así pues, que buscamos ángeles y creemos encontrar uno en la hora más ardiente de la tarde, y no es más que un rostro pálido, unos labios grandes y sonrosados, unos ojos sólo pendientes de la cháchara.

Avancemos, en su defensa, que no iba a quedarse callada, sin dar instrucciones, a cinco desgraciados, sobre cómo levantar las extremidades, en elongación, a tres centímetros del suelo.

Clases de rehabilitación...

***

"Menos democracia y más sentido común", ha pintado un cretino en el muro -por cierto, de una escuela de enfermeras que tenía su gracia y sus jardines con árboles y sobre los cuales, sobre su ausencia, una entidad bancaria asegura que levantará pisos al alcance de todos.
La pintada tiene la misma coherencia que El Pensamiento Navarro, a lo que ya le hincó el diente Baroja. Precisamente leía estos días a Unamuno cargándose la expresión, "sentido común" (el menos común de los sentidos, ¿D'Ors?) y proclamando la necesidad del sentido de uno.
La democracia está cargada de sentido común, y lo deseable sería tratar de desbaratarlo, hacer imperar, en el criterio general, el sentido propio.

Con tanto citismo, me siento cual el reconocido citador de las letras actuales en castellano. Citismo... Un poco más y cae la cosa en cistismo, como si lo que padeciera el "autor de culto" fuera eso, la gotita indócil después de tanta lectura, que le ha conducido a todo menos a tener un pensamiento propio.

***

Si ella leyera esta observación, sus ojos se quedarían en blanco. En el blanco de la normalidad, y del sentido común. Como una falena, entonces, yo iría derechito a consumirme a la llama de sus ojos. A la nada blanca y banal.
Publicado por JOSÉ CARLOS CATAÑO

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