31 jul 2009
CINE
Una vez leí que Stanley Kubrick afirmaba que de un libro malo era más probable hacer una película realmente buena. No es el caso de La mujer de mi hermano, porque el libro (que no es lo mejor de Bayly) podríamos decir que es tan entretenido como su par cinematográfico.
En la versión fílmica influye muchísimo la puesta en escena (los decorados, los ambientes, los actores: todo bellísimo), en el libro la prosa divertida e irónica de Jaime Bayly, quien para la película también escribió el guión.
Por algo dicen que toda historia ya ha sido contada y Jaime Bayly no tuvo que inventar mucho para darle vida a su relato. Bárbara Mori (Zoe) es Madame Bovary, Christian Meier (Ignacio) su aburrido y aletargado esposo: Charles Bovary. Claro que, en la historia de Flaubert no existe Manolo Cardona, al menos no del mismo modo que en la novela de Bayly. Tampoco el escritor francés tenia en la cabeza una historia sobre doble moral, gays en el closet o abusos y engaños entre hermanos.
Sin embargo, el aburrimiento, la monotonía en el matrimonio, las dificultades en las relaciones de pareja son parte del argumento que Bayly utiliza para echar su cuento: una mujer romántica y aburrida, atrapada en un matrimonio indiferente.
Para quien lee el libro y ve luego la película el choque no es tan garrafal, Bárbara Mori es una Zoe exacta a la que describe Bayly en las más de doscientas páginas de su novela. Meier y Cardona son dos actores efectivos que ya se han desenvuelto muy bien en el cine (No se lo digas a nadie y Rosario Tijeras respectivamente).
La hipocresía, las apariencias, los secretos y la moral conservadora cuestionada son algunos de los temas favoritos de Jaime Bayly, y este film no es la excepción. El final muestra la complejidad de los deseos y apetencias humanas.
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