Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

20 ene 2017

Cómo descubrí que mi pareja me engañó y cómo reaccioné.

El 30 % de los españoles confiesa ser infiel. Al resto le toca averiguarlo y, lo más duro, asimilarlo.

Retrato robot del hombre infiel: 43 años, casado y con poder adquisitivo medio-alto. En la imagen, Billy Crystal y Meg Ryan en 'Cuando Harry encontró a Sally' (1989).
“¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? Yo que te hubiera querido hasta el fin. Sé que te arrepentirás”.
 La celebérrima canción de Alaska y Dinarama caricaturiza muy bien la furia y la sed de venganza que embargan a una persona cuando descubre que su pareja le ha sido infiel.
 Algo cada vez más común si atendemos al reciente estudio realizado por el instituto IPSOS, según el cual un 30 % de la población española es infiel, cosa que nos otorga el dudoso honor de estar a la cabeza de Europa en esta materia.


Según datos facilitados por la web de contactos Ashley Madison, el retrato robot del hombre infiel corresponde a alguien de 43 años, casado, con poder adquisitivo medio-alto y, de profesión, empresario, directivo, médico o abogado.
 En cuanto a la mujer, tiene una edad media de 34 años, en el 67 % de los casos está casada y trabaja como administrativa, maestra, directiva o ama de casa.
 Los porcentajes de infidelidad entre ambos sexos son los siguientes: un 35 % de ellos y un 26 % de ellas reconocen haber echado, al menos, una cana al aire.
El 72 % de los hombres considera que la infidelidad sexual es peor que la infidelidad emocional, mientras que el 69 % de las mujeres encuentra la emocional más grave
Se trata, el de la infidelidad, de un tema espinoso donde existe una doble moral. 
Según el citado estudio de IPSOS, la inmensa mayoría de la población (83 %) cree que es posible serle fiel a la misma persona toda la vida, mientras que un 65 % considera que es factible estar enamorado de dos personas al mismo tiempo. 
¿Cómo puede darse tamaña contradicción?
Esteban Cañamares, psicólogo clínico y autor del libro ¿Por qué le es infiel? (Editorial Amat), nos cuenta cómo la contradicción atiende a profundas razones antropológicas: “Por un lado somos seres curiosos que buscamos aventuras y nuevas formas de amar, pero como primates necesitamos estabilidad emocional.
 Son dos tendencias contrapuestas que habitan en nuestro interior. Esto se soluciona con la ley del embudo: buscamos ser atractivos y seducir a nuevas personas, pero al mismo tiempo queremos que nuestra pareja nos sea fiel.
 Una de las consecuencias de esto es que alrededor de un 13 % de los hijos no son de sus padres oficiales”.
Está claro que todo es muy divertido mientras uno mantiene sus infidelidades en secreto. 
Pero los problemas crecen cuando nuestra pareja nos descubre.
 El doctor Cañamares asegura que al infiel se le suele pillar “por un descuido o una incongruencia que provoca que la pareja engañada tire del hilo”.
En cuanto a las reacciones, el psicólogo se lamenta de que, por regla general, sean desproporcionadas: “La mayoría explota en ira, aborda al infiel en caliente y monta una historia de buenos y malos. En realidad se debe hacer lo contrario: templarse, reflexionar y preguntarse si la infidelidad es puntual o sistemática, para dilucidar si se va a repetir o no”. 
Sobre este punto, un estudio de la red de encuentros extraconyugales Gleeden demuestra que un 16 % de los adúlteros repitió su experiencia antes de pasar dos meses del primer engaño y un 21 % antes de los 6 meses de empezar su vida de infiel.
La reacción de la persona engañada será más o menos colérica en función de diferentes factores, como pueden ser el carácter o el género, y del móvil de la infidelidad: no es lo mismo ser infiel por amor que hacerlo por placer.
 Según una encuesta de la web de aventuras extramaritales Victoria Milan, el 72 % de los hombres considera que la infidelidad sexual es peor que la infidelidad emocional, mientras que el 69 % de las mujeres encuentra la infidelidad emocional como algo mucho más grave y difícil de olvidar.
E steban (fotógrafo, 32 años): “Mi novia llevaba meses siéndome infiel con su jefe. Lo descubrí porque un amigo los vio en un restaurante. 
Al enterarme, monté en cólera y a punto estuve de cometer un disparate, pero por suerte el amigo que me lo contó me paró los pies y me hizo entrar en razón.
 Lo mejor que podía hacer era olvidarme”.
2. Carolina (secretaria de dirección, 29 años): “Me envió por guasap un mensaje: 
‘En un rato te veo en el hotel'. El mensaje no era para mí, que estaba en casa con fiebre, sino para otra chica. Lo primero que hice fue estrellar el móvil contra la pared y gritar. Al volver a casa me encaré con él y me contó todo
. Dijo que esa chica no era importante para él, que me quería a mí. Me enfadé mucho.
 Pero reflexioné y le perdoné. Han pasado unos años y creo que aquel episodio incluso nos ha reforzado como pareja”.


 

 

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