El arrojo y la buena voluntad
Escrito por: Ángeles Mastretta
Yo he considerado necesaria la recreación y la reflexión en torno a la vida privada, entre otras cosas como una manera de trastocar lo público contagiándole el arrojo, la buena voluntad y los matices de los que a veces somos capaces en lo privado.
Quizás por eso a veces me aterra el tono que toman el análisis y la información de lo público nada más como algo asqueroso, contaminado y lleno de ruindad. Porque ¿hasta cuándo puede uno aceptar que vive en un mundo lleno de inmundicia, sin sentirse inevitablemente parte de tal inmundicia?
¿Hasta cuándo la vida pública y su público y gozoso desprestigio, van a dejar a salvo nuestra privada manera de querernos, imaginar, emprender, comprender?
Punto: Por mí, que me acobardo con la sola mención , vería para otro lado al recordar el caso de Acteal, nombre del campamento chiapaneco donde el 22 de diciembre de 1997 tuvo lugar una matanza indígena cuyo saldo fue de 45 muertos, todos ellos mujeres, ancianos y niños. Estuve entre los millones de mexicanos que no pudieron hacer nada para evitarla y que aún no entienden del todo, y lo aceptan con humildad y tristeza, cómo sucedió lo que ahí sucedió.
Punto y seguido: Yo crecí en un mundo inocente y agnóstico en el que se hablaba muy poco de política y cuando se hablaba se les pedía a los niños que se fueran a jugar. Yo, como Graciela, Elizabeth Bennet y tantos otros.
Mis hijos no crecieron en un mundo así, por más que, y lo digo sin arrepentimiento, hice cuanto pude para abreviarles algunas de las desdichas que pasaban en el país cuando ellos crecían.
Los dos acontecimientos más trágicos de los que fui testigo en eso años, fueron el asesinato de Luis Donaldo Colosio y la matanza de Acteal. Vivo con un historiador cuya fortaleza indagatoria admiro y acompaño.
Él ha investigado y escrito sobre estos acontecimientos con un rigor y una disciplina que considero excepcionales. He atestiguado con admiración el modo él ha seguido con la disciplina y la fortaleza de un historiador, el recuento y la búsqueda de lo sucedido hace doce años, de sus consecuencias y su historia inacabada. Imposible e indebido que yo trate de resumir aquí su trabajo.
Quien quiera conocerlo puede acudir a Nexos.com y ver ahí la serie de tres entregas largas y cuidadosas, llenas de tantos datos como preguntas. O a Milenio.com en los artículos de la semana pasada. Es muy triste todo. Y hay en torno al asunto testimonios de de fe. Engaños de unos y auto engaños de otros o de los mismos. Dejo para ustedes las preguntas y sus consecuencias. Vamos a pedir que sean de cada quien.
Punto y aparte: Yo creo que imaginar el futuro, volverse hacia el recuerdo, el gusto por los otros y sus íntimos acantilados, resulta cada vez más difícil. Quienes no queremos dedicar nuestra vida a hablar de la pesadumbre ¿tendríamos que callarnos? No creo.
¿Será mejor callarse que correr el riesgo de parecer frívola o miedosa? Estimo que no. Por eso, vuelvo a proponerles sin más disculpas que me acompañen en la veleidad de, a pesar de todo, no encontrar despreciables ni el azar, ni la vida, ni el mundo en que tenemos el privilegio de vivir. Con el mismo derecho y la misma impudicia que las amibas y las estrellas.
Reitero: Yo encuentro necesaria la recreación y la reflexión en torno a la vida privada, entre otras cosas como una manera de trastocar lo público contagiándole el arrojo, la buena voluntad y los matices de los que a veces somos capaces en lo privado.
Frases de hoy:
Dice Kierkegaard: "La vida sólo se puede entender mirando hacia atrás, pero se debe vivir mirando hacia delante".
“A los hijos hay que darles raíces y alas”. Carlos Castillo Peraza.
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