Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

25 abr 2018

Raquel Mosquera sufre un bajón de salud durante la gala de 'Supervivientes'

La concursante desapareció, de repente, en mitad de 'Tierra de nadie' por motivos de salud y tuvo que ser atendida por los médicos...


Raquel Mosquera 04. Raquel Mosquera

 

El alta exprés de Kate Middleton tras dar a luz aviva la polémica

Los expertos no se ponen de acuerdo. Algunos se muestran partidarios de enviar a casa a la madre a las 24 horas, otros lo consideran un paso de atrás.

La duquesa de Cambridge, a su salida del hospital St Mary's de Londres.
La duquesa de Cambridge, a su salida del hospital St Mary's de Londres. WireImage

 

Los misterios que sobreviven en Chernóbil 32 años después de la catástrofe


El ingeniero Philip Grossman visita la zona menos frecuentada de la central nuclear abandonada en busca de respuestas.

El ingeniero estadounidense Philip Grossman ha perdido la cuenta de las veces que ha visitado Chernóbil (Ucrania).

 Es un lugar abandonado desde que el sábado 26 de abril de 1986, a la 01.23 de la madrugada, el reactor número 4 de la central explotara durante unas pruebas de seguridad. 

Sigue siendo la mayor catástrofe nuclear de la historia.

 Ni siquiera la bomba en Hiroshima causó tantos estragos.

 Para él, Chernóbil es una obsesión que cada vez le suscita más preguntas.

 ¿Era una base militar soviética en la que se fabricaban armas nucleares? ¿El fallo técnico fue en realidad fruto de un sabotaje de la CIA?, se cuestiona. 

Grossman regresa una vez más a la zona para intentar desentrañar tanto los misterios como las leyendas urbanas que giran en torno al lugar. 
Sus dudas, más que sus respuestas, pueden verse en Chernóbil tras el desastre, el documental de una hora de duración que emite DMAX este miércoles 25 de abril, un día antes de que se cumpla el 32 aniversario del suceso.
"Crecí a 20 kilómetros de la central nuclear de Three Mile Island, de Pensylvannia, que sufrió un accidente en 1979. 
De ahí nació mi obsesión por Chernóbil. Voy al menos una vez al año de visita a Ucrania, que es el país desde el que emigró mi familia. 
Lo que me engancha es tener la certeza de que nunca se ha contado lo que pasó verdaderamente", cuenta el estadounidense a EL PAÍS por teléfono.

Durante este programa especial, el ingeniero y fotógrafo aficionado se adentra por hospitales derruidos, fábricas abandonadas y barcos varados en medio del agua para relatar las consecuencias todavía latentes del desastre.
Los misterios que sobreviven en Chernóbil 32 años después de la catástrofe
Grossman, dentro de un autobús abandonado en Chernóbil / DMAX

Las 50 toneladas de material radiactivo liberado en la atmósfera se cobraron 49 víctimas en el momento, pero han sido más de 4.000 las que han muerto de forma prematura por culpa de la radiación a la que estuvieron expuestos.
Los viajes de Grossman a la región comenzaron en 2011, cuando descubrió que un particular organizaba las visitas guiadas que en ese momento a ninguna agencia de viajes se le ocurría ofrecer.
 Tras muchos regresos y muchos nuevos contactos que sumar a su agenda, en esta ocasión ha tenido acceso a zonas muy restringidas de la antigua central.
 “Han sido necesarios meses de espera para obtener los permisos, pero en 30 años el Gobierno de la región ha cambiado y la administración del país es más flexible”, comenta.
Del “error humano” del que hablaban en su momento las autoridades soviéticas a la teoría conspiratoria que apunta a un ataque deliberado de la CIA estadounidense en plena Guerra Fría hay un trecho por el que Grossman se mueve a lo largo de todo el documental.
Pero el estadounidense prefiere no decantarse por ninguno de los dos extremos: "creo que las razones del accidente es una combinación de fallos relacionados con la ingeniería y alguna estrategia geopolítica”.
Los misterios que sobreviven en Chernóbil 32 años después de la catástrofe
Una de las fábricas derruidas que visita Grossman / DMAX
Un informe británico aseguraba en 2006 que un 40% del suelo de la Unión Europea presentaba entonces altas dosis de contaminación radiactiva.
 La amenaza sigue siendo evidente.
 “Es todavía muy peligroso pasar largas temporadas de tiempo allí y lo seguirá siendo durante muchos años”, asegura el ingeniero.
Es un sitio que se ha convertido en algo tan especial para él que incluso celebró su boda allí en 2015: 
“Mi esposa me había acompañado en varias expediciones, así que tiene un significado para ambos.
 Fuimos a una de las pocas iglesias que siguen en activo en la zona y nos casamos.
 Es una forma de traer nueva vida a un lugar que ha vivido tanta tragedia”.
 .



 

Martin Scorsese gana el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2018


El jurado destaca la renovación realizada por el director a lo largo de más de una veintena de películas que le convierten en "una figura indiscutible del cine contemporáneo".

El director Martin Scorsese. En vídeo: 75 años de un grande del cine.
Culpa y redención; montaje desenfrenado con una cámara en constante movimiento; personajes siempre más grandes que la vida, y un apasionado e indestructible amor por el cine. 
Esas son algunas de las razones que han convertido al cineasta estadounidense Martin Scorsese en un contemporáneo, y más de una de ellas habrán cruzado por la mente del jurado que ha otorgado el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2018 a Scorsese (Nueva York, 1942)
 Su carrera arrancó en su ciudad natal al mismo tiempo que empezaba el triunfo del Nuevo Hollywood, movimiento en el que entró Scorsese, y una revolución que acabó devorada por los más jóvenes de sus integrantes: George Lucas y Steven Spielberg.
 Pero de todos ellos, el que ha aguantado en activo con mayor lucidez ha sido Scorsese, una especie de padre de Tarantino para las nuevas generaciones y el creador que supo llevar al cine el desenfreno y la negrura de los años setenta, y plasmar en películas el subidón que provocan las drogas y la violencia en el ser humano.

. Por cierto, con su galardón, justificado por el jurado por ser "uno de los directores de cine más destacados del movimiento de renovación cinematográfica surgido en los años setenta del siglo XX, por la trascendencia de su labor creadora y por mantiene actualmente en plena actividad, aunando en su obra, con maestría, innovación y clasicismo", la Fundación Princesa de Asturias ya ha premiado a los tres grandes cineastas neoyorquinos: Woody Allen, Francis Ford Coppola y Scorsese.

Por si no hubiera suficiente, Scorsese es un apasionado de la música, a la que ha dedicado innumerables documentales, y del cine: lo ha visto todo y de todo sabe. 
La leyenda asegura que él y Bertrand Tavernier, cineasta francés tan apasionado del séptimo arte como Scorsese, se conchabaron durante décadas con las azafatas del Concorde que iba de París a Nueva York para intercambiarse vídeos de películas, cuando la cinefilia solo se podía acallar a golpe de copias piratas y de proyecciones en filmotecas.  
El director de Toro salvaje es, además, uno de los fundadores de World Cinema Foundation, a través de la que realiza "una intensa y amplia tarea de recuperación, restauración y difusión del patrimonio cinematográfico histórico en todo el mundo", según el jurado.
. Por cierto, con su galardón, justificado por el jurado por ser "uno de los directores de cine más destacados del movimiento de renovación cinematográfica surgido en los años setenta del siglo XX, por la trascendencia de su labor creadora y por mantiene actualmente en plena actividad, aunando en su obra, con maestría, innovación y clasicismo", la Fundación Princesa de Asturias ya ha premiado a los tres grandes cineastas neoyorquinos: Woody Allen, Francis Ford Coppola y Scorsese.
Por si no hubiera suficiente, Scorsese es un apasionado de la música, a la que ha dedicado innumerables documentales, y del cine: lo ha visto todo y de todo sabe. 
La leyenda asegura que él y Bertrand Tavernier, cineasta francés tan apasionado del séptimo arte como Scorsese, se conchabaron durante décadas con las azafatas del Concorde que iba de París a Nueva York para intercambiarse vídeos de películas, cuando la cinefilia solo se podía acallar a golpe de copias piratas y de proyecciones en filmotecas. 
El director de Toro salvaje es, además, uno de los fundadores de World Cinema Foundation, a través de la que realiza "una intensa y amplia tarea de recuperación, restauración y difusión del patrimonio cinematográfico histórico en todo el mundo", según el jurado.

Curiosamente, y para mayor ensalzamiento de su figura, Scorsese no ha recibido innumerables premios: solo ha ganó el Oscar a la mejor dirección con Infiltrados (2006), que probablemente no esté entre sus 15 mejores trabajos, y además tiene la Palma de Oro de Cannes por Taxi Driver, tres Globos de Oro, dos premios BAFTA, un Emmy, y el reconocimiento del gremio de directores de Estados Unidos. 
Poca cosa para alguien fundamental en la historia del cine. 
El Princesa de Asturias de las Artes ha recaído en ocasiones precedentes en cineastas como Luis García Berlanga, Vittorio Gassman, Fernando Fernán-Gómez, Pedro Almodóvar y Michael Haneke.

Scorsese es el cineasta de ruido y de la furia, el auténtico chute energético de la pantalla, un entomólogo fascinado con las pequeñas criaturas que disecciona -en su caso, seres humanos- por los que siente también ternura.
 De educación católica, lo más brillante de su producción de los setenta y ochenta surgió de su colaboración con el guionista Paul Schrader, otro cineasta de profundas creencias religiosas, y por ello su obra está marcada por la culpa y la redención.
 Otra de las figuras claves que le rodean es Thelma Schoonmaker, su montadora habitual. 
De ese pasado de exseminarista le quedan a Scorsese frases tan brillantes como la que iguala ir al cine y a una misa: 
"En ambos lugares te sientas al lado de desconocidos, a oscuras, esperando recibir una iluminación espiritual desde lo que preside la sala, el altar o la pantalla". 
Al fin y al cabo, la iglesia y el cine eran los dos únicos sitios a los que sus padres le dejaban ir.

Los setenta y los ochenta

Hijo de inmigrantes italianos, debutó en el cine en 1968 con ¿Quién llama a mi puerta?, aunque con el largometraje que llamó la atención fue Malas calles (1973). 
Así entró a encadenar títulos míticos como Alicia ya no vive aquí (1974) Taxi Driver (1976), New York, New York (1977), Toro salvaje (1980), El rey de la comedia (1982), Jo, qué noche (1985), El color del dinero (1986), La última tentación de Cristo (1988), Uno de los nuestros (1990) (León de Plata en Venecia a la mejor dirección), El cabo del miedo (1991) y La edad de la inocencia (1993),
 eso sin mencionar una decena de documentales sobre cine y música, o la dirección del vídeo musical Bad para Michael Jackson. Todo esto mezclado con una vida personal turbulenta: el aspecto físico de duende travieso de Scorsese esconde un alma en embullición.

Si ese tramo de su carrera quedó marcado por sus trabajos con Robert de Niro, con el que cierra su colaboración en Casino en 1995, desde 2002 su actor fetiche ha sido Leonardo DiCaprio, con el que ha rodado Gánsteres de Nueva York (2002), El aviador (2004), Infiltrados (2006), Shutter Island (2010) y El lobo de Wall Street (2013).
 Su último largometraje fue Silencio (2016), en el que volvía a indagar en la fe católica.
Productor y director de documentales sobre grupos como The Band, The Rolling Stones, Scorsese ha dirigido Blues (una obra documental de siete partes sobre la historia del género); George Harrison: Living in the Material World (sobre el músico de The Beatles) o No Direction Home, sobre la música, la vida y la influencia en la cultura popular estadounidense de Bob Dylan. 
Y ahora está enfangado en la larga posproducción de The Irishman, la película que le ha producido Netflix, que desgrana el asesinato de Jimmy Hoffa, sindicalista estadounidense relacionado con la Mafia, y en la que actúan De Niro, Joe Pesci, Harvey Keitel (dos de sus actores habituales) y por primera vez en el universo Scorsese, Al Pacino. 
"Los pecados no se expían en la iglesia, sino en la calle", se oía en Malas calles: Scorsese también lo ha hecho en el cine.