Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

28 dic 2017

El misterio de los 28 años en coma de la rica heredera..........Sunny von Bulow

Apareció inconsciente en su mansión. Siempre se sospechó de su marido, que nunca lloró en público.

Claus Von Bulow, posa en su salón en 1985. Sunny von Bulow durante una fiesta en 1968.
Claus Von Bulow, posa en su salón en 1985. Sunny von Bulow durante una fiesta en 1968. Getty Images
En 2008, con 28 años de retraso, la rica heredera Sunny von Bulow murió tras un largo coma, dejando una estela de dudas sobre su marido.
 Sunny tenía 76 años y el coma se lo provocó una hipoglucemia producida en diciembre de 1980 mientras celebraba con su familia el inicio de las vacaciones navideñas en su mansión de la exclusiva localidad de Newport.
 En diciembre de 2018 se cumplirán diez años de su fallecimiento.

Para la policía y la fiscalía, la clave del coma de Sunny fue una jeringuilla con supuestos rastros de insulina encontrada por el ama de llaves de los Von Bulow en un armario de su casa-palacio en la exclusiva localidad de Newport, se convirtió en el eje del juicio.
Su segundo marido, el abogado Claus Von Bulow, fue acusado de intentar asesinarla en al menos dos ocasiones, convirtiéndose el caso en la atracción mediática de la época.
 La defensa de Claus negó los cargos, alegando ella intentó suicidarse.

Según los abogados de su marido, Martha Crawford von Auersperg von Bulow (el nombre oficial de Sunny), heredera única de la fortuna de un magnate de la industria eléctrica, estaba desequilibrada, abusaba del alcohol y las drogas, y en una ocasión trató de suicidarse a causa de las continuas aventuras amorosas de Claus.
Para la acusación sin embargo estaba claro que esa jeringuilla había sido utilizada por Claus von Bulow para intentar acabar con su mujer quien, aburrida en su mundo de lujo, únicamente se dedicaba a arreglar flores, pasear y hacer compras, sin disfrutar tampoco de una gran vida social, a la que tendía más su marido.
Hubo dos personajes clave en el juicio. 
María Schrallhammer era una alemana que trabajó como sirvienta personal de Martha von Bulow durante veintidós años y que fue la primera en sospechar que la rica heredera podía haber sido víctima de un intento de asesinato. 
El segundo personaje, Alexandra Isles era una estrella de teatro en Nueva York y la amante del marido condenado. 
Le había dado un ultimátum de seis meses para obtener el divorcio.
En el primer juicio, entre sollozos, la actriz explicó al tribunal que su amante la telefoneó en 1979 para decirle:
 “Después de Navidad seré un hombre libre y llegaré a un acuerdo sobre mi divorcio”.
 Días después, Sunny von Bulow fue hospitalizada en coma por primera vez.
Durante el proceso, Von Bulow se comportó como se supone que lo hace una persona de su alto linaje, cediendo su asiento a las periodistas que llegaban tarde a la sala y firmando en los descansos autógrafos a todos sus admiradores. 
En marzo de 1982 escuchó impasible el veredicto, con la actitud estoica que le caracterizó en todo el proceso, con los puños fuertemente apretados y la mirada fija en el frente.
Culpable. Sentencia: 30 años de prisión.
 Inmediatamente un numeroso grupo de espectadores prorrumpió en gritos de "Free Claus, free Claus" ("Libertad para Claus"), y Von Bulow respondió alzando los brazos y poniendo hacia arriba los pulgares de sus manos en señal de triunfo.

Los abogados defensores del aristócrata danés, patrocinador de artistas, ex consejero financiero del millonario Paul Getty y otros magnates y asiduo a las reuniones sociales del más alto copete, mostraron su indignación por la decisión del jurado y anunciaron inmediatamente que su cliente apelaría contra la sentencia.
Posteriormente la sentencia fue revocada, en apelación, por el Tribunal Supremo de Rhode Island, por motivos técnicos. Se repitió el juicio.
La defensa intentó demostrar que Martha estaba desequilibrada, abusaba del alcohol y las drogas. 
Contó con una ayuda especial: Isles, la amante, relató ahora que, en enero de 1980, Claus le había llamado para contarle que en el curso de una discusión sobre el divorcio, su mujer había bebido demasiado e ingerido una fuerte cantidad de barbitúricos y estaba inconsciente.
 "Me dijo que le estuvo mirando todo el día, sabiendo que estaba en muy mal estado y, finalmente, cuando estaba a punto de morir, me explicó que no podía soportarlo y llamó a un médico para salvar su vida".

El jurado corrigió el veredicto: Claus von Bulow fue absuelto. "Este era un caso médico, y no se trataba de un crimen", afirmó Von Bulow al abandonar el tribunal que le juzgó.
 Ni en esa ni en otras ocasiones derramó ante las cámaras una sola lágrima por su mujer.


 

EL PAÍS Ciencia La tesis doctoral más perversa de la historia

Un médico nazi analizó en 1940 los tatuajes de los prisioneros del campo de concentración de Buchenwald.


  • Un prisionero de Buchenwald posa para la tesis de Erich Wagner.
    Un prisionero de Buchenwald posa para la tesis de Erich Wagner.
    Ejemplar de la tesis 'Sobre el tema de los tatuajes', en la Universidad de Jena.
    Ejemplar de la tesis 'Sobre el tema de los tatuajes', en la Universidad de Jena.
    El 6 de septiembre de 1939, el médico ingresó como jefe de asalto en las Waffen-SS, el brazo armado del Partido Nazi. 
    Cinco días antes, había comenzado la Segunda Guerra Mundial, con la invasión alemana de Polonia. 
    En el campo de concentración de Buchenwald ya había unos 10.000 judíos desde la Noche de los cristales rotos, el 9 de noviembre de 1938, cuando un estallido de violencia contra los hebreos acabó con miles de ellos detenidos por toda la Alemania nazi.
     En su estreno como médico del campo, Wagner aplicó la inyección letal a un grupo de gitanos que sufría una leve enfermedad contagiosa, según consta en los documentos del memorial de Buchenwald.
     Y en 1940 comenzó su gran obra: una tesis doctoral titulada Sobre el tema del tatuaje.
    Una empresa estadounidense de coleccionismo de material nazi, USM Books, con sede en Rapid City (Dakota del Sur), pone ahora a la venta por 995 dólares (835 euros) un ejemplar original de aquel macabro trabajo.
     La tesis, de 51 páginas ilustradas con 30 imágenes, analiza los tatuajes de 800 personas según su “raza y nacionalidad”, su educación y su “pasado criminal”. Contiene fotografías de prisioneros desnudos en Buchenwald, de pie y con la mirada perdida, mostrando sus tatuajes de mujeres sin ropa, dibujos de penes, soldados a caballo e iconos de la época, como el ya entonces célebre Mickey Mouse, creado por Walt Disney en 1928.

    Un superviviente acusó a Wagner de matar a los prisioneros tatuados tras fotografiar su piel
    Tras la liberación de Buchenwald, el 11 de abril de 1945, uno de los prisioneros supervivientes, el ingeniero químico austriaco Gustav Wegerer, recordaría: “El doctor Wagner, médico de las SS, trabajó en una tesis doctoral sobre los tatuajes. Sorprendentemente, todos los prisioneros a los que ordenó acudir a su consulta murieron.
     Y sus tatuajes fueron arrancados. No es arriesgado asumir que fueron liquidados por él en el edificio del hospital”.
    Cuando Semprún salió vivo de Buchenwald y empezó a hablar con un joven oficial francés del ejército aliado, arrancó su relato por algo desconcertante: las sesiones de cine organizadas por los mandos de las SS los domingos por la tarde.
     En un barracón al lado de la enfermería de Wagner, los presos veían comedias musicales de cine mudo, contaba Semprún como resumen de sus dos años en el infierno, sin mencionar los cadáveres que salían por la chimenea.
     El militar francés no entendía nada. "Cualquiera podría haberle narrado el crematorio, los muertos por agotamiento, los ahorcamientos públicos, la agonía de los judíos en el Campo Pequeño, la afición de Ilse Koch por los tatuajes en la piel de los deportados", rememoraba satisfecho Semprún. 

    Piel tatuada y otros restos humanos hallados en Buchenwald tras su liberación.
    Piel tatuada y otros restos humanos hallados en Buchenwald tras su liberación.
    El español publicó La escritura o la vida en 1995, medio siglo después de su liberación, pero recordaba perfectamente a Ilse Koch, la llamada Bruja de Buchenwald
     Estaba casada con el comandante del campo, Karl Otto Koch, y tras la Segunda Guerra Mundial fue acusada de haber arrancado la piel tatuada de los prisioneros para hacerse lámparas con las que decorar su casa.
     Los cargos nunca se demostraron.
    De las supuestas lámparas de piel humana de Ilse Koch solo quedan fotografías, pero el tétrico libro de Wagner sí ha llegado a nuestros días.
     Otro ejemplar se guarda en la biblioteca de la Universidad Friedrich Schiller de Jena (Alemania), en la que el médico nazi presentó su tesis doctoral, vinculando los tatuajes a la criminalidad sin ningún método científico.
    El dermatólogo alemán Peter Elsner ha diseccionado ahora la obra de Wagner, en una revista especializada alemana.
     Según Elsner, incluso “la autoría científica de la tesis es cuestionable”.
     En 1957, subraya, otro prisionero de Buchenwald, el escritor médico Paul Grünwald, declaró que fue él mismo quien diseñó el cuestionario, interrogó a los 800 presos, recopiló los datos y redactó la tesis de Wagner. El nazi, mientras, daba algunas indicaciones y, sobre todo, “se aseguraba de que los tatuajes especialmente bonitos fueran fotografiados en el departamento de fotografía”, según el testimonio de Grünwald.
     La tesis doctoral más perversa de la historia es, además, plagiada.
     Erich Wagner fue arrestado por el Ejército estadounidense en 1945.
     Pero, en 1948, escapó. Durante años, consiguió vivir en Baviera y en la Selva Negra con un nombre falso, hasta que fue detenido de nuevo en 1958. 
    El 22 de marzo de 1959, se suicidó, sin esperar a su juicio. 
    El tribunal que juzgó su tesis doctoral en la Universidad de Jena calificó de “muy buena” su obra Sobre el tema del tatuaje


 

Lascivia en las cartas de amor del siglo XXI


Lascivia en las cartas de amor del siglo XXI

Obra de un pintor francés anónimo del siglo XVI en la que retrató a una alcahueta haciendo entrega de una carta de amor.
Obra de un pintor francés anónimo del siglo XVI en la que retrató a una alcahueta haciendo entrega de una carta de amor.
EL FILÓSOFO Adolph Knigge avisó de que el único remedio contra el amor era la huida antes de que este llegara a producirse. 
Visto lo visto, nadie le hizo mucho caso y el rechazo a sus enseñanzas continúa siendo un éxito.
A propósito de ello, la joven francesa Morgane Ortin ha puesto en marcha una cuenta de Instagram llamada Amours solitaires que está arrasando.
 Ortin, responsable además de una editorial dedicada a la correspondencia de grandes autores —Editions Des Lettres— y autora del libro Les SMS des grands écrivains, ha creado la cuenta para preguntarse cómo se escribe el amor en 2017. 
El proyecto se basa en hacer acopio de pantallazos de mensajes que la gente le envía y que van desde la confesión de amor más cursi a la invitación más atrevida.
Busco “amours solitaires” en Instagram y me hago seguidor de la cuenta.
 El primer mensaje que encuentro dice: “A menudo me pregunto desde cuándo te amo, creo que desde siempre, porque tu nombre se ha convertido en sentimiento”. 5.187 me gusta y 95 comentarios.
 Acto seguido leo el manifiesto de la creadora:
 “Se dice que la carta de amor está muerta, que las personas ya no saben escribir y que la palabra ha desaparecido en beneficio de la imagen.
 Pero cada día circulan mensajes que, aislados en la intimidad del teléfono, contradicen todo esto.
 Amours solitaires ha nacido para decir que la carta de amor evoluciona con los nuevos soportes que nos ofrece la tecnología. 
¿Quién dice que el sentimiento estaba muerto? El sentimiento es vanguardia”. 

Cuando me topo con el siguiente SMS, “Quiero que tus hoyuelos acaricien el interior de mis muslos”, no puedo evitar abrir los Fragmentos de Barthes y recordar aquello de que “el lenguaje es una piel. Yo froto mi lenguaje contra el otro”. 
Y como tengo a mano las 856 cartas entre Albert Camus y María Casares, leo: “Hay algo que es solo nuestro y donde te encuentro siempre sin esfuerzo. Son las horas en las que guardo silencio y tú dudas de mí.
 Pero poco importa, mi corazón está lleno de ti. Adiós, querida”.
En una entrevista en la revista Les Inrocks, Ortin aseguraba: “Cuando hablo de cartas de amor por SMS la mayoría se ríe de mí, pero lo único que ha cambiado es nuestra concepción del tiempo.
 En los mensajes no hay la noción de ausencia de una carta, que nos autoriza a ser más líricos porque sabemos que la respuesta tardará. Las épocas han cambiado pero los procedimientos son idénticos”.
Para certificarlo acudo a Henry Miller escribiendo a Anaïs Nin, que no tenía wifi, pero sí el alcohol que tantas veces otorga atrevimiento:
 “¿Y qué es lo que te lleva a hacer eso, el amor? Es hermoso amar y ser libre al mismo tiempo. No sé lo que espero de ti, pero es algo parecido a un milagro. 
Te voy a exigir todo, hasta lo imposible, porque me animas a ello.
 Me gusta incluso tu engaño, tu traición. Me parece aristocrático (¿suena inapropiada la palabra aristocrático en mi boca?).
 Sí, Anaïs, pensaba en cómo traicionarte, pero no puedo. Te deseo. Quiero desnudarte, vulgarizarte un poco… No sé, ay, lo que me digo. 
Estoy un poco bebido porque tú no te encuentras aquí.
 Me gustaría dar una palmada y voilà, ¡Anaïs!”.

Las New York Campos..................................... Manuel Morales

¿Qué interés tuvo ver a las Campos paseando por Nueva York? Ninguno. Y además aburrido.

María Teresa Campos en Nueva York delante del escaparate de Tiffany. María Teresa Campos en Nueva York delante del escaparate de Tiffany

Me rindo. 
Desconozco qué interés puede generar ver pasear por Nueva York a la periodista María Teresa Campos y sus hijas Terelu y Carmen, pero Telecinco decidió que la nueva entrega del reality que exhibe las vidas de este trío contase con escenarios como el Empire State, el Rockefeller Center o Chinatown. 
Ni por esas. 
El programa fue muy aburrido y se hizo larguísimo. 
Solo algún comentario jocoso de la madre y los recurrentes efectos de sonido o fragmentos de canciones para reforzar determinadas situaciones sacaban del bostezo.
El periplo sirvió, eso sí, para comprobar la fobia a volar de Carmen Borrego o el miedo a las palomas de su hermana, que mostró otra vez su desorden alimenticio. 
Terelu se apipó de comida basura del aeropuerto y se atracó a perritos calientes en la ciudad que nunca duerme. 
Ya se lo reprochó su hermana: “Le cabe España a la tía”. Quizás el momento más sonrojante fue cuando Terelu devoró otro perrito mientras simulaba el comienzo de un orgasmo, en imitación de Meg Ryan en Cuando Harry encontró a Sally.
 Por suerte, la presentadora nos avisó de que cómo se comporta en esos momentos de intimidad se lo guarda para sí misma.
Reconvertida hace tiempo en comentarista de viscosos programas del cotilleo, la hermana mayor ejerció de organizadora y parloteó sobre trivialidades como el novio que conoció en Nueva York o sus problemas para entender el inglés americano… interesantísimo, como demostraba la cara de su hermana, la picajosa y malhablada Carmen (“que me doy un fostiazo del quince”, bramó ante un tropezón).
Así transcurrieron las casi dos horas de Las Campos, viéndolas subir y bajar de limusinas, ir de compras una y otra vez, incluido un ceremonioso personal shopper por la Quinta Avenida, y asistimos a excitantes momentos como sacar un billete de metro o regatear con un vendedor callejero de falsificaciones. 
Fue más llamativo ver cómo se rebotaban cuando los paparazis les sacaban fotos por la calle. Habrase visto.
¿Alguna inquietud cultural en su visita a Nueva York, como ver un museo, un musical o aunque sea adquirir un libro de fotos de edificios de la megalópolis? 
Hombre, no nos pongamos estupendos.
* Las Campos fue seguido por 1.892.000 espectadores con un 11,8% de cuota de pantalla, el décimo programa más visto del miércoles 27 de diciembre.