Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

4 nov 2019

El lado oscuro de 12 grandes iconos de Hollywood

Se mostraron bellos y poderosos en la pantalla, pero fuera escondían vidas amargas.

steve mcqueen
Steve McQueen, sentado en el sofá de su casa de Palm Springs (California) con una pistola en la mano, en mayo de 1963. Foto: Getty

 El actor John Cusack definió Hollywood así en The Guardian: “Una casa de putas donde la gente se vuelve loca”.

 Las vidas de sus estrellas darían para melodramas trágicos, comedias negras y thrillers macabros tan delirantes que ningún guionista se atrevería a escribirlos.

 Algunos actores llegaron a Hollywood huyendo de infancias truculentas; otros venían de hogares felices, pero la industria, la ambición y el vicio les corrompió.

 Pero ninguno de ellos tuvo vidas tranquilas o completamente felices, con una excepción: Paul Newman. 

 A estas 12 estrellas del Hollywood dorado les habría venido genial que Newman les diese un par de consejos.

 

Errol Flynn, en el centro, durante una cena con amigos en un club de Washington en 1939.
Errol Flynn, en el centro, durante una cena con amigos en un club de Washington en 1939. Foto: Getty

- Errol Flynn: le tapaban todos sus desmanes

Pasó a la historia como... Errol Flynn (Australia, 1909-Canadá, 1959) fue el primer aventurero del cine (El capitán Blood, Robín de los bosques, Murieron con las botas puestas...) y un galán disfrutón que se pasaba las noches en fiestas donde docenas de mujeres le asediaban. 
Su imagen pública quedó resumida en aquella leyenda urbana de que era capaz de tocar el piano con su pene: virilidad, descaro y rumores.
Su lado oscuro. Flynn se dio cuenta de que no le hacía falta reflexionar sobre sus actos, porque el estudio se encargaría de ocultarlos: cuando le dio un puñetazo a su mujer, Warner aseguró que habían sufrido un accidente de coche para evitar atropellar a un gatito.
 Cuando dos adolescentes le acusaron de violación, el abogado de Flynn basó su defensa en tres supuestos: “¿qué esperaban que ocurriese si se tumbaban en una cama con Flynn por ahí rondando?”, 
“incluso aunque no quisieran, era imposible que no disfrutasen”, y “todo es mentira, se lo están inventando”.
 El jurado declaró inocente al actor, que siguió siendo la mayor estrella de Hollywood hasta que la adicción a la heroína le consumió y murió a los 50 años. 

Cary Grant con su hija Jennifer Grant en brazos en un restaurante en 1967.
Cary Grant con su hija Jennifer Grant en brazos en un restaurante en 1967. Foto: Getty

- Cary Grant: traumatizado por el fantasma de su madre

Pasó a la historia como... El único hombre en el que hay que fijarse para parecer elegante, ya sea gastando bromas, ligando con Katharine Hepburn o huyendo de una avioneta.
 George Clooney se ha forjado una carrera entera imitándolo.(Totalmente de acuerdo).

Su lado oscuroCary Grant (Ingraterra, 1904-EE UU, 1986) jamás superó el trauma de ser abandonado a los 11 años por su madre, que desapareció sin dar explicaciones. 
 Cuando a los 31 descubrió que seguía viva en un manicomio, donde su marido la internó para formar una nueva familia, se embarcó en más de 100 sesiones con LSD para tratar de gestionar su dolor.
 Según Grant, este tratamiento le ayudó a comprender que saboteaba sus relaciones para intentar “matar a la madre”, y por eso se casó cinco veces.
 El último matrimonio le dio una hija, Jennifer, y el actor se retiró del cine a los 62 años para dedicarse a cuidar de ella. 
Fue la etapa más feliz de su vida.

Ingrid Bergman rodeada de fans que la dan la bienvenida en el aeropuerto de Nueva York.
Ingrid Bergman rodeada de fans que la dan la bienvenida en el aeropuerto de Nueva York. Foto: Getty

- Ingrid Bergman: el Vaticano contra ella

Pasó a la historia como... Una de las actrices más admiradas, respetadas y taquilleras del Hollywood clásico.
 Cuando protagonizó Las campanas de Santa María, los conventos vieron aumentar el número solicitudes de aspirantes a monja.
Su lado oscuro. El primer marido de Ingrid Bergman (Estocolmo, 1915-Londres, 1982), Petter Lindström, la acusó de ser bebedora, promiscua y obsesionada con su carrera.
 La huida de Bergman a Italia para iniciar un romance con el director Roberto Rossellini escandalizó al Vaticano, al Senado estadounidense y a la prensa: había abandonado a su hija (a quien vería una sola vez durante los siguientes ocho años), a su país y a su industria por un romance.
 Cuando regresó arrepentida, tras divorciarse de Rossellini, Hollywood la celebró como a una hija pródiga dándole el segundo de sus tres Oscars, por Anastasia.
Kirk Douglas junto a la actriz Natalie Wood y el actor Robert Wagner en la década de los 50.
Kirk Douglas junto a la actriz Natalie Wood y el actor Robert Wagner en la década de los 50. Foto: Globe-Photo

- Kirk Douglas: el insistente rumor

Pasó a la historia como... El primer actor de carácter en conseguir ser una estrella comercial, el único que apoyó al guionista Dalton Trumbo cuando el senador McCarthy le metió en la lista negra por afinidades comunistas y, a los 102 años, la última leyenda del Hollywood clásico que queda viva, junto a Olivia de Havilland.
Su lado oscuro. Kirk Douglas (Nueva York, 1916) lleva casi cinco décadas arrastrando el rumor de que encerró a una joven Natalie Wood en una habitación de hotel durante un casting, la agredió, la humilló y la violó varias veces.
 Al llegar a casa, la madre de Wood la regañó por “haber cabreado” al actor y la llevó al hospital discretamente.
 Los estudios ocultaron el suceso, pero Wood nunca se recuperó emocional ni psicológicamente del ataque perpetrado por “un poderoso actor” que, según diversas crónicas como la publicada en Gawker, “todo el mundo sabe que se trata de Kirk Douglas”.
Doris Day en su coche con su perro en 1955. La actriz, que murió en 2019, pasó sus últimos años recluida en casa con sus animales.
Doris Day en su coche con su perro en 1955. La actriz, que murió en 2019, pasó sus últimos años recluida en casa con sus animales. Foto: Getty

- Doris Day: huyó con sus perros, lo único que le importaba

Pasó a la historia como... El emblema de lo que una mujer estadounidense de los cincuenta debía ser (decente, encantadora y sumisa) en docenas de ingenuas comedias románticas.
 Todavía ostenta el récord de ser la estrella más taquillera cuatro años seguidos.
Su lado oscuro. Doris Day (Ohio, 1922-California, 2019) odiaba ser actriz, porque solo quería ser un ama de casa perfecta como las que interpretaba en sus películas.
 A los 16 años se casó con un trombonista que la maltrataba a diario (ella presumía de sus moratones, asegurando que eran resultado de su pasión sexual) y con quien tuvo un hijo. 
A los 24, intentó abandonar su carrera para atender a su segundo marido, y a los 27 su tercer marido/mánager la convirtió en un icono del optimismo de la posguerra para a continuación fundirse todo su dinero. 
Su vida privada (era bebedora y promiscua) jamás se hizo pública, pero la insatisfacción de Day la llevó a pasar sus últimos años recluida con sus perros, en quienes confiaba más que en cualquier persona.
 Murió en 2019, a los 97 años. 


Judy Garland en su camerino durante el rodaje de 'The Judy Garland Special' de la serie de televisión 'Ford Star Jubilee' en Nueva York en 1955.
Judy Garland en su camerino durante el rodaje de 'The Judy Garland Special' de la serie de televisión 'Ford Star Jubilee' en Nueva York en 1955. Foto: Getty
 

Judy Garland: la estrella que no quería vivir

Pasó a la historia como... Judy Garland (Minnesota, 1922-Londres, 1969) fue el símbolo definitivo de todo lo hermoso y todo lo espeluznante de Hollywood.
 A los 17 años, protagonizó El mago de Oz, inscribió Over The Rainbow en el imaginario colectivo como la canción que siempre estuvo ahí y acabó rodando Ha nacido una estrella en calidad de vieja gloria.
 Y tenía solo 32 años.
Su lado oscuro. La Metro-Goldwyn-Meyer le impuso una dieta, desde los 13 años, a base de sopa, lechuga y 80 cigarrillos diarios.
 Le daban anfetaminas para trabajar y barbitúricos para dormir.
 Cuando empezó a desarrollarse físicamente, los ejecutivos se referían a ella en su cara como “una cerda con coletas”, “una pequeña jorobada” o “un monstruo que baila”. 
A los 25 años, intentó suicidarse en un psiquiátrico, sufrió adicción a los somníferos, al alcohol y a la morfina y, tras su segundo intento de suicidio rajándose la garganta, la misma Metro-Goldwyn-Meyer que le había enganchado a todas esas sustancias, la despidió. 
Murió a los 47 de una sobredosis de pastillas. 
Y lo hizo actuando en Londres por cien libras la noche, una decadencia que retrata Judy, el regreso al cine de Renée Zellweger que se estrena el 5 de diciembre.
Anthony Perkins con el actor y cantante Tab Hunter, con el que se le relacionó sentimentamente. La imagen es del documental 'Tab Hunter confidential'.
Anthony Perkins con el actor y cantante Tab Hunter, con el que se le relacionó sentimentamente. La imagen es del documental 'Tab Hunter confidential'.

- Anthony Perkins: vivió en un armario y falleció por el sida

Pasó a la posteridad como... Norman Bates, el psicópata en el que se inspirarían muchos de los asesinos de cine que llegaron después.
 Anthony Perkins (Nueva York, 1932-Los Ángeles, 1992) entró en el motel de Psicosis como un actor de prestigio y un cantante de éxito, pero le marcó tremendamente el personaje: estaba condenado a que cada vez que alguien le mirase a la cara solo viese a Norman Bates.
 El actor exigía por contrato que durante los rodajes nadie le mencionase Psicosis.
Su lado oscuro. Perkins se parecía más a Norman Bates de lo que le habría gustado.
 El desmesurado afecto de su madre, según el mismo confesó con “ciertas connotaciones sexuales”, le llevó a sentir celos de su propio padre de niño y a desear su muerte.
 Ante el fallecimiento de este, cuando Anthony tenía solo cinco años, el niño quedó traumatizado y convencido de que él era el culpable. 
Alfred Hitchcock (director de Psicosis) sabía perfectamente lo que estaba haciendo cuando le dio el papel de Norman Bates.
 Perkins se pasó toda la vida dentro del armario y se sometió a terapias de electroshock para curar su homosexualidad, se acostó por primera vez con una mujer a los 39 años y acabó casándose con su mejor amiga del colegio. 
Tras su muerte por sida en 1992 (con 60 años), sus dos hijos publicaron un comunicado del actor en el que explicaba cómo esa enfermedad, supuestamente un castigo de Dios, le había hecho conocer el amor, la generosidad y la humanidad al final de su vida.
Carmina Cansino (prima de Rita Hayworth), Eduard Cansino (bailarín sevillano y padre de la actriz) y Rita Hayworth durante el rodaje de 'Bailando nace el amor' en 1943.
Carmina Cansino (prima de Rita Hayworth), Eduard Cansino (bailarín sevillano y padre de la actriz) y Rita Hayworth durante el rodaje de 'Bailando nace el amor' en 1943. Foto: Getty
 

- Rita Hayworth: su calvario empezó cuando su padre abuso de ella

Pasó a la posteridad como... Gilda (su personaje en la película del mismo título de 1946), el mito erótico oficial de los cuarenta hasta el punto de que su efigie estaba dibujada en las bombas que tiraba el ejército americano. “Los hombres se van a la cama con Gilda, pero se despiertan conmigo”, lamentó al final de su vida.
Su lado oscuro. Rita Hayworth (Nueva York, 1918-1987) vivía aterrorizada por la atención mediática, su complejo de inferioridad y la certeza de que los hombres solo estaban interesados en su cuerpo. 
Su padre (un bailarín sevillano llamado Eduardo Cansino) se la llevó de gira a los 12 años, presentándola como su esposa y obligándola a mantener relaciones sexuales con él
. Se casó cinco veces, fracasando en su sueño de construir un hogar tradicional lejos de Hollywood y consumida por la ansiedad, los ataques de pánico y el alcoholismo. Cuando viajó a Madrid, ya enferma de alzhéimer sin diagnosticar, José María Íñigo optó por recortar la entrevista al sentir lástima por el estado mental de la actriz. Hayworth aseguraba que solo fue feliz durante su convulso matrimonio con Orson Welles, el único hombre en la industria que la valoró como actriz.
 A raíz de lo que dijo Hayworth, Welles afirmó: “Si aquello fue felicidad para ella, no me quiero imaginar cómo fue el resto de su vida”.
Gene Tierney tomando el sol en 1940. Fue considerada
Gene Tierney tomando el sol en 1940. Fue considerada "la mujer más bella del mundo". Foto: Getty

- Gene Tierney: "la mujer más bella del mundo" que acabó en un psiquiátrico

Pasó a la posteridad como... Una mujer tan guapa que el maquillaje estorbaba su belleza y acabó rodando con la cara lavada. 
Todos los personajes de Laura (película que protagonizó en 1944) estaban obsesionados con ella, y eso que durante media película solo aparecía en un cuadro colgado de la pared; cuando por fin irrumpía en la historia conseguía que el público comprendiese esa fascinación colectiva con ella. La apodaron La mujer más bella del mundo.

Su lado oscuro. 

 Gene Tierney (Nueva York, 1920-Texas, 1991) no se dejó dominar por el sistema de estudios de Hollywood: para su primera película cobró cinco veces más que el resto de actrices debutantes y exigió que si la Fox no le daba trabajo en tres días su contrato se rescindiría. Durante una visita a los soldados en la Segunda Guerra Mundial, una marine enferma de rubeola se saltó la cuarentena y se coló para saludar a Tierney, su actriz favorita.

 Como resultado, Gene dio a luz a una niña con discapacidad mental que se pasó toda la vida en una institución sin madurar más allá de los dos años. Ahogada por la culpabilidad, Tierney pasó largas temporadas en psiquiátricos por culpa de lo que solo hoy se conoce como depresión clínica.

 Recibió terapias de electroshock, sufrió paranoias y alucinaciones toda su vida e intentó suicidarse dos veces.

 Fue la primera galardonada con el premio Donostia del Festival de San Sebastián en 1986, cinco años antes de su muerte. 



Steve McQueen junto a su primera mujer, la actriz Neile Adams, en su casa en 1958.
Steve McQueen junto a su primera mujer, la actriz Neile Adams, en su casa en 1958. Foto: Getty

- Steve McQueen: se definía como un "cerdo machista"

 

Pasó a la posteridad como... El icono que sirvió como puente entre John Wayne y Tom Cruise: en él confluían, de forma natural, la virilidad ruda de posguerra y la masculinidad sofisticada de los yuppies. 
 Bullit, La gran evasión o El secreto de Thomas Crown le convirtieron en el tipo más cool de todo Hollywood.
Su lado oscuro. Steve McQueen (Indiana, 1930-México, 1980) reconocía ser “un cerdo machista”. 
Le daba palizas a su primera esposa, Neile Adams (a quien llegó a encañonar con una pistola en un ataque de celos), y le prohibió trabajar a la segunda, Ali McGraw, durante los cinco años que estuvieron juntos para que se dedicase a servirle carne con patatas cada noche a las seis en punto y le dejase cenar viendo la tele en silencio. 
 Le gustaba beber, conducir rápido y drogarse (cocaína, peyote, LSD y nitrato de amilo para sus atracones de sexo), pero odiaba compartir película con otros actores: exigió que Paul Newman tuviese exactamente el mismo número de palabras que él en El coloso en llamas y que la última frase de la película fuese suya.
 Esta inseguridad paranoica venía por el abandono de su madre, una prostituta adolescente que le acogió de nuevo años después.
 Pero las palizas de su padrastro llevaron a McQueen a dormir en la calle con nueve años. 
“De lo único que Steve McQueen siempre ha estado seguro”, aseguraba su amigo Robert Vaugh, “es de su atractivo para las mujeres”.

A la izquierda, Lana Turner en 1958 junto a su hija Cheryl Crane, que fue acusada de matar al novio de su madre, el mafioso Johnny Stompanato, y más tarde fue absuelta. El hombre que aparece en el medio era el abogado de la menor, Jerry Geisler. A la derecha, el cadáver de Johnny Stompanato.
A la izquierda, Lana Turner en 1958 junto a su hija Cheryl Crane, que fue acusada de matar al novio de su madre, el mafioso Johnny Stompanato, y más tarde fue absuelta. El hombre que aparece en el medio era el abogado de la menor, Jerry Geisler. A la derecha, el cadáver de Johnny Stompanato. Foto: Getty

- Lana Turner: el oscuro asesinato de su novio mafioso

Pasó a la posteridad como... La femme fatale de El cartero siempre llama dos veces, la sufridora de Imitación a la vida y una de las celebridades favoritas de la prensa gracias a su siempre entretenida vida sentimental. 
“Yo quería tener un marido y siete hijos”, bromeó en una ocasión, “pero acabé teniendo una hija y siete maridos”.
 Su lado oscuro. Su novio, el mafioso Johnny Stompanato, fue asesinado por Cheryl Crane, la hija de Lana Turner (Idaho, 1921- Los Ángeles, 1995).
 Como tenía 14 años, la niña no tuvo que testificar y fue absuelta por homicidio en defensa propia.
 Sin embargo, varios biógrafos de Lana Turner aseguran que fue la actriz quien apuñaló a su novio en un ataque de celos tras encontrárselo en la cama con su hija. 
 Esta teoría explicaría que la escena del crimen no tuviese restos de sangre ni huellas, porque, supuestamente, fue reordenada por el abogado de la actriz antes de llamar a la policía.
Joan Crawford paseando con sus cuatro hijos, Christopher, Cathy, Cynthia, y Christina.
Joan Crawford paseando con sus cuatro hijos, Christopher, Cathy, Cynthia, y Christina. Foto: Getty

- Joan Crawford: acabó enclaustrada y sola

Pasó a la posteridad... Como una de las estrellas más populares, glamourosas y magnéticas de los años treinta y cuarenta. 
El legado artístico de Joan Crawford (Texas, 1904-Nueva York, 1977), sin embargo, ha quedado a menudo eclipsado por su carácter y los abusos que perpetró sobre sus hijos.
 Su lado oscuro. Crawford consideraba que las relaciones sexuales que mantuvo con su padrastro a los 11 años eran afectuosas y consensuadas y no una violación, y siempre se mostró agradecida a Hollywood por haberle dado todo lo que tenía.
 Al pertenecer a la primera generación de estrellas, Crawford no podía imaginarse que pasados los 50 Hollywood la abandonaría relegándola a una carrera de terror de serie B y a vivir enclaustrada durante sus últimos años de vida. 


Su hija Christina, rabiosa por no haber recibido nada en la herencia, se vengó publicando un libro que dejaba a Joan Crawford como una desquiciada violenta y una parodia grotesca de las divas de Hollywood. La película Queridísima mamá enturbió para siempre el recuerdo de Crawford en el público. 
Al menos Joan no vivió para sufrir esta ridiculización.


 

3 nov 2019

La doble faz de Anna Wintour, la todopoderosa reina de la moda

La directora de la edición estadounidense de 'Vogue' celebra su 70º cumpleaños como una figura controvertida, criticada por su frío elitismo y alabada por aplicar su talento a la filantropía.

Anna Wintour, el pasado septiembre en un desfile en Londres.
Anna Wintour, el pasado septiembre en un desfile en Londres. GTRESONLINE

 

Apenas levantaba un palmo del suelo y ya sabía por dónde iban los tiros. 
Cuando, a principios de los sesenta, la pequeña Anna Wintour acudía a la escuela North London Collegiate, un elitista centro femenino londinense que hoy tiene sedes en Corea y Dubái, la moda ocupaba un lugar importante en su cabeza.
 O quizá la rebeldía. Porque entonces ya se levantaba los dobladillos e incluso se cortaba los bajos de la falda del uniforme escolar para así dejarlos al estilo imperante del swinging London del momento.

No es que de las trastadas de adolescencia al trono de Vogue se pase inmediatamente.
 Pero la anécdota da una idea de que la hija de Charles Wintour, editor del Evening Standard, adorado por la niña y llamado Chilly (Helado) Charlie apuntaba maneras.
 Este domingo esa londinense, con más de tres décadas de carrera en Estados Unidos gracias a la dirección de la revista más famosa del mundo, que ostenta desde 1988, cumple 70 años. 
Y sigue teniendo las ideas tan claras como entonces.
Un aniversario redondo, pero que no implica poner un pie en la jubilación. 
Esa ni está ni se la espera. 
Hoy Wintour parece inamovible en Vogue y en el grupo al que pertenece, Condé Nast, que hace seis años la convertía en directora artística de toda la editorial y hace uno la reafirmaba indefinidamente en el cargo.
 Sin embargo, no siempre fue así.
 Sus arranques en la revista fueron tan ambiciosos que le costaron nada menos que salir de ella.
Pero aquello fue hace más de treinta años.
 Cuando se convirtió en una incipiente y brillante figura del periodismo británico gracias a sus buenos contactos personales y escolares, que la ayudaban a descubrir modelos y lograr los mejores fotógrafos.
 Con Londres quedándosele pequeño y viendo sus amplias posibilidades —y también que el pasaporte de su madre, estadounidense, era una garantía para dar el salto— se mudó a Nueva York. 
Su primer destino fue nada menos que la decana Harper's Bazaar, en 1975, que le dio una lección de realidad: fue despedida en menos de un año.
 Tras pasar por varias publicaciones, llegó a Vogue en 1983, pero sus diferencias con la entonces directora y los cambios que ella pretendía imponer la mandaron de vuelta a Londres, donde supo volver a brillar:
 dirigir la edición británica de la llamada La biblia de la moda fue, esta vez, el pasaporte definitivo para regresar a EE UU y, esta vez sí, comandar su versión americana.
Grace Coddington y Anna Wintour en un desfile de Dior en Nueva York en julio de 2014.
Grace Coddington y Anna Wintour en un desfile de Dior en Nueva York en julio de 2014. CORDON PRESS
Desde 1988, cuando llegó a Vogue para no salir más, no solo ha colocado la revista en el lugar en el que está gracias a ser una visionaria de las tendencias. 
También ha sabido colocarse a sí misma en el trono.
 Porque, ¿acaso alguien es capaz de nombrar a un puñado de directores de revistas, sean del tipo de publicación y del lugar del mundo que sean?
 Ella, en cambio, tuvo ojo hasta para convertir a la directora en un elemento estrella y en otra pata de la misma.
 "Tanto si estás de acuerdo como si no con sus decisiones, no hay duda de que ha moldeado la moda, se ha anticipado a lo que venía y lo ha sabido adaptar, ya sean las influencers o la mezcla de alta costura y moda de la calle.
 En este tiempo ha amasado más poder en el mundo de la moda que cualquier otro.
 No creo que nadie pueda recrear su camino, o que deba. 
Pero ha sido algo digno de ver", explicaba hace unos días Vanessa Friedman, directora de moda del diario The New York Times, al Daily Mail sobre las altas capacidades de Wintour.

La reina de la moda ha aprendido de imagen pública, mucho y bien, gracias a sus mejores compatriotas en el asunto: los Windsor
Hoy Wintour proyecta una mezcla entre la sobriedad y el elitismo, por un lado, y la profesionalidad y una oculta calidez, por otro.
 Casi nada queda claro en su perfil, siempre hermético.
 Pero ella misma ha ayudado a difundir ciertas leyendas sobre ella y no le hace ascos a las imitaciones, las parodias e incluso las críticas, como el supuesto y durísimo retrato que se hizo de ella en El diablo viste de Prada.
 Su supuesto alter ego, Miranda Priestly, se presentaba como caprichosa, elitista, exigente e intolerante en lo que se convirtió en un popularísimo libro y, después, película.
 Es decir: que hablen, aunque sea mal. 
Una imagen bicéfala que a ella le interesa proyectar, por ella, por su familia y por su cabecera.
 Tanto que en ella implica a los suyos, si se dejan.
 Su actual marido, su exmarido y su hijo han preferido siempre un segundo plano, pero no tanto su hija.
 Pese a rechazar siempre el título de heredera, Bee Shaffer no duda en aparecer a su lado, y la ha ayudado a crear su propia estirpe: el año pasado se casó con Francesco Carrozzini, hijo de quien fuera directora de Vogue Italia, la difunta Franca Sozzani.
Bee Shaffer Carrozzini y Anna Wintour, en junio de 2019 en Nueva York. 
Bee Shaffer Carrozzini y Anna Wintour, en junio de 2019 en Nueva York. CORDON PRESS
En el imaginario colectivo están sus madrugones a las cinco de la mañana para jugar al tenis o su rapidez para despachar a sus asistentes, así como frases lapidarias que repiten sus acólitos: "A Miss Ana no le gusta la gente gorda", ha contado alguna vez el también colaborador de Vogue (entrado en carnes) André Leon Talley
"Creo que en realidad le gusta no ser muy accesible. 
Hasta su oficina es intimidante", cuenta su sempiterna directora creativa y mano derecha, Grace Coddington

Pero también hay quien alaba precisamente eso. "Se ha ido convirtiendo en alguien cada vez más interesante a lo largo de los años. Su próximo acto será el mejor", decía de ella también en el Daily Mail Tina Brown, exdirectora de Vanity Fair y su supuesta eterna rival
 "Siempre la he respetado por hacer un hueco en su agenda para conocer a nuevos talentos poco conocidos.
 Pocos directores hacen eso", contaba allí también el director editorial de la revista que publican los almacenes Harrods.
Quienes han trabajado con ella también dan sus dos caras. 
Mientras que a algunos antiguos asistentes se les escucha la frase: "Te tira al agua, ya nades o te hundas", otros aseguran que "pese ser una de las mujeres más poderosas de los medios es una mentora inspiradora".
La dura directora a la que no le tiembla la mano para tirar a la basura sesiones de fotos de miles de dólares, como se puede ver en el documental The September Issue; pero también la filantrópica creadora de la gala del Met, evento simpar y principal proveedor de fondos para la colección de moda del Museo Metropolitano de Nueva York. 
Una mujer, varias caras, muchos comentarios, todo el poder.
 Ella misma, como se recoge en una biografía escrita en 2005, sabía lo que hacía.
 Desde el principio de los tiempos.
 Lo decía en su revista de cabecera, en 1988: "La gente quiere leer sobre moda y controversias y cotilleos.
 Si Vogue no se lo da, ¿quién lo hará?". Lo ha cumplido a rajatabla.

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Ali MacGraw, una historia de amor entre dos mitos de Hollywood

Dos películas marcaron a la actriz: 'Love Story' por la que conoció a su segundo marido, el poderoso productor recientemente fallecido Robert Evans, y 'La huida', que la unió al tormentoso actor Steve McQueen.

Ali MacGraw en una imagen de 1983.
Ali MacGraw en una imagen de 1983. Getty

Hollywood, el mítico, se movió a golpe de pasiones, profesionales y sentimentales.

 En la vida de la actriz Ali MacGraw se entrelazan todas ellas: la pasión por el cine y la de experimentar el amor hasta el límite de las renuncias personales.

 En 1960, recién licenciada en la universidad llegó su primera pasión: la moda. 

Trabajó con Diana Vreeland, la poderosa editora de la revista Harper's Baazar y después como asistente del fotógrafo Melvin Sokolsky,

 Se casó con Robin Hoen en una unión que duró poco más de un año y en 1966 Chanel llamó a su puerta y utilizó su imagen para lanzar una línea de productos de baño que hizo visible su elegante belleza a los productores de cine.

 Su primer trabajo, Goodbye Columbus (Complicidad sexual) le valió un Globo de Oro y un Bafta como actriz revelación.

 Y, desde entonces, se instaló en ella una nueva pasión, el cine, de la que derivaron las dos historias de amor con dos mitos de Hollywood que marcaron su vida. 

Los guiones de películas no paraban de llegar a sus manos y ella encontró uno que le gustó y que, además, era de un amigo de su época como estudiante en Harvard. 

El guionista se llamaba Erich Segal y la historia que había escrito Love Story.

 Había que buscar un productor y uno de los nombres que no faltaban en las listas de la época era el de Robert Evans, un actor mediocre reconvertido en productor que en ese momento era quien estaba al frente de los estudios Paramount. 



Bob Evans era el prototipo del éxito y de hombre hecho a sí mismo. Lo intentó primero como actor pero él mismo se dio cuenta que era tirando a malo y que pese a su planta, sí quería ser astro de la pantalla debía intentarlo por otros derroteros.
 El dinero que obtuvo de la venta de una empresa textil le proporcionó la llave para seguir en el mundo del cine como productor y su jugada consistió en comprar historias, lo que consideraba la base para hacer buenas películas. 
Adquirió por 50.000 dólares los derechos de El Detective y negoció con Fox para hacer varias películas con ellos.
 Él, que ya llevaba una intensa vida amorosa a sus espaldas, creía en los golpes de suerte y llegó uno en forma de entrevista.
 Era atractivo, ambicioso y perfecto para ser erigido como el nuevo prototipo de productor que necesitaba la industria. 
Evans consiguió un artículo en The New York Times y de paso una oferta para convertirse en el jefe de producción de los estudios Paramount que no vivía uno de sus mejores momentos.
Ali MacGraw y Bob Evans saliendo de una fiesta en Nueva York en 1970.
Ali MacGraw y Bob Evans saliendo de una fiesta en Nueva York en 1970. Getty
Llegaron los éxitos –La extraña pareja, La semilla del diablo, Descalzos en el parque– y también Ali McGraw con su rostro etéreo y su guión de Love Story bajo el brazo. 
 Hubo película y también una apasionada atracción sexual que comenzó en Woodland, la casa llena de eucaliptos y rosales que había pertenecido a Greta Garbo, y acabó en matrimonio el 24 de octubre de 1969 y en borrachera de Dom Perignon en el jardín de los mismos juzgados donde se habían casado. 
Se prometieron amor eterno mientras ella rodaba la película romántica que hizo llorar a medio mundo.
 Pero que Paramount no terminara de alzar el vuelo hizo que Bob Evans olvidara su promesa de no dejarla nunca y se volcara en otro proyecto que partía de un borrador de apenas 30 páginas de una novela titulada Mafia, de un tal Mario Puzo, y que acabó convirtiéndose en El Padrino
Love Story, según su productor no se estrenó, "estalló" en las Navidades de 1970 y la pareja vivió su éxito esperando la llegada de su único hijo en común, Joshua, que nació en enero de 1971. Evans estaba exultante, se sentía el hombre con más suerte del mundo y de repente se despistó y acabó su racha. 
Convenció a su esposa para aceptar el papel de una película alejada de sus registros románticos cuando ella quería seguir al lado de su hijo y Ali MacGraw comenzó el rodaje de La huida junto a otro mito, pero esta vez de los que levantaban pasiones en la gran pantalla: Steve McQueen.
 El matrimonio acudió unido al estreno de El Padrino en marzo de 1972 y ella volvió a Texas para seguir rodando La huida; poco después, el romance de su esposa con McQueen explotó como lo había hecho la película que había unido a la pareja. 
Evans se culpó de la ruptura: "Texas estaba a una hora y cuarenta minutos de un vuelo que nunca hice hasta que la infidelidad me hizo moverme.
 Fue mi culpa. Incumplí la promesa de no dejarla nunca y me sumergí en El Padrino".
 Ali le eximió afirmando que el flechazo con McQueen fue inmediato.
Steve McQueen y Ali MacGraw en 1974.
Steve McQueen y Ali MacGraw en 1974. Cordon Press
McQueen tenía éxito, era endiabladamente guapo y también un alma atormentada. 
Su madre le había abandonado varias veces, había estado en un reformatorio a los 14 años, vivió como un vagabundo y pasó por el ejército antes de encontrar en su camino la interpretación.
 Él era infiel, machista y con arranques violentos, pero su atracción era tan fuerte que enseguida comenzaron a convivir junto con Joshua, el hijo de Ali, y Chad, el de McQueen. 
El actor consiguió que ella abandonara su carrera y aunque nunca le fue infiel, los celos de él, que sí lo era de forma compulsiva, la convirtieron en sumisa y permisiva.
 Para mayor desgracia el alcohol y las drogas también formaban parte de su vida diaria. 
Ali MacGraw tardó en reaccionar pero lo hizo.Cinco años después del flechazo que los unió decidió volver al cine con Convoy y Steve McQueen la echó de casa casi sin dinero propio y con una carrera que debía reconstruir.
 Nunca volvió a coger la velocidad de crucero que tenía cuando conoció al atormentado actor. 
Era 1978, el mismo año en el que pocos meses después McQueen recibió la noticia de que estaba enfermo de cáncer. 
Murió en 1980 con 50 años. 

Ni vestidos de princesa, ni alfombras rojas. La evolución de la alta joyería

Camisa de cuadros de Gucci. Anillo en oro blanco con tanzania, zafiros azules y diamantes hortus deliciarum, y pendientes de oro blanco y rosa, espinelas azules y lilas con diamantes, ambos de Gucci. Camisa de cuadros de Gucci. Anillo en oro blanco con tanzania, zafiros azules y diamantes hortus deliciarum, y pendientes de oro blanco y rosa, espinelas azules y lilas con diamantes, ambos de Gucci.
  Sujetador de Eres, pantalón negro de Prada y guantes negros bordados con flores de Gucci. Tiara en oro blancornde 18 quilates y diamantes talla brillante; colgante en oro blanco de 18 quilates, engarzado con una esmeralda de corte pera de 2,5 quilates y diamantes de talla brillante, y brazalete con diamantes talla brillante. Las tres piezas pertenecen a la colección Joséphine Aigrette Impériale, de Chaumet. La máscara de pestañas Monsieur Big, de Lancôme, aporta volumen y larga duración.  Sujetador de Eres, pantalón negro de Prada y guantes negros bordados con flores de Gucci.
 Tiara en oro blanco de 18 quilates y diamantes talla brillante; colgante en oro blanco de 18 quilates, engarzado con una esmeralda de corte pera de 2,5 quilates y diamantes de talla brillante, y brazalete con diamantes talla brillante.
 Las tres piezas pertenecen a la colección Joséphine Aigrette Impériale, de Chaumet. La máscara de pestañas Monsieur Big, de Lancôme, aporta volumen y larga duración. 



Cárdigan rojo de cachemir de Chanel. Pulsera Moisson de Perles en oro blanco de 18 quilates engastado con 239 diamantes,rn4 diamantes talla pera y 32 perlas cultivadas japonesas, y collar Vol Suspendu en oro blanco y diamantes. La modelo lleva el sérum activadorrnde la luminosidad de la piel Advanced Génifique, de Lancôme. Cárdigan rojo de cachemir de Chanel. Pulsera Moisson de Perles en oro blanco de 18 quilates engastado con 239 diamantes, 4 diamantes talla pera y 32 perlas cultivadas japonesas, y collar Vol Suspendu en oro blanco y diamantes
. La modelo lleva el sérum activador de la luminosidad de la piel Advanced Génifique, de Lancôme. 


 
Chaqueta con los puños abiertos de Alaïa. Collar Labyrinth realizado en oro blanco con zafiro azulrnde 35 quilates y diamantes talla brillante, y anillo perteneciente a la colección Iqono realizado en oro blanco con diamante central tallarnoval y orla de diamantes talla trapecio, ambos de Suarez. La máscara Hypnôse, de Lancôme, aporta un extra de volumen de pestañas. Chaqueta con los puños abiertos de Alaïa. Collar Labyrinth realizado en oro blanco con zafiro azul de 35 quilates y diamantes talla brillante, y anillo perteneciente a la colección Iqono realizado en oro blanco con diamante central talla oval y orla de diamantes talla trapecio, ambos de Suarez.
 La máscara Hypnôse, de Lancôme, aporta un extra de volumen de pestañas.


Camisa en color verde lima de Coperni. Pendientes y anillo de la colección Green Carpet, de Chopard, realizados con oro ético certificado y esmeraldas talla pera. La modelo lleva Teint Idole Ultra Wear, de Lancôme, base de maquillaje de alta cobertura y larga duración.  Camisa en color verde lima de Coperni. Pendientes y anillo de la colección Green Carpet, de Chopard, realizados con oro ético certificado y esmeraldas talla pera.
 La modelo lleva Teint Idole Ultra Wear, de Lancôme, base de maquillaje de alta cobertura y larga duración.  


Americana de cuadros de Celine. Anillo, pulsera y pendientes en oro blanco y de diamantes de la colección Réflection, de Cartier.rnLa modelo lleva el delineador de ojos Le Crayon Khôl tono 01 Noir, de Lancôme. Americana de cuadros de Celine. Anillo, pulsera y pendientes en oro blanco y de diamantes de la colección Réflection, de Cartier. La modelo lleva el delineador de ojos Le Crayon Khôl tono 01 Noir, de Lancôme.
6Americana de cuadros de Celine. Anillo, pulsera y pendientes en oro blanco y de diamantes de la colección Réflection, de Cartier. La modelo lleva el delineador de ojos Le Crayon Khôl tono 01 Noir, de Lancôme. 
Americana de raya diplomática y pantalones de pana, ambos de Dior. Pendientes y anillo de la colección Salon de Diane, en oro blanco y oro rosa, plata envejecida, platino, diamantes y esmeraldas, de Dior. La modelo luce el labial mate de larga duración L’Absolu Rouge Drama Matte en el tono 274 Sensualité, de Lancôme.