31 may 2010
Los álamos ya crecen a toda máquina.
Los álamos ya crecen a toda máquina. Da goce verlos recortados contra los cielos previos al crepúsculo, un cielo de nimbos oscuros y bordes refulgentes, entre los cuales continúa el azul del día, en la placidez de saber que ya nadie lo mira.
A toda máquina, como si la naturaleza pulsara los émbolos de una energía oceánica primordial.
Los cinamomos empiezan a colgar sus bayas ya doradas, como las suyas las acacias. Hasta el árbol raquítico de la calle enarbola su pequeña bandera verde.
Escribo en la barra, en familia, el lector perenne a un extremo, libro en mano, comentando las leyes del fútbol universales. Da gusto sentirse así. Fa goig..., en armonía con los hombres, indiferente a las féminas que esta tarde fresca echaban a pasear sus mejores posaderas, que se diría que no rozan nada banal ni matérico de este mundo, moldeadas tras un duro invierno.
Da gusto..., sabiéndose uno más en la barra del bar, sin criticar a nadie. Sin sarcasmos para luego.
Las palomas pasaban como a escondidas, avergonzadas y torpes de tan mala prensa urbana, y el desapercibido gorrión valdeaba el aire, en alto los vencejos girando ampliamente y todavía callados, callados de éxtasis venidero.
Fa goig viure i dir que sí.
Jose Carlos Cataño
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