El famoso cantante Camilo Sesto se va. Pero se va volviendo, es decir, cantando, según él, en dos últimas ocasiones, en dos últimos conciertos que tendrán lugar en Madrid los próximos días 1 y 2 de octubre.
Camilo hizo este anuncio vestido de blanco en el Hotel Palace; vestido de blanco como una novia y con esa melena tan suya que deja hablando solo a cualquiera que la observe.
Camilo es de la localidad alicantina de Alcoy, y aunque el chiste salga fácil, hay que subrayar que a lo largo de su carrera ha demostrado más moral que el Alcoyano, el equipo de fútbol de su localidad natal, conocido por no arrojar nunca la toalla, a pesar de que las victorias pueden contarse en su haber con los dedos de... Camilo cumplirá no dentro de mucho 65 años, la edad de la jubilación.
Quizá ahí radica la razón que explique esta jubilación de don Camilo, o tal vez sea que hace años que no se come una rosca discográfica, salvo ese inefable “Mola mazo” con el que arruinó el verano de los melómanos no hace mucho tiempo.
Camilo fue realmente famoso e importante, sobre todo en la década de los 1970. Él fue, de alguna manera, la banda sonora de la Transición, pero no la reivindicativa o comprometida, sino la sentimental, la de los achuchones en los rincones oscuros de las discotecas de pueblo. Camilo vendió discos como para parar un tren: se habla de 175 o 176, millones, se entiende.
Ya en 1979, el año en el que alcanzó la cumbre, llegó a la cifra de 13 millones de discos vendidos, y para colmo de gloria actuó en el mítico Madison Square Garden de Nueva York. Camilo ha tenido que ganar una pasta.
Camilo debe ser multimillonario. Camilo fue un tipo que tuvo a las españolas de su generación completamente locas de amor, lo que habla bien a las claras del mal gusto de las españolas, o de su cinismo. Camilo tuvo y tiene un aspecto un tanto extraño e indefinido, lo que me parece muy bien.
Nunca se sabe que lado o cara pesa más en él: la masculina o la femenina. Sí, es cierto, tuvo un hijo con una desconocida hace ya mucho tiempo. Pero lo llamó Camilín, que es como descorazonarse.
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