Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

6 feb 2012

El Salto del Angel

Necesidades

Por: | 06 de febrero de 2012
EvelynInsistimos en que vivimos tiempos singularmente complejos y difíciles.
Y digo singularmente, porque no son precisamente fáciles para muchos, pero tampoco lo fueron para quienes nos precedieron.
Quizás ello explique tanto el desconcierto general como cierta sabia o resabiada serenidad.
¿Qué necesitamos en esta situación? No nos preguntamos ahora por lo que nos apetece, ni siquiera por lo que queremos o deseamos. Estamos hablando de necesidad, de necesidades. Y en esto, también, las situaciones y los planteamientos son muy dispares. Entre las múltiples definiciones de economía que se nos ofrecen, Schumpeter viene a decir que es la ciencia que trata de casar los recursos escasos con las necesidades ilimitadas.
Aunque se la ha caracterizado como ciencia sombría, me fijo en esta ocasión en la referencia a “las necesidades ilimitadas”.
Bien aprendimos que muchas necesidades se pueden generar y desde luego no habrá modo alguno de afrontarlas si acabamos considerando que son imprescindibles tantas y tantas demandas que hacemos y nos hacemos
. Pero no faltan quienes tienen necesidades decisivas. Y no es una redundancia. Las tienen de verdad y ello ha de ser nuestra prioridad.
Hablamos de austeridad y sin duda es necesaria en todo caso, no sólo en situaciones difíciles. En tiempos de carencia en los que ya no haya apenas nada no vendría muy al caso reivindicarla. No ha de utilizarse, sin embargo, como arma arrojadiza para reclamar de otros lo que no somos capaces de exigirnos ni de ofrecer. Y hay necesidades acuciantes, irrenunciables, decisivas.
No hemos de olvidar, a su vez, otras singulares necesidades, no menos determinantes, las del afecto y la palabra próximos, la de una mano cercana y afable, mano amiga que, se denomine de uno u otro modo, es solidaridad, la de la implicación personal y social.
Y la complejidad de la situación no ha de ser una coartada para nuestra insensibilidad.
Es inquietante que en ocasiones se busque acumular tanto y que a la par se descuide la falta también radical, la de alguien cercano para poder afrontar la situación, para poder luchar, para reconocer lo que entre nuestras supuestas necesidades no es una simple obediencia a requerimientos provocados.
Alguien que nos acompañe, nos desafíe y nos convoque con otra voz que pueda vincularse a lo que sentimos y precisamos. Dejar solo y aislado a quien tiene necesidad es marginarlo.
De entre las múltiples razones para acercarse a “La cara interna del  viento o La novela de Hero y Leandro”, de Milorad Pavić,  considerado el Borges serbio, está su modo de enlazar la historia contada por Leandro con la relatada por Hero.
La página azul, mar que separa ambas narraciones, las invierte en el abrazo de su encuentro. Ello no impide un desenlace fatal. Dos inicios para recrear el mito clásico de Museo, y una misma necesidad.
No es cuestión simplemente de imaginar ni nuestro destino, ni nuestras necesidades.
Es, sobre todo, imprescindible no inventarlas ni dejárnoslas crear indefinidamente.
La austeridad es asimismo un elemento de salvaguarda, de elección, de preferencia.
Hay diferentes modos de ser austero. Y desde luego no es cosa de dar por sabido ni siquiera lo que uno o la sociedad más necesita. Hemos de cuestionárnoslo una y otra vez. Pavić inicia su texto con lo que  a  Leandro le decía su padre. “Todos los futuros poseen una gran virtud: la de no ser jamás tal y como te los imaginas.” Y también la de, con su desconcierto, afectar al presente.

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