4 jun 2010
Ojo con Facebook
Facebook , la red social más poblada del mundo, acaba de realizar un cambio de gestión de su enrevesada política de privacidad, que sigue siendo la misma. Este proceso de "simplificación" en las herramientas de control, con el que espera zanjar las críticas, no satisface a casi nadie, sobre todo fuera de la red social.
Facebook vincula el éxito del servicio a que haya datos siempre públicos
Cómo darse de baja: no es lo mismo 'desactivar' que 'eliminar'
Las autoridades judiciales de Estados Unidos le exigen que entregue "una explicación detallada" de los datos que facilitó a terceros sin el conocimiento" de los abonados. La nueva configuración tampoco es la más cerrada y garantista, que recomienda la Unión Europea (UE).
Privacy International se siente "decepcionada y frustrada" por lo que considera una "cortina de humo".
La Asociación por las Libertades Civiles ha aplaudido la medida como "primer paso, pero espera más". Lo mismo opinan en la Fundación Fronteras Electrónicas: "Aún tenemos dudas fundamentales sobre la información que se comparte con aplicaciones y servicios externos. Esperamos que sea un primer paso y no el definitivo", como sugirió el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg.
Facebook tiene "muchas deficiencias que demuestran su fragilidad", según Samuel Parra, especialista en privacidad. Por ejemplo, que los perfiles de los miembros de la red aparezcan en los buscadores.
Si teclea 'site:es-es.facebook.com' Google arroja 17,4 millones de resultados. "No todos son perfiles, pero casi.
Y exclusivos de la parte española de la red social", accesibles a cualquiera desde Internet. "Respecto al tema de los menores de edad, aún es peor". Si se repite la búsqueda añadiendo la palabra niño aparecen 103.000 resultados. "Algunos tiene 5 o 6 años cuando la ley no permite que entren hasta los 14 años", aunque el perfil lo hayan creado su padres.
Identidad digital
Parra sostiene que "Facebook lo ha hecho mal y únicamente cambia porque le han pillado vendiendo datos personales a terceros. ¿Qué confianza da? Desde mi punto de vista, ninguna. Su fundador, el señor Zuckerberg, ha sugerido que la era de la privacidad ha terminado. Con esta afirmación lo dice todo".
Cierto es también que Zuckerberg se quejó el otro día de que le habían malinterpretado al atribuirle un desinterés absoluto por la privacidad, a pesar de que reiteró sus dudas sobre si a la gente le preocupa tanto el tema.
Parece que sí inquieta: MoveOn ha conseguido que 171.000 abonados se unan al grupo Respect my privacy en Facebook y un informe del estadounidense Pew Internet Center revela que el 71% de los miembros de redes sociales de 18 a 29 años cambian sus opciones de privacidad para limitar lo que comparten con otros. Además, a los jóvenes les preocupa más su identidad digital que a los adultos, según el Pew.
También en España. La Agencia Española de Protección de datos (AGPD) inició el año pasado 156 investigaciones a servicios de Internet. En 2007 fueron 32 y el siguiente año, 104. De las actuales 156, 31 son denuncias contra Facebook y Tuenti. La mayoría, por difundir fotografías sin el consentimiento del retratado.
Las redes sociales virtuales conectan a personas mediante círculos de confianza, para encontrar amigos, trabajo, clientes o compartir contenidos.
La lealtad es clave en cualquiera de ellas, sea una específica de peluquería o Facebook, que marca la pauta por su tamaño.
"Estas redes y otros servicios en red, como YouTube, empezaron teniendo problemas con los usuarios por la propiedad intelectual: generaban licencias exclusivas sobre el contenido generado en el sitio.
Con suerte las han dejado en 'no exclusivas'. Ahora la problemática se ha trasladado a la protección de datos", dice el abogado David Maeztu.
¿Abierto o cerrado? Facebook tiene un dilema. "La disyuntiva es compleja porque de ella dependen sus ingresos. Si abre todos los datos es más atractivo para el usuario no avezado, porque le permite hacer de todo sin configurar nada, pero provoca serios problemas de privacidad. Si, por el contrario, tiene las opciones más estrictas, hay menos interacciones de la gran mayoría y el servicio es menos atractivo", sostiene Maeztu.
Maraña de autorizaciones
En cualquier caso, "ante la duda debería prevalecer la privacidad y no el negocio", opina el abogado, que también reclama a Facebook "un mayor esfuerzo explicativo y de usabilidad del sitio porque la maraña de autorizaciones, no sólo de lo que compartes sino también cuando utilizas aplicaciones de terceros, quiebran la intimidad de la gente".
La mayoría de redes sociales -Facebook no es una excepción- ofrecen servicios gratuitos. Los ingresos se obtienen por la publicidad.
Es decir, el cliente no paga, mientras los gastos de la empresa -sólo en servidores que alojan los contenidos- crecen de manera exponencial al incremento del número de abonados. ¿Cómo se rentabilizan esos costes tan brutales?
"El modelo de negocio basado en la publicidad necesita de la información sobre los internautas para orientar las campañas.
Ante la reacción de algunos, se plantea otro modelo basado en el pay for privacy, esto es, si quieres privacidad paga un precio", explica Maeztu. En otras palabras, el servicio no puede ser gratuito para aquellos que no estén dispuestos a compartir su información, y es el planteamiento que se viene realizando por algunas empresas de Internet.
La Red ya no sólo es una autopista de la información "sino la calle pública, un espacio donde se configura nuestra identidad como personas y ciudadanos. No podemos dejar ese espacio únicamente en manos privadas. Y los gobiernos deben asumir que este espacio no quede exclusivamente en manos de intereses comerciales", concluye.
Tampoco hay que olvidar que en Facebook está uno de cada tres internautas del mundo (400 de 1.200 millones), que la minoría es norteamericana, pero que la compañía se rige por las leyes estadounidenses, donde no hay una normativa de protección de datos como la europea, más restrictiva.
Allí existen reglas y códigos de autorregulación y sólo determinados estados estan asimilados a las leyes europeas, aquellos que cumplen el protocolo de Puerto Seguro (Safe Harbour).
La privacidad en Internet es el reto de la década, que no sólo afecta a Facebook sino a múltiples servicios en Internet.
El último caso: Google Street View. El coche que recorría las calles españoles tomando fotos de los edificios captó datos de las redes wifi que encontraba por su camino.
El caso está en manos de la AGPD y de las de varios países europeos. Alemania, Suiza, Austria y Portugal han bloqueado el servicio hasta que se cumplan sus exigencias de privacidad.
La imagen es un dato personal
En España, si una empresa o particular coloca una cámara y graba la vía pública incumple varias leyes, no sólo la de protección de datos, que terminan en sanción. A un vecino de Canarias le costó 600 euros espiar a su vecina con cámaras ocultas en las macetas. La imagen es un dato de carácter personal.
"Google Street View hace lo mismo pero a escala global, grabando calles y fachadas, y nadie dice nada", asegura Parra.
"La AGPD tiene que dejarse de recomendaciones y tomar riendas en el asunto, bloqueando el servicio hasta que se cumplan sus exigencias, como ya han hecho otros países.
La realidad es que sólo le pidieron que borraran las caras y las matrículas de los coches, aunque hay cientos de imágenes donde se ve que el sistema de Google falla. ¿Por qué si yo no puedo colocar una cámara en la calle, Google sí puede pasear y grabar todas las calles (y personas) de España?".
Hasta ahora el buscador se ha librado de las sanciones porque "el ámbito de aplicación territorial de la normativa no es en función de la nacionalidad del ciudadano sino de dónde se procesan los datos recopilados", sostiene Maeztu.
Parra discrepa. "Hay otros factores determinantes: si las compañías tienen establecimiento en el país, si usan medios técnicos en ese país para obtener datos personales o si ofrecen productos para ese público", entre otros.
En los casos derimidos por la AGPD, a los que denomina Derecho al olvido en Internet, ésta le requiere al infractor la retirada de los contenidos y la compañía lo cumple, pero recurre ante la Audiencia Nacional, que todavía no ha dictaminado fallo alguno.
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