4 jul 2010
Está tan quieta la Tarde
Está tan quieta la tarde, el mar echado, alguna nubecilla husmeando entre la copa de un pino redondo, en la Colina, que todo es reverbero y en eso se queda.
Los vencejos también están, pero a la sombra, haciendo las maletas. Han crecido, y ya apenas se sabe de ellos.
Maduros, se alzan virtuosos y solitarios por las aristas, se columpian, saludan con indiferencia a las vencejillas desde las cúspides, y caen rendondos con añoranza de cuando gritaban y se perseguían y se daban de morros contra las tejas.
Jose Carlos Cataño
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario