Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

3 ago 2019

“Traigo heridas de guerra”............................ Jesús Ruiz Mantilla

Isabel Pantoja empieza a adaptarse a la nueva fiebre que ha generado tras su hazaña en 'Supervivientes'.

Un despacho de Telecinco.

 Isabel Pantoja empieza a adaptarse a la nueva fiebre que ha generado tras su hazaña en Supervivientes.

 Posa, mira profundo y sonríe.

 Quien la observa, comprende el más puro significado de la palabra artista. 

Pregunta. A su paso por Supervivientes podemos llamarlo triunfar. ¿Lo nota?

Respuesta.

 Por donde quiera que voy, me tienen como ganadora. Les he dado mucha audiencia.

 Y yo sé que gracias a mí, como me ha dicho la plana mayor de la cadena.

P. ¿Qué tal esas rodillas ensangrentadas?
R. Fatal. Vengo con heridas de guerra.
 Por seis días no estuve en la final, pero me siento ganadora.
 Yo había días que no me imaginaba en un programa. Hablaba, cantaba, me levantaba con las legañas... 
Era yo, como en mi casa.
P. ¿Qué le hacía caer más en la cuenta de que estaba en un reality? ¿Las cámaras o la actitud de fieras de sus competidores? 
R. Me he defendido como una leona. No vuelvo con rencor, pese a los momentos malos y malísimos.

P. Como cuando la acusaron de robar comida. ¿La robó?
R. Ja, ja, ja… Aquello, como dijo Jorge Javier, fue un pirata, que vino y se fue… En cuanto a los demás, tenían sus estrategias.
 Iban a ganar. Yo no. Solo a vivir la experiencia.
P. ¿Qué partes de su pasado le han ayudado a resistir?
R. De mi pasado y de mi presente… Mi familia y luego mi padre y mi marido, a los que cada noche yo les pedía fuerzas para no defraudar.
P. ¿Se le han despertado algunos fantasmas en la isla?
“Llevo 45 años siendo Pantoja y la luz la tengo dentro”
“No estoy preparada todavía para hablar de la cárcel”
R. He perdido muchos miedos.

P. ¿A qué?
R. A la oscuridad, a los animales, a lo desconocido, a dormir a la intemperie, a la soledad… 
Porque aun estando acompañada, me he sentido muy sola.
P. ¿Miedo a la soledad más que cuando se quedó viuda?
R. No.
P. ¿Miedo a la soledad más que cuando entró en la cárcel?
R. Eh…. No.
P. ¿Sintió allí más solidaridad incluso que en la isla?
R. La verdad es que sí.
P. ¿Le dio aquella experiencia nuevas armas para la vida?

R. Yo es que de ese tema, no me gustaría hablar. 
Lo haré en su momento y claramente.
 No estoy preparada todavía. Trato de pasar página. Me falta un centímetro y daré carpetazo.
P. Pero ya pagó su condena.
R. Sí, sin haber hecho nada, que es lo peor. 
En su momento, seguiremos hablando de ese tema tú y yo.
P. ¿Tiene ganas de subirse a un escenario y cantar?
R. En la isla me he hartao de cantar. Porque si no, a ver, qué hacía. Me tenía que evadir.
 A mí me ha faltado en la isla arte. Estoy loca por subirme a un escenario.
P. ¿Le han contado la que se ha ido liando en las redes?
R. Yo no tengo nada de eso, el guasa, el WhatsApp… Y ya.
P. El guasa, me gusta más. En la isla ha sido madraza, pero también hemos visto que le palpitaba el corazón. ¿Quién le hacía tilín?
R. ¿A mí? Nadie.
 Por favor: la virgen del Rocío me libre.
P. ¿Cuando ha vuelto a su casa qué fue lo primero que hizo?
R. Abrazar a mi madre. Darle los besos que no pude en tres meses y seis días. 
Y a toda mi familia.
P. Usted dice mucho cuando calla. ¿Qué es el silencio?
R. Muchas veces no merece la pena hablar por silenciar comentarios. ¿Para qué?
P. Ha resucitado un nuevo fenómeno Pantoja. ¿Está lista para soportarlo?
R. ¿Yo? No sé. Me quedo así como atontá al escuchar eso. Llevo 45 años siendo Pantoja y la luz la tengo dentro. Por eso estoy así, como estoy.
P. Condujo la copla del siglo XX al XXI. ¿Morirá?
R. No pierdo la esperanza de que salga gente nueva, que canten bonito, que sepan caminar, que tengan arte, que huelan bien y se vistan bien, que se abra un telón y no aparezca nadie en camiseta. Lo respeto, pero mejor la bata de cola bien planchada, con sus flores, con su pelo y que diga todo el teatro: ¡Olé! ¡Qué bien hueles! 
Con el arte y la clase, se nace. Así te pongas un mantón que un chándal.

P. ¿Cuál es su fuerza?
R. Pedirle a Dios todas las noches que me deje ver la luz al día siguiente para seguir cuidando de los míos.
 Por no hablar de lo que llevo dentro. Mi alegría es que siento a mi padre dentro de mí. Murió en 1974 y me dejó una familia a mi cargo, con mis hermanos, y hoy son hombres de bien.
 Como mis dos hijos.
 Haberles sacado a todos adelante. Sola.

 

Los galanes del cine envejecen pero sus mujeres no

Algunas de las películas más míticas del cine cuentan con parejas que se llevan más de 10 años de edad, siempre a favor del varón. 

La edad sigue siendo un factor determinante en Hollywood.

 

actrices guapas hollywood
Richard Gere y Julia Roberts, en ?Pretty Woman', 1990. GETTY

Es de sobra conocido que las actrices mayores de 40 años tienen problemas para encontrar papeles, un escollo que no encuentran sus colegas varones.  
Ninguno de los actores mejor pagados de Hollywood tiene menos de 40 años; solo una de las intérpretes mejor pagadas los supera, Jessica Chastain. “La juventud reina”, declaró Junie Hoang cuando demandó a la base de datos cinematográfico Imdb por publicar su edad en su perfil en la red social del cine.
 Aunque perdió el juicio, muchas colegas han secundado ese mensaje para criticar la sequía de papeles que sufren cuando dejan de ser adecuadas para interpretar a “la chica” de la película. 
Hace 10 años, una Faye Dunaway de 67 años puso el grito en el cielo al percibir el injusto trato que recibía en comparación a los hombres de su generación. 
“Me cabrea que piensen que soy demasiado mayor para ser el interés amoroso de tipos como Jack Nicholson o Clint Eastwood. ¿Por qué tengo que interpretar a hermanas y madres mientras ellos, que son más mayores que yo, tienen amantes en pantalla a las que doblan la edad?”.
meryl streep clint eastwood
La pareja protagonista de Los puentes de Madison (1995), Clint Eastwood y Meryl Streep, se lleva 19 años.
 A pesar de ello, su química fue uno de los puntos fuertes para la crítica a la hora de valorar el gran éxito de la película, hasta el punto de que se rumoreó que mantenían una relación en la vida real.
 En 1997 Jack Nicholson (60 años) y Helen Hunt (33) sorprendieron al mundo por la misma razón, su química al retratar una relación tan disfuncional como la de Mejor...imposible, ya que los separaban nada menos que 27 años de edad.
Elizabeth Banks se quejó en 2016 de haber sido rechazada para el papel de Mary Jane en Spiderman porque, con 29 años, la consideraron demasiado mayor para ser la novia (y compañera de instituto) de Tobey Maguire, 16 meses más joven que ella.  
Lo mismo le ocurrió a Olivia Wilde, a la que descartaron para El lobo de Wall Street por ser demasiado mayor para ser la mujer o la amante de Leonardo DiCaprio. 
Ella tenía 29 años ...y él 38, nueve más que ella. También fueron víctimas de esa discriminación Maggie Gyllenhaal, considerada demasiado mayor con 37 años para interpretar a la amante de un hombre de 55, y Jamie Denbo, que se quejó en Twitter de que había sido rechazada para un papel porque, a sus 43 años, los productores consideraban que no podía encarnar a la esposa de un hombre de 57 años.
lo que el viento se llevo
Los actores que encarnaron a la legendaria pareja de Rhett Butler y Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó (1939), Clark Gable y Vivien Leigh, se llevaban 13 años.
 La película ofrece otro ejemplo de edadismo: los padres de la protagonista, interpretados por Thomas Mitchell y Barbara O’Neil, se llevaban 18 años.
 Casi tres décadas después, ejemplo de los avances en derechos sociales, se estrenó Adivina quién viene esta noche (1967), que mostraba a una de las primeras parejas interraciales del cine.
 Pero la discriminación por edad alcanza incluso a ésta: hay una diferencia de 18 años entre Sidney Poitier y Katharine Houghton, los enamorados que tratan de derribar prejuicios en la película, sin que esto tenga nada que ver en la trama.


Actores cada vez más viejos se emparejan en la ficción con actrices décadas más jóvenes que ellos. Los protagonistas del cine tienen mujeres mucho más jóvenes sin que la diferencia de edad se mencione siquiera en la película, como si fuera lo normal que la mujer de un cincuentón tuviera el aspecto de una veinteañera que podría ser, en realidad, su hija. Es algo que sucede desde que existe el cine.
pretty woman
Dos de las parejas más memorables de la historia del cine, que además pertenecen a épocas radicalmente distanciadas, ofrecen ejemplos de edadismo en la pareja protagonista. 
Humphrey Bogart tenía 41 años cuando protagonizó Casablanca (1942) junto a una Ingrid Bergman de 21 años
.Casi medio sigo después llegó a las salas Pretty Woman (1990), la historia de amor entre un rico empresario y una prostituta que han visto seis de cada diez españoles.
  Una especie de Cenicienta moderna en la que sus protagonistas, Richard Gere y Julia Roberts, se llevaban 18 años de edad.
Incluso sucede en películas que establecen que ambos tienen la misma edad porque son amigos desde la infancia o van a clase juntos, como en Piratas del Caribe: aunque Orlando Bloom solo es ocho años mayor que Keira Knightley, la película hace hincapié en que son amigos de la infancia (con prólogo de la época incluido) y el hecho de que tienen la misma edad es clave para la trama. También le sucede a actrices que interpretan a madres de actores apenas más jóvenes que ellas, como les pasó en Alejandro (2004) a Angelina Jolie y Colin Farrell, que se llevan un año.

mel gibson
Mel Gibson tenía 11 años más que Sophie Marceau, la princesa que seduce en Braveheart (1995), y 16 más que Catherine McCormack, que interpretaba a su supuesta amiga de la infancia.
 En el prólogo de la película, establecen claramente que existe una diferencia de edad… de unos cinco años como máximo.

Esos romances hollywoodienses nada tienen que ver con la vida real, en la que las parejas suelen llevarse entre uno y tres años de media
Pero estamos tan acostumbrados a verlas que muchas resultan sorprendentes. 
Por ejemplo, Emma Stone nunca ha sido pareja de un hombre de su misma edad o más joven ante la cámara; tampoco Scarlett Johansson.
 Jennifer Lawrence solo ha tenido dos amantes de su generación ante las cámaras.
Los galanes del cine envejecen pero sus mujeres no
Hasta cuando las mujeres son cientos, incluso miles de años mayores que su hombre en la ficción, la actriz escogida tiene la mitad de años: Milla Jovovich era El quinto elemento en la película homónima de 1997, literalmente un ser que precede a todo.
 Pero es 21 años más joven que Bruce Willis, el humano del que se enamoraba en la cinta. 
Unos años después asistimos a otro edadismo cinematográfico: Aragorn y Arwen en El Señor de los Anillos (2001) son un humano y una elfa cientos de años mayor que él, pero la actriz Liv Tyler es 18 años más joven que Viggo Mortensen.
 Los elfos se mantienen hermosos y jóvenes más tiempo, pero los interpretan actores como Hugo Weaving (un año más joven que Mortensen) y Cate Blanchett (10 años menor).
Como les sucede a ellas, en las parejas que vienen a continuación, de las más memorables de la historia del cine, había una diferencia de más de 10 años que pasaba desapercibida. 
 Y quedan muchas por mencionar, varias de ellas míticas en la historia del cine, como los protagonistas de Cantando bajo la lluvia (1952), que se llevaban 20 años, los mismos que separaban a Cary Grant y Eva Marie Saint (35) en Con la muerte en los talones (1959); uno más, 21, había entre Audrey Hepburn y Rex Harrison en My fair lady (1964), la misma brecha que existía entre Denzel Washington y Angelina Jolie en El coleccionista de huesos (1999).
 
jennifer lawrence bradley cooper
El emparejamiento de Mark Ruffalo y Scarlett Johansson en Vengadores: la era de Ultrón (2015) no desató comentarios, a pesar de que se llevan 17 años. 
Jennifer Lawrence y Bradley Cooper, que han compartido romance en pantalla dos veces, se llevan 16 años, a pesar de ser de las parejas de ficción más de moda en los últimos años.
 Han estado juntos tanto en la comedia El lado bueno de las cosas (2012) como en la cinta histórica Serena (2014).
 Otro de los ejemplos recientes más notorios del edadismo hollywoodiense se encuentra en Magia a la luz de la luna (2014), una cinta de Woody Allen en la que un escéptico Colin Firth (53) se enamora de la 'médium' Emma Stone (25). 
La enorme diferencia de edad entre ambos, 28 años, no tiene ninguna relevancia en la trama.
La diferencia es aún mayor entre Harrison Ford (55 años) y Anne Heche (29) en Seis días y siete noches (1998); y entre Michael Douglas (54) y Gwyneth Paltrow (26) en Un crimen perfecto (1998). 
Hay ejemplos tan recientes como Birdman (2015), en la que Michael Keaton tiene 17 años más que Amy Ryan, su mujer en la película, y 30 años más que su amante, Andrea Riseborough. 
Ni siquiera los superhéroes se escapan a ello: la pareja titular de Ant-Man y la Avispa (2018), Paul Rudd y Evangeline Lilly, se lleva 11 años. 
La tendencia se mantiene sólida en la era del #MeToo.

star wars
Carrie Fisher era 14 años más joven que Harrison Ford cuando interpretaron a la princesa Leia y Han Solo en La guerra de las galaxias (1977).
 Curiosamente, la primera actriz que se pensó para el papel, Sissy Spacek, se lleva la mitad de años con Ford, que en la vida real se lleva 22 con su tercera esposa, Calista Flockhart.
jurassic park
La pareja protagonista de Jurassic Park (1993), Sam Neill y Laura Dern, se llevan 19 años.
 Es un detalle fiel a los personajes del libro, en el que ella es estudiante de posgrado; sin embargo, en la película son colegas de profesión y su interacción parece la de dos iguales.

BRAD PITT
Brad Pitt se lleva 12 y 13 años respectivamente con sus esposas en la ficción en El árbol de la vida (2011) y Guerra Mundial Z (2013), Jessica Chastain y Mireille Enos.
 En ambos casos, no se hace ni una sola referencia a esta acusada diferencia de edad.



 

El renacer Pantoja........................................ Boris Izaguirre

Isabel Pantoja, cantante, fotografiada la noche de la gala de la final del concurso 'Supervivientes' en la sede de Mediaset en Madrid.
Isabel Pantoja, cantante, fotografiada la noche de la gala de la final del concurso 'Supervivientes' en la sede de Mediaset en Madrid.
Isabel Pantoja ha conseguido agregar a su medallero artístico la condición de fenómeno. 
Después de su millonaria contratación por Telecinco y su paso por Supervivientes, no solo aporta audiencia a su cadena sino a cualquier medio donde se la mencione. Siendo una magnífica entrevista la realizada por Jesús Ruiz Mantilla a la cantante para este diario, se volvió mediática por ofrecer a la Pantoja encantadísima en su nueva piel. Triunfadora sobre miles de obstáculos e incluso sobre sí misma. 
“Llevo 45 años siendo Pantoja y la luz la tengo dentro”.
Ha optado por ser desafiante, divertida y soberbia olvidando ese tono cursi, propio de las folclóricas, para alimentar el animal televisivo que ella, y casi todos, llevamos dentro.
 Esos 45 años de pantojismo también nos han hecho proclives al drama, al morbo, con una intensidad sin fondo ni fin. 
Prefiero cien veces una vida y un país con Pantoja dentro que sin ella. Si los 40 años de Franco fueron cemento gris, Pantoja nos ha cubierto de un tecnicolor abrasivo, a veces exasperante pero siempre democrático.
 Tenemos que agradecerle que en tiempos políticos tan bobos ella brille para hacernos sentir como un barco velero con miles de bombillas, navegando de tormenta a tormenta sin perder ni el ego ni la necesidad vital de alimentar al público con su propia vida.
Me ha encantado que para su cumpleaños haya organizado dos fiestas.
 Una para la familia. Y otra para los amigos. 
Cantora, esa finca que debería ser declarada Parque Nacional, fue el escenario para ambas convocatorias.
 La idea es genial por pragmática y rentable. La lista de invitados y las dos fiestas se han convertido en una versión cañí de la célebre fiesta Black and White organizada por Truman Capote en los años sesenta.
 En esa ocasión, se creó la jet set internacional.
 En las fiestas de Pantoja también se ha creado un nuevo “quién es quién”. 
Entrevistando a las componentes de Azúcar Moreno en el debate de Lazos de Sangre, me interesé por saber si estaban invitadas.
 Dijeron que no, pero Toñi Salazar, que es rapidísima, dijo: “Estarán nuestras canciones. Solo se vive una vez es un temazo para cualquier fiesta de cumpleaños”.
Cristiano Ronaldo y Florentino Pérez, el pasado lunes 29 de julio en Madrid. 
Cristiano Ronaldo y Florentino Pérez, el pasado lunes 29 de julio en Madrid. REUTERS
Pantoja se renueva y el desfile de Victoria's Secret se agota. No se emitirá más en la televisión estadounidense después que su audiencia se desplomara en el 2018.
 Muchos piensan que es un triunfo del MeToo: la exhibición de cuerpos femeninos sin rastro de grasa podría resultar ofensiva, aparte de cosificar mucho la imagen femenina. 
Yo he presentado algún Miss Venezuela con el polémico desfile en bañador, recitando las medidas de la candidata, generalmente acompañadas por unas licenciaturas universitarias que rozan lo increíble.
Muchos piensan que es un triunfo del MeToo: la exhibición de cuerpos femeninos sin rastro de grasa podría resultar ofensiva, aparte de cosificar mucho la imagen femenina. Yo he presentado algún Miss Venezuela con el polémico desfile en bañador, recitando las medidas de la candidata, generalmente acompañadas por unas licenciaturas universitarias que rozan lo increíble.
 Cuando lo presentas, te sientes raro porque es ridículo reducir una persona a unas medidas. 
Hay un momento en que el sujetador y la braga, pegados a una piel estirada brillante, dejan de provocarte y más bien te fastidian. 
Y cambias de canal. Y aparece Pantoja, que por cierto, ha adelgazado en la isla hasta conseguir un cuerpo que no es renovado sino completamente nuevo.
 Sin molestar. En Oriente Medio y en Europa, el divorcio de la princesa Haya Hussein y el emir de Dubái está convirtiendo un culebrón en otro reclamo feminista.
 La hija del rey Hussein demanda ante la justica inglesa millones, la custodia de sus hijos y un poco más de respeto hacia las mujeres de una parte del mundo profundamente machista.
 El emir responde con poemas amenazantes y cursis mientras se genera un incómodo conflicto diplomático entre Dubái y Londres, donde todos los millonarios árabes prefieren vivir cómodamente.

Millonario y ceñido reapareció Cristiano Ronaldo en Madrid para recoger un premio de una publicación deportiva.
 El aspecto del jugador es tan perfecto y pulcro que tiene algo de irreal. 
 La camisa se ajusta como cortada al láser a su envidiable silueta. 
Los pantalones parecen una segunda piel de microfibra. Necesito encontrar un sastre que me replique esa ropa y un entrenador que me enseñe cómo ponérmela. 
Pero lo mejor fue asistir al saludo entre el ex jugador del Real Madrid y el presidente que firmó su salida, Florentino Pérez

Ronaldo rió los comentarios del hombre que lo perdió como estrella, sirviendo venganza dulce en directo. Florentino alcanzó a balbucear algunas loas tópicas sobre Ronaldo mientras que el astro departía deportivamente con unos niños sonriendo como Pantoja
. Como sugiriendo que ha aprendido de ella el dulce arte de permanecer.

Leonard Cohen y Marianne: la historia de dos pájaros libres y en armonía

Un documental recupera la relación del músico y su musa en una isla griega.

   

Leonard Cohen, con Marianne Ihlen, en Grecia, en 1960
Leonard Cohen, con Marianne Ihlen, en Grecia, en 1960 The LIFE Picture Collection/Gett
Hay historias que, por mucho que se hayan contado, nunca se desgastan. 
La de Leonard Cohen y Marianne Ihlen es una de ellas.
 No porque sea la historia de una tragedia griega, aunque sucedió en una islita del país heleno, sino porque permanece viva como el cuento de dos jóvenes libres y en armonía en el transcurso de su amor cotidiano, como “pájaros sobre la alambrada”, tal y como cantaba el músico canadiense en Bird on a Wire.
Bird on a Wire es la canción inspirada en el cuento que Leonard Cohen y Marianne vivieron en la isla de Hydra en los primeros sesenta, pero no la única. 
 El músico también compuso So Long, Marianne, esa dulce elegía a una relación que marcó al que por entonces era un poeta sin un duro en el bolsillo, pero maravillado por esa atractiva mujer noruega y el radiante sol mediterráneo.
 Una historia que ahora vuelve a ser contada en el documental Marianne & Leonard: Words of Love, dirigido por Nick Broomfield, cineasta británico que ya tiene experiencia en otros filmes musicales sobre Whitney Houston (Whitney: Can I Be Me) y Kurt Cobain (Kurt & Courtney). 
Según palabras de su creador al periódico The Times, la cinta “está intoxicada de la belleza de la relación”, mostrando el calidoscopio de dos seres que, incluso en el fin de su amor, guardaron un carisma romántico.
Cohen llegó a Hydra en 1960. 
El poeta había oído hablar de la existencia de una colonia de artistas procedentes de todos los rincones del mundo.
 Al desembarcar, se encontró con un viejo puerto de pescadores, un par de tabernas en el paseo marítimo y una imponente montaña que acogía un paisaje de casas encaladas
 Los coches tenían prohibido el acceso y los burros y las mulas eran el único medio de transporte. 
Había gatos por todas partes y la música sonaba todo el día en las terrazas.
 Quedó fascinado hasta de sus penurias. “No había agua corriente. Tenías que recogerla gota a gota, conocías las gotas una a una. Todo cuanto utilizabas era rico”, dijo en una entrevista el músico, que pasó las primeras dos semanas estirado sobre una roca tomando el sol.
 “Grecia fue donde sentí el calor en mi interior por primera vez”, añadió. 

En Grecia también fue donde conoció un amor distinto a todos los demás. 
Llegó acompañado de su guitarra, su característica gabardina azul y su Olivetti verde: la misma en la que se ve escribiendo a Marianne en la contraportada de su disco, Songs From a Room.
  Fue en la terraza de la tienda de comestibles del muelle donde el poeta invitó a Marianne por primera vez a compartir su mesa. Hacía tres años que la joven había llegado a Hydra, en compañía de Axel Jensen, un escritor noruego, con quien se casó y tuvo un hijo, Axel.
 Pero él se fugó con otra mujer y Cohen aprovechó la oportunidad.
Marianne y su hijo se fueron a vivir con el poeta, que heredó de su abuela 1.500 dólares y se compró en Hydra una casa encalada de tres pisos, cuatro habitaciones, una cocina con comedor y una gran terraza.
 En una isla donde reinaba el sol y la paz y las noches se iluminaban con lámparas de aceite de oliva o queroseno, Cohen y Marianne fueron felices.
 Como escribió el canadiense a un amigo en una carta: “La manera de vivir de Marianne en la casa es puro alimento.
 Cada mañana me pone una gardenia en la mesa de trabajo […] Cuando hay comida en la mesa, cuando se encienden las velas, cuando fregamos juntos los platos y acostamos juntos al niño.
 Eso es orden, es orden espiritual, y no hay otro”. En compañía de Marianne, Cohen escribiría cuatro libros de poemas y la novela Los guapos perdedores.
El orden monástico, tan propio de un Cohen que mucho después abrazaría el budismo zen, solo se alteraba cuando la pareja bajaba las empinadas calles de la isla en busca de la diversión del puerto. El amor libre de los hippies había llegado a Hydra antes de lo esperado y existía una gran permisividad sexual. 
Tal y como contó más tarde Cohen, “el sexo era metafísico”.
La relación de ambos duró seis años, interrumpida en ocasiones por la necesidad del músico de atender a sus “afiliaciones neuróticas”. Afiliaciones como las mujeres.
 Cohen era incapaz de atarse a nadie. “Nadie puede poseer a Leonard”, declararía su amiga canadiense Nancy Bacal. 
También la afiliación a su arte. 
En Hydra dio su primer concierto formal. Fue en una taberna. Lo hizo porque, como reconocería, “necesitaba dinero”.
 “Vi que llevaba diez años escribiendo y no podía pagar la factura del tendero, así que pensé en cantar”.

Cuando Cohen llegó a Nueva York, gracias al dinero prestado por un amigo, tenía 32 años y seis libros publicados.
 En 1967, publicó su primer disco, Songs of Leonard Cohen, y, un par de años después, el segundo, Songs from a Room.
 En el primero incluyó la canción So Long, Marianne mientras que en el siguiente Bird on a Wire. 
 Para entonces, llegaba a su fin su relación con Marianne, que le acompañó algún tiempo en su nueva vida en el hotel Chelsea de Nueva York y que reconoció que decir adiós a Cohen le dolió mucho:
 “Me destruyó un tiempo”. En el último momento antes de grabarla, Cohen cambió la letra de la canción So Long, Marianne que iba a llamarse Come On Marianne.
 Añadió ese so long —hasta pronto—. Un “hasta pronto, Marianne” que terminó convirtiéndose en un hasta siempre para la historia de estos dos pájaros libres, que vivieron el cuento de su amor en una remota isla griega en plena armonía.
Esta historia fue la de muchos que quisimos vivir y luchar en la forma de vida.
 Teníamos amores llenos de luces e intensos pero luego aunque nadie te cantara una canción pensabas que eras feliz y que si nosotros podíamos los demás lo harían
El orden monástico, tan propio de un Cohen que mucho después abrazaría el budismo zen, solo se alteraba cuando la pareja bajaba las empinadas calles de la isla en busca de la diversión del puerto. El amor libre de los hippies había llegado a Hydra antes de lo esperado y existía una gran permisividad sexual. Tal y como contó más tarde Cohen, “el sexo era metafísico”.
La relación de ambos duró seis años, interrumpida en ocasiones por la necesidad del músico de atender a sus “afiliaciones neuróticas”. Afiliaciones como las mujeres.
 Cohen era incapaz de atarse a nadie. “Nadie puede poseer a Leonard”, declararía su amiga canadiense Nancy Bacal.
 También la afiliación a su arte. En Hydra dio su primer concierto formal. Fue en una taberna.
 Lo hizo porque, como reconocería, “necesitaba dinero”. “Vi que llevaba diez años escribiendo y no podía pagar la factura del tendero, así que pensé en cantar”.
Cuando Cohen llegó a Nueva York, gracias al dinero prestado por un amigo, tenía 32 años y seis libros publicados. En 1967, publicó su primer disco, Songs of Leonard Cohen, y, un par de años después, el segundo, Songs from a Room. En el primero incluyó la canción So Long, Marianne mientras que en el siguiente Bird on a Wire.
  Para entonces, llegaba a su fin su relación con Marianne, que le acompañó algún tiempo en su nueva vida en el hotel Chelsea de Nueva York y que reconoció que decir adiós a Cohen le dolió mucho: “Me destruyó un tiempo”.
 En el último momento antes de grabarla, Cohen cambió la letra de la canción So Long, Marianne que iba a llamarse Come On Marianne. Añadió ese so long —hasta pronto—. Un “hasta pronto, Marianne” que terminó convirtiéndose en un hasta siempre para la historia de estos dos pájaros libres, que vivieron el cuento de su amor en una remota isla griega en plena armonía.
Luego ese sueño como un despertar lento supimos que soñabamos y era otra etapa de una vida que siempre quisimos fuera feliz si erámos capaces de quitar los obstáculos que permanecian.
 Luz del sol trabajo muy organizado amor que a veces dolía y entusiasmo por cada cosa que aprendiamos nueva. 
El movimiento hippi fue una ilusión.
 La vida no era solo Paz y Amor porque siempre había guerras. Nuclcear No Gracias ,eramos ecologistas pero aprendimos que la naturaleza tiene sus normas y disciplina mucho más en todo. 
Y no era incompatible cn una era moderna que te facilitaba la vida más allá que un desatino de carga. 
Solo por el recuerdo en nuestra memoria quien no ha vivido eso no tienen nada en común con los que lo hicimos pero eso es ya otra historia.