Y
vivieron por siempre felices… Así es, según la tradición, como debe terminar un cuento que se precie, ¿Pero no daría lo mismo, cómo se inicie un relato? Habría que preguntarse, ¿cuántas fábulas tienen un final feliz, sin que se les haya truncado a los personajes principales el alma? ¿Cuantas almas habrán podido disfrutar plenamente de su princesa o de su príncipe encantado? Erase una vez… un relato que jamás acabó como es costumbre iniciarlo… Pues en este mundo de colores e ilusiones debe caber todo, incluso los deseos de andar boca abajo, o amar a un pez que siempre se te escurrirá de las manos al besarlo, o ver a una tortuga trepar a la copa de un pino y que luego esta quiera volar, o besar a los sapos y no encontrar al encantado de sangre azul bajo la dorada Luna. Si se llega a la conclusión de que las “vacas pueden volar”, ¿por qué a las personas no se les permite soñar despiertos sin ser llamados ilusos? ¿Verdad que todo lo que no se inicia como los demás dicen que es la tradición, al final todo acaba mal, o su personaje termina en un hospital psiquiátrico? Pero lean bien: “No están todos los que son, ni son todos los que están”...
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