Exposición Bacon, Caravaggio, dos pntores malditos. La exposición combina pinturas de Caravaggio y de Bacon que invitan al espectador a una excepcional experiencia estética, más que didáctica, sin teorizar sobre las posibles influencias del italiano sobre el británico.
"Bacon no tiene nada de Caravaggio y no se ha inspirado en él, pero si hay un artista de nuestro tiempo que puede ser equiparado a Caravaggio es precisamente Bacon", según Maurizio Calvesi, uno de los máximos expertos en el pintor italiano.
Ambos artistas atormentados y malditos y lejanos en el tiempo, sin embargo tenían aficiones comunes, como por ejemplo el gusto por los juegos de azar: Caravaggio en las hosterías romanas en los últimos años del "Cinquecento" y principios del "Seicento", y Francis Bacon en los casinos de Montecarlo.
Después pintaban con rapidez, casi con furia, sus cuadros, la mayoría de las veces destruyéndolos para volver a empezar, según refirió Calvesi.
Caravaggio y Francis Bacon son los intérpretes más revolucionarios de la representación de la figura humana.
Ambos, en la variedad de su poética y su tiempo, han penetrado con revolucionaria originalidad en el misterio de la existencia del arte, representando la verdad espiritual en la más traumática inmediatez de la carne, explica la comisaria de la exposición, Anna Coliva.
La relación de Bacon con el arte del pasado fue, además, a través de la fotografía que la interpone entre el original y su pincel, como hizo con el retrato de Inocencio X de Velazquez, que evitó verlo y se rodeó de imágenes del cuadro de una forma casi obsesiva, señala Luigi Ficacci, uno de los autores del catálogo Caravaggio-Bacon.
Los dos maestros usaban mucho el negro para crear el contraste entre luces y sombras, elegían el retrato como elemento central de su obra y transformaban la figura humana en un concentrado de emociones.
Para Bacon el uso del negro significaba una visión angustiosa de la realidad, que atravesaba el inconsciente, para emerger de una forma "monstruosa", mientras que en Caravaggio es más bien una preocupación, una ansia de salvación, no es una angustia como la de Bacon, que es típica de la edad moderna, refiere Calvesi.
Si el británico fue un homosexual reconocido, Maurizio Calvesi desecha la supuesta homosexualidad del maestro italiano.
"Las tradiciones de los jóvenes efebos, presentes también en la escuela de Leonardo, es un modo de idealizar la figura de esta especie de jóvenes ángeles para cantar loas al señor, algo muy distinto del cuadro homosexual".
"Pero ninguno -dice- quitará esta idea (la homosexualidad de Caravaggio) de la cabeza de los directores de cine y de los escritores porque es mucho más fascinante hablar de él en estos términos que no en los términos reales de un hombre que sufría un tormento religioso".
La exposición presenta catorce obras de Caravaggio y dieciséis de Bacon, estas últimas telas se muestran bajo cristal como colocó el pintor británico sus cuadros sin importarle que se reflejara la luz sobre el vidrio y se distorsionara la visión para entrar en contacto con la carnalidad existencial de sus pinturas.
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