Amparados en la niebla de la noche
caminan insomnes por el laberinto
de una ciudad que abraza sin tiempo.
Viven una melancólica lejanía
plagada de ausencia y silencios
donde poblar su universo
con las huellas de otros náufragos.
Agua y musgo, reflejos,
sueños cobijados en las piedras.
Buscar y encontrar la respuesta
en el perfil de lo inverosímil.
Isla de sosiego y hechizos
en cuyo regazo reposa la magia,
punto de encuentros, remanso
donde buscar en su esencia
la luz germinal de los anhelos.
Arcanos enigmas, vestigios del pasado
trazando el laberinto de sus calles
desde un irreal punto de fuga.
Voces peregrinas, miradas,
un detalle de ilusión fraguada
y ellos, los náufragos, se reconocen,
en el espacio de la abstracción
que dibuja en la penumbra
un tenue rayo de luna.
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