Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

4 ago 2009

APRENDIENDO A VIVIR

APRENDIENDO A VIVIR
¿Cual es el más duro aprendizaje?
Es preparar ese angosto camino de tu vida, quitando espinas y matojos de nuestro sendero para evitar arañazos e inesperados tropezones.

Aún teniendo todas estas precauciones, te lastimas o te lastiman los demás,te caes o bien te ponen zancadillas para que lo hagas.

Intentas hacer lo correcto, lo que dictamina tu inocente conciencia, lo que tus mayores te han inculcado con tanto esmero desde que pusistes el primer día el pie en el suelo, pero muchas veces, el resultado obtenido, no es el que inicialmente pretendías lograr.

Quieres enamorarte de la persona correcta, idealizada por tí en tus sueños, y el destino o el azar, vuelve a barajar los naipes, y te toca la carta equivocada.

Intentas aprender de tus errores pasados, y la vida, a veces, te dá una segunda oportunidad, como afortunadamente me la dió a mí.

Tus sueños de la niñez y de tu adolescencia pasada y eternamente añorada, se tornan realidades inesperadas, y no siempre deseadas, pero siempre hay que actuar con positividad, con la esperanza renovada , para aprovechar esa segunda oportunidad( que yo tuve), pero que a muchos les es negada.

Hay que tirar del carro, sacarlo del fango, y encontrar una vía segura, por donde pueda nuestra vida fluir, y reconstruir nuestros pedacitos del pasado, con una visión brillante de futuro.

Yo, sin ir más lejos, cuando creía que nunca me iba a despertar de mi peor pesadilla, abrí los ojos, aparté mis demonios pasados, me armé de coraje y de ganas de vivir, y junto a mi afán de superación, salí del atolladero, o así lo creo yo.

Intenté dar paso a una persona nueva, renovada, positiva y con ganas de conseguir lo que anteriormente se me había negado y era mío por derecho.

Aunque a veces, tengamos bajones, como me pasó a mí, la semana pasada, hay que intentar subir un nuevo peldaño de esa escalera que la vida te ha puesto delante para conseguir tus metas.

No hay que dejarse llevar por el pesimismo, por el desánimo, por la desesperanza ni por la angustia que a veces nos atenaza el pecho y creemos que nos va a asfixiar, pues después de una tormenta, las nubes nos dejan ver un rayito de sol y de esperanza.

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