"El pasado siempre vuelve"
ROCÍO GARCÍA - San Sebastián - 21/09/2009
A Juan José Campanella le fascina la memoria y más desde hace un tiempo. Le vienen rondando una serie de preguntas sobre el pasado. Le gusta mirar atrás y ver las decisiones que uno ha tomado en la vida, por qué lo hizo y cuándo. También el cómo sería esa vida de haber seguido otro camino y, por encima de todo, cómo la mirada del recuerdo lo disfraza todo.
Todo estas reflexiones le coincidieron con la lectura de un libro de Eduardo Sacheri, una historia policial que transcurre en los años de plomo de la Argentina de los 70, esa época en la que comenzó a gestarse el horror de la dictadura.
De ahí nace El secreto de sus ojos, su decimotercera película, con la que por primera vez compite en el Festival de Cine de San Sebastián y que se proyectó ayer en la sección oficial.
Un cineasta en estado de gracia
Juan José Campanella
Director de 'El secreto de sus ojos'.
Se le ve contento a Campanella, no sólo por todos los runrunes que se van oyendo en el certamen sobre la buena acogida que están teniendo las proyecciones del filme, sino por el éxito, que les ha superado en Argentina, donde se estrenó hace cinco semanas y ya ha sido vista por 1.300.000 espectadores.
"En el cine no existe la felicidad, sino el alivio.
Estás tan preparado para las críticas malas, por ejemplo, que cuando son buenas no te pones contento, sólo te alivias. Lo mismo cuando empieza a acudir la gente al cine. Uno nunca se espera un éxito así".
El secreto de sus ojos, protagonizada por Ricardo Darín -actor con el que Campanella ha trabajado ya en cuatro ocasiones-, Soledad Villamil y Guillermo Francella, narra la vuelta de un antiguo secretario de un juzgado a un crimen que ha permanecido imborrable en su memoria desde hace 25 años, así como a un pasado de amor y amistad. "A mí no me da miedo el pasado", asegura el realizador de El hijo de la novia. "Cuando uno sale de experiencias traumáticas, ya sean personales o colectivas, lo primero que trata es de curarse y de salir para adelante sin mirar atrás.
En ocasiones, esta actitud negadora que puede ser muy terapéutica en algunos momentos se vuelve en contra a la larga. Las heridas hay que cerrarlas, porque el pasado siempre tiende a volver. Para continuar viviendo, hay que mirar atrás y no dejar heridas abiertas".
El filme es una mezcla de comedia y drama con tintes policíacos y de suspense, en el que se mezclan el poder, la corrupción, la amistad, la muerte y la falsa justicia en Argentina. Campanella sabe que las críticas al poder judicial son fuertes, pero también que la gente que trabaja en tribunales está muy contenta con su película.
"En ningún lugar del mundo la justicia es justa. No creo que la situación judicial sea peor en Argentina que en otros lugares del mundo. Estoy seguro de que acá, en España, también han quedado libres personas culpables y que, por el contrario, se ha metido en prisión a gente de manera injusta.
Lo que sé es que en Argentina hay gente dentro del sistema que trata de que las cosas salgan lo mejor posible, y por eso a ellos les dediqué la película".
El secreto de sus ojos supone una novedad importante en la filmografía de Campanella. Por primera vez, ha rodado un largometraje en digital y está que no se lo cree. "No vuelvo más al cine. Lo hice por temas económicos, pero ahora después de la experiencia lo haría por temas creativos.
Encontré todo lo que tengo en el cine, más material ilimitado sin problema de costo, la posibilidad de hacer escenas de quince minutos sin parar. A mí me gusta mucho hacer toma tras toma sin parar y no tener que decir corten y que los actores vuelvan al principio.
Cada vez que uno dice corten, uno abre la puerta a un batallón de maquilladores, peluqueros, técnicos y demás y se corta el clima".
La suerte y la tenacidad han ido paralelas en la vida de este cineasta que asegura no haber podido tomar muchas decisiones y que después de unos años muy duros en Estados Unidos -de búsqueda de su carrera, de no encontrar un camino y de seguir sin embargo en él, de soledad y sin dinero-, consiguió a la edad de 40 años con El mismo amor, la misma lluvia el sueño de vivir contando historias. "La única decisión que quizás pude tomar fue la de seguir, y me alegro de haberlo hecho, no abandonar esto y dedicarme a otra cosa", recordaba feliz ayer.
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