Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 oct 2009

Dos mujeres y una época


Dos mujeres y una época

LA MUERTE de Leon Troski ha vuelto a las librerías, esta vez envuelta en una novela: El hombre que amaba a los perros. Leonardo Padura, su autor, es un cubano que siempre se ha sentido atraído por el asesinato de Trotsky, un episodio inquietante en el que se mezclan política y espionaje, sangre y folletín. Al interés del momento histórico (1940) se une la circunstancia de que en él tienen cameos algunas figuras curiosas, como Diego Rivera y Frida Kahlo, cuyas efigies son hoy carne de souvenir turístico. Formando parte del paisaje y de la época, dos mujeres que sólo han alcanzado categoría de actrices de reparto: Caridad del Río y Tina Modotti (por orden de aparición). Ambas coincidieron en el México postrevolucionario, pero seguramente nunca llegaron a cruzarse. En estos últimos años, algunos escritores han desempolvado la biografía de Tina Modotti para ir tras sus huellas, pero Caridad del Río permanece en el ostracismo, aplastada por su papel de malona.

El hombre que amaba a los perros es Ramón Mercader, el asesino que clavó el piolet en la cabeza de Trotsky. Mercader ha pasado a los manuales como un ejecutor a las órdenes de Stalin, pero la inductora real fue su madre, una mujer de la alta burguesía catalana que para matar el aburrimiento se hizo estalinista y vivió entregada a la estética del terror. Se llamaba Caridad del Río. Pocas cosas ciertas sabemos de ella. Las puertas de la Historia se le cerraron, y las contadas referencias que encontramos están impregnadas de juicios moralizantes. Se le atribuye más maldad que a Belcebú y más crimenes que al propio Stalin. Como agente soviética, Caridad participó en muchas operaciones de liquidación. En la URSS recibió tratamiento de heroína (su hijo Ramón fue, asímismo, condecorado héroe). Está enterrada en París, en un tumba que nadie visita.

Tina Modotti, al igual que Caridad, era estalinista y estuvo en la guerra española. Emigrante italiana en Estados Unidos, fue actriz, modelo, fotógrafa y activista política. Vivió en el México postrevolucionario y formó parte de la pandilla de Coyoacán (Rivera y Kahlo). Hoy se rehabilitan su recuerdo y su obra (las fotografías de Tina Modotti, conceptuales y sin adjetivos, son de gran fuerza testimonial y artística). Ella está enterrada en el DF y en su lápida puede leerse el poema que le dedicó Pablo Neruda.

Modotti y del Río, mujeres malas o buenas, merecen una novela por sí mismas. A ver si de una vez entran en la Historia.

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