Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

21 jun 2018

ESP AME BRA CAT ENG Newsletter Suscríbete EL PAÍS Ciencia Solsticio de verano ¿Qué es el solsticio de verano? Un astrónomo lo explica

El fenómeno trae el día más largo y la noche más corta para el 88% de los habitantes del hemisferio norte.

Solsticio de verano 2018 
Visitantes a Stonehenge toman fotos durante el solsticio de verano, el 21 de junio de 2015.
Con el solsticio de junio comienza oficialmente el verano. En todo el mundo, la gente festeja el cambio de estación con hogueras, festivales y las celebraciones de la Fiesta de la Música.
 El fenómeno trae el día más largo y la noche más corta para el 88% de los habitantes del Hemisferio Norte.
Los astrónomos pueden calcular el momento exacto en el que se producirá, ya que el solsticio tiene lugar cuando la Tierra alcanza el punto de su órbita en el que, debido a la inclinación del eje del planeta, el Polo Norte se encuentra más cerca del Sol. 
Este año, ese momento corresponderá a las 6:07 de la mañana, hora del este de Estados Unidos, del día 21 de junio. 
Visto desde la Tierra, el Sol aparecerá más al norte que nunca con respecto las estrellas. 
Al mediodía, los habitantes del Trópico de Cáncer, situado a 23,5 grados al norte del Ecuador, lo verán pasar exactamente a 90 grados por encima de su cabeza.
 Seis meses después, nuestra estrella alcanzará su extremo meridional y pasará a 90 grados por encima de los habitantes del Trópico de Capricornio, mientras que en el Hemisferio Norte viviremos los días más cortos del año y el solsticio de invierno.

Cuando el solsticio de verano se acerca, el ángulo del Sol con respecto al Ecuador terrestre cambia tan poco a poco que, a lo largo de unos 10 días, es difícil percibir la transición sin la ayuda de instrumentos.
 De ahí viene el término solsticio, que significa "quietud solar".
 Debido a la lentitud de la transición, en las latitudes medias del hemisferio norte, el 21 de junio solo es alrededor de un segundo más largo que el 20.
 Hasta que no pase más o menos una semana, el cambio de la cantidad de luz solar estimada no superará el minuto, e incluso este cálculo es aproximado.
 La atmósfera de la Tierra produce mayor o menor curvatura de la luz sobre el horizonte en función de las condiciones meteorológicas, lo cual puede inducir variaciones de más de un minuto en las horas de la salida y la puesta del sol. 
 Los monumentos de Stonehenge en Inglaterra, Carnac en Egipto y Chanquillo en Perú muestran que, durante más de 5.000 años, los habitantes de los más variados sitios del planeta han tomado nota de los recorridos septentrional y meridional del Sol. 
Visto desde el círculo de ortostatos de Stonehenge, en el momento del solsticio, el sol sale justo encima de una antigua avenida que conduce al noreste. 
Sabemos poco de la gente que erigió el monumento y de las razones por las que realizó tamaño esfuerzo constructivo, que exigió desplazar piedras de varias toneladas desde afloramientos situados nada menos que a 225 kilómetros.
 Todo para señalar el punto del horizonte al que el Sol regresa cada año para permanecer quieto un instante antes de reemprender camino hacia el sur.
 Tal vez ellos, al igual que nosotros, celebrasen la señal de la llegada del cambio de estación.

Stephen Schneider es catedrático de Astronomía de la Universidad de Massachusetts Amherst.
Cláusula de divulgación: Stephen Schneider no trabaja para ninguna empresa u organización que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte del cargo académico mencionado.

 

El horror de la familia Turpin, contado por uno de los niños: “Nunca he salido a la calle”



La fiscalía presenta estremecedores detalles de años de cautiverio en la vista preliminar del juicio contra los padres acusados de torturas a sus 13 hijos en California.

David Allen Turpin y Louise Anna Turpin, ante un juez de California el 4 de mayo de 2018.
David Allen Turpin y Louise Anna Turpin, ante un juez de California el 4 de mayo de 2018. REUTERS
En la fotografía se ve a una niña pequeña con pelo largo, vaqueros y una camiseta de rayas rosas de Minnie Mouse. 
Es Julissa Turpin, de 11 años. Mira al suelo con expresión triste.
 Es una niña muy delgada y con la piel muy blanca. 
En otra imagen se ve a Joanna Turpin, de 14 años. 
Se aprecia mugre en su cuello y los pies, descalzos, están casi negros. 
Están en un dormitorio, encadenadas a una litera de madera.
 Esta y otras fotos las hizo con un móvil Jordan Turpin, su hermana de 17 años, que el pasado 14 de enero huyó de la casa por una ventana para llamar a la policía.
 Las fotos debían servir como prueba de la historia que les iba a contar a los agentes.
 Este miércoles, las imágenes se proyectaron en una pantalla del juzgado número 44 de lo penal de Riverside, en el interior de California. 
El caso de la familia Turpin conmocionó al mundo a mediados de enero, cuando la fiscalía del distrito anunció que había detenido a una pareja que mantenía en condiciones de tortura a 12 de sus 13 hijos en una casa de Perris, California.
 Hasta la vista preliminar de este miércoles la fiscalía no había presentado en público sus pruebas para acusar a David y Louise Turpin de 12 cargos de tortura, más uno de abusos sexuales.
 El juez Bernard J. Schwartz prohibió las imágenes y las grabaciones dentro de la sala.

La chica de la foto, Julissa Turpin, estaba en el percentil 0,1 de peso para su edad, y en el percentil 0,67 de altura, según contó a la sala el investigador Patrick Morris. 
El diámetro de su muñeca era el de un niño de cuatro meses y medio.
 El bajo nivel de potasio y glucosa afectaba al crecimiento de sus músculos y le afectaba al intelecto, dijo Morris, citando los informes forenses.
 “Las enzimas del hígado se le estaban pasando a la sangre, algo que se ve en casos de malnutrición severa”.
Morris y otros investigadores relataron de memoria datos parecidos de altura y peso de todos los hermanos Turpin atendidos en hospitales tras ser rescatados.
 Después, proyectaron fotografías de sus brazos escuálidos. Estaban llenos de mugre, menos algunas zonas blancas. 
Era la marca de las cadenas, que pelaban la suciedad.
Louise Anna David Allen Turpin con sus hijos.rn
Louise Anna David Allen Turpin con sus hijos.
El juez Schwartz y el público presente en la sala también pudieron escuchar aquella llamada de teléfono que acabó con la pesadilla. Jordan Turpin había conseguido un teléfono móvil que su hermano mayor, Joshua, había descartado.
 Le había dicho que solo servía para llamar al 911, el número de emergencias. 
El 14 de enero, poco antes de las seis de la mañana, salió por la ventana de su habitación.
 Le dijo a la operadora su nombre y su edad. “Me he ido de casa”.
Cuando la operadora le preguntó su dirección, Jordan Turpin leyó una secuencia de nueve números.
 Era su código postal, pero ella creía que era una dirección. Finalmente, lee completa una dirección de un papel. “Somos 16 personas en la casa. Nos maltratan. Mis hermanos están encadenados”.
 Cuando la operadora le pregunta dónde está, Jordan Turpin dice: “No lo sé. Nunca he estado fuera. No sé los nombres de las calles”. La operadora le da conversación mientras avisa a dos patrullas de la oficina del sheriff.
 Determina que la niña está al lado de la dirección que acaba de leer y le pide que se quede al lado de una señal de stop.

En esa llamada, Jordan Turpin apunta casi todo lo que se fue sabiendo después. 
“La casa está tan sucia que a veces no puedo respirar”. También cuenta que antes vivieron en Texas, que sus padres los tuvieron en una caravana cuatro años sin aparecer por allí, años en los que se cuidaron solos.
El juez escuchó también de boca de los investigadores el impacto que les causó la suciedad y el mal olor de todos los niños. 
Fotografías de la ropa que llevaban puesta dos de las niñas cuando fueron rescatadas mostraban una cantidad de mugre que hacía que la ropa pesara, según uno de ellos.
En las entrevistas con los investigadores, los niños relataron una vida de palizas, abandono, suciedad y oscuridad.
 Jordan se levantaba a las 11 de la noche y se iba a dormir a las tres de la mañana.
 No veía la luz del sol. 
Dormía 15 horas al día y solo salía de su habitación para comer, lavarse las manos y los dientes.
 Para comer solo había sándwiches de mantequilla de cacahuete y burritos congelados.
 La madre los iba llamando uno a uno. Iban a la cocina, comían un sándwich de pie y volvían a su habitación.
El objetivo de la vista preliminar es convencer al juez de que hay material para sostener los cargos que se imputan y, por tanto, puede proceder el juicio.
 La vista continuará este jueves con argumentos para cada uno de los cargos contra el matrimonio Turpin.

 Se bañaban una vez al año.

 

 

Luz Casal - Piensa En Mi