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HUYE!
Paz para la lumbre luna,
Diosa de nacar y espuma
Que agita diminutas ondas
En un silencio de besos.
Miradas sin colmillos ni deseos,
Cuajan escarcha en la agonía del rocío.
En párpados azules
Medra el crí-crí de las sirenas nocturnas
Y una caricia suya navega negros crespones.
Yo que me apiado de quienes no cantaron,
Yo que guardo silencio
Para sostener amores indefensos
Frente a ojos y palabras ensañados;
¡Te detesto!
Como detesto olvido, crimen o desencanto.
Luego es tu carne que se pudre
Y acude a banquetes, arrojada,
Despedida para siempre
De los ríos siderales.
Dama, dueña, amor mío, princesa
¡Te detesto!.
Tu sangre se posa en el espejo,¡Mira!
No hay un grito,
No hay despojos
Y nadas con las que no contaste
Soñaran contigo
Y te suman, te disuelven
Para que tu no existas...
Para que nunca hayas sido.
¡Huye princesa!
No naciste para adornar mis versos
O muere ya, amor mío,
Que mi voz no te encuentre.
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