11 may 2010
SONRISA DE LIRIO DESVAÍDO
Después de aquel silencio de amanecer, le rodeaba el miedo como una sustancia fangosa que se le pegaba a su organismo. Por dentro y por fuera. Era una criatura que venía desde el pretérito y ya estaba frente a su mirada aterrorizada, como si el pasado hubiera dado un doble mortal con medio tirabuzón. Allí estaban sus ojos, su cabello, ese cuello largo y tan blanco y tan delicado, una obra de ingeniería cuyo fin era ser destino de caricias, ese pecho que tantas veces había recorrido como quien camina sobre la superficie de la luna, y ese vientre, levemente abultado en el lugar preciso, y ese vello cálido, cuna de sus besos, y esas piernas que servían como autopista para sus sueños. Cuando se confirmó que no había llegado el indulto, vio de nuevo la sonrisa que una madrugada convirtió en lirio desvaído.
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