Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

27 sept 2017

Patti Smith, el poder de la poesía y la música frente a la muerte

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Patti Smith: Dream of Life, 2008. Imagen: Clean Socks / Thirteen / WNET.

«Elegie» fue grabada el 18 de septiembre de 1975, el mismo día en el que, cinco años antes, murió Jimi Hendrix.
 Con esta canción, un acto profético que no fue ni fruto del azar ni tampoco del capricho, Patti Smith cerraba Horses.
 «Trompetas, violines, los escucho en la distancia / Y mi piel emite un rayo, pero creo que es triste, muy malo / que nuestros amigos no puedan estar hoy con nosotros».
 Su voz y el piano de Richard Sohl atravesando la niebla de pesar que deja a su paso la muerte de quienes nos importan. 
Desde el regreso de Smith a los escenarios en 1995, la balada ha sonado esporádicamente en sus conciertos —especialmente en aquellos en los que se interpreta Horses al completo— para recordar a aquellos que ya no están.
 Héroes a los que admiró en su juventud, como Brian Jones, pero también maestros con los que compartió la vida y la creación, y a quienes ha visto morir. Robert Mapplethorpe, Lou Reed, Jerry Garcia, Fred «Sonic» Smith.

Iluminaciones
Prácticamente desde el principio de su carrera, antes incluso de grabar aquel primer álbum, Patti Smith ya lamentaba la ausencia eterna de quienes habían alimentado su espíritu y su talento. 
Cantó apasionadamente a la fraternidad y al amor romántico en canciones como «Kimberly» y «Because the Night», y su obra es una inextinguible celebración de la vida y el arte. 
Por eso mismo, la muerte del artista, está tan presente en sus versos.
 Su obra se estremece por la ausencia de creadores prodigiosos, como Jim Morrison, que según Smith fue «lo más cercano que un músico de rock & roll había estado de ser un artista».
 En 1972, durante una visita a su tumba parisina, tuvo una revelación:
 «Me senté allí durante un par de horas. Estaba cubierta de barro y temía moverme. 
De repente todo se terminó. Ya daba igual. Cruzando mi cráneo había nuevos planes, nuevos sueños, nuevos viajes, sinfonías, colores. 
Solo quería irme de allí, volver a casa y hacer mi propio trabajo. Enfocar mi proyector sobre mi ritmo interior». 
Smith escribió la canción «Break It Up» inspirándose en el líder de The Doors.
 También sería el punto de partida de un artículo publicado en Creem en 1975 bajo el título «Jukebox Cruci-fix» en el que reflexionaba sobre el sentido último de las más célebres defunciones del rock & roll:
 «Me niego a creer que Hendrix tuviera la última mano poseída, que Joplin tuviera la última garganta ebria, que Morrison tuviera la última mente iluminada.
 No se deslizaron sus pieles ni se disolvieron por siempre para nosotros para hibernar en rockolas póstumas».

Patti Smith, el poder de la poesía y la música frente a la muerte

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Muerte de Brian
Desde sus inicios como poetisa, Patti Smith conjuró los nombres que la inspiraron y empujaron a buscar su propia voz. 
Admiró a escritores, actrices, poetas, pintoras, iconos. Modigliani, Genet, Pollock, Edie Sedgwick, Rimbaud, Jeanne Moreu, Frida Kahlo, Anna Karina.
 Además, intuyó que el cada vez más poderoso rock & roll —que la contagió de niña, cuando su padre veía el Ed Sullivan Show en la televisión— albergaba una nueva forma de arte, a través de la cual algunos de aquellos trovadores eléctricos —con Dylan a la cabeza— estaban destinados a crear una nueva forma de poesía, simple pero inquebrantable, culta y popular a la vez.
 Se enamoró de los Stones
De los gestos de Mick Jagger, del rostro canallesco de Keith Richards, de la diabólica belleza de Brian Jones.
 Durante el verano de 1969 estando con su hermana Linda en París, comenzó a tener una serie de sueños recurrentes.
 En aquellas visiones, el ya exmiembro de Rolling Stones se encontraba siempre bajo una terrible amenaza donde el agua era un elemento omnipresente. 
Patti convenció a Linda para adelantar su regreso a la capital —estaban en una granja en las afueras— e intentar avisar a quien fuese —en aquel momento, Smith no era nada más que una joven dependienta en una librería neoyorquina— de que Jones corría un grave peligro. 
Cuando llegaron, el titular sobre su muerte ya ocupaba los periódicos de aquel día.
 Brian Jones murió ahogado en una piscina en julio de 1969. En el poema «Edie Sedgewick (1943-1971)», incluido en Seventh Heaven (1972), su primer libro, lamentaba la pérdida de quien fuera la actriz fetiche de Warhol durante 1965, fundiendo su figura con la de Brian Jones:
 «Y me gustaría verla / levantarse de nuevo / sus huesos blancos / con el pequeño Brian Jones / el pequeño Brian Jones / como muñequitas sonrojadas».

El rock del dérèglement
Aquellas premociones avanzaron un aspecto que ha terminado por resultar imprescindible en su trabajo.
 Patti Smith es quizá la única gran artista del siglo XX que ha llorado a través de su obra a muchos de los nombres capitales de la cultura de dicho siglo.
 Con algunos de ellos recorrió parte de su propio camino.
 La vida y el destino se han encargado de que la elegía con la que cerraba Horses haya ido perpetuándose hasta el día de hoy. 
La última vez fue a raíz de la muerte del que fuera su cómplice y amante, el escritor, actor y músico Sam Shepard, fallecido el pasado 27 de julio, al cual recordó en un artículo para The New Yorker titulado «My buddy» (mi compañero). 
Estos lamentos, ya adquieran forma de verso o de prosa, forman parte indisociable de su opus.
 Resulta inevitable que así fuera, puesto que el rock & roll implica el riesgo de una muerte prematura, inducida casi siempre por ese dérèglement que Rimbaud practicó afanosamente en sus años como poeta.
 Morrison, Jones, Hendrix, Joplin, primero; después, Kurt Cobain, Jim Carroll, Lou Reed y su propio marido, Fred Smith, guitarra de los revolucionarios MC5, el hombre por el cual abandonó su carrera musical en 1980, coautor de «People Have The Power», una de sus canciones más famosas.

Como ocurriría en posteriores ocasiones, la muerte de Mapplethorpe no irrumpió de manera aislada en la vida de Smith. Unos meses después fallecía Richard Sohl, que fue junto a Lenny Kaye uno de los músicos con los que se acompañó  en los recitales donde guitarra y piano se sumaban al ritmo de sus torrenciales declamaciones poéticas. 
Allen Ginsberg, cuyo primer encuentro con Patti en 1969 es relatado en Éramos uno niños (una anécdota divertida y enternecedora en la cual el poeta intenta ligar con ella al confundirla con un chico) falleció a causa de un cáncer en 1997. Smith y Philip Glass estuvieron entre los amigos que cuidaron de él durante la enfermedad. 
En su funeral recitó uno de sus poemas, «Cremation of Chogyam Trungpa» y desde entonces ha participado con Glass en diversos actos en su memoria. 
En agosto de ese mismo año moría también William Burroughs. Se conocieron cuando el escritor regresó a Nueva York en 1974, convirtiéndose casualmente en padrino de la generación punk que estaba naciendo entonces en la ciudad.
 «Construye un buen nombre», le aconsejó el autor de Yonqui a Smith, con quien mantuvo una buena amistad durante los años que ambos coincidieron en la ciudad.
 «Mantenlo limpio. No te comprometas, no te preocupes por ganar mucho dinero o ser famosa.
 Preocúpate por hacer un buen trabajo y tomar las decisiones adecuadas y proteger lo que hagas.
 Y si te ganas una reputación, eventualmente, ese nombre será tu propia divisa».

Jim Carroll  fue otro autor brillante cuyos inicios coincidieron con los suyos, sellando sus destinos para siempre. 
Compartió apartamento y estrecheces con Mapplethorpe y con ella a principios de los años setenta. 
Y fue quien la animó a que recitara sus poemas en público, en los encuentros poéticos que tenían lugar en St Mark’s Church, en compañía de autores como John Giorno o Anne Waldman. Carroll, que participaba con su amiga de la pasión por Burroughs, Ginsberg y Rilke, se convirtió rápidamente en un reputado escritor. Estuvo nominado al Pulitzer en 1973 por el poemario Living in the movies pero su obra cumbre fue The basketball diaries (1978), en la que relataba sus correrías callejeras durante los primeros años de su adicción a la heroína. 
En 1980 debutó como cantante de rock & roll con el álbum Catholic Boy
 En él se incluía un tema que hablaba de su amiga («Crow») y también la que habría de ser su canción inmortal, «People Who Died». 
Carroll falleció a los sesenta años, en septiembre de 2009. En su juventud había conseguido librarse de la heroína pero no pudo burlar el efecto letal de un ataque al corazón. 
En una de las evocaciones que hizo tras su muerte, Smith destacó que era un poeta de raza, como lo fue Rimbaud.
 Había nacido para serlo y poseía todas las cualidades necesarias para ello: técnica, lenguaje, belleza y una mirada propia.
La huella de Bolaño

Durante los últimos años, la figura y la obra de Roberto Bolaño se han convertido en una de sus fijaciones. 
Ha escrito poemas para él y ha participado en diversos homenajes alrededor de su figura, entre ellos uno organizado en 2010 por la Casa de América de Madrid. 
En él, Smith, acompañada a la guitarra por Lenny Kaye, recreó una electrizante versión de «Free Money» en el peor momento de la crisis económica, instando a la rebelión contra los poderes económicos. 
Bolaño, cuya casa de Blanes ha sido objeto de peregrinación por parte de la artista, como en su día lo fueron la Casa Azul de Frida Kahlo o la tumba de Jim Morrison, tiene su lugar entre los recuerdos conjurados en M Train
 «Al leer [su poema] “Amuleto” reparé en que se refería de pasada a la hecatombe —un antiguo sacrificio ritual de cien bueyes— y decidí escribir una hecatombe para él: un poema de cien versos. Sería una forma de darle las gracias por haber pasado el último trecho de su vida afanándose por acabar su obra maestra, 2666. Ojalá le hubieran concedido una dispensa especial para continuar con vida porque 2666 parecía concebida para prolongarse eternamente, siempre que él quisiera seguir escribiendo. 
Qué triste injusticia para el hermoso Bolaño, morir en la plenitud de sus facultades, a los cincuenta años.
 La pérdida de su persona y de lo no escrito nos niega cuando menos un secreto del mundo»
. Quizá para afrontar esta y todas esas pérdidas, para tener cerca a los autores que ya no escribirán, las canciones que nunca existirán porque sus compositores se han ido, Patti Smith continúa escribiendo y cantando.
 Solo así se puede mantener vivos a los muertos. 
Ella misma lo dice en Éramos unos niños: «¿Por qué no puedo escribir algo que resucite a los muertos?
 Ese es mi afán más hondo».

El cura asesino de Madrid......................... Patricia Gosálvez

La Iglesia sigue siendo reticente a mostrar su historia más negra.

 

La Luna y la silueta de la Catedral de la Almudena, de Madrid.
La Luna y la silueta de la Catedral de la Almudena, de Madrid.
El primer obispo de Madrid duró muy poco.
 Monseñor Martínez Izquierdo apenas estaba empezando a poner orden en el disipado clero madrileño cuando, ocho meses después de tomar posesión de la nueva diócesis, uno de esos curas indisciplinados con los que pretendía acabar le metió tres tiros por la espalda. 
Fue el Domingo de Ramos de 1886, en las escaleras de la colegiata de San Isidro, en plena calle Toledo. 
Tras dispararle, el cura Galeote, su asesino, gritó: "¡Ya estoy vengado!".
 La muchedumbre que estaba entrando a misa casi lo lincha.
 Galeote no fue el primer cura asesino de Madrid. 
"Se daban bastantes casos, pero la Iglesia siempre los escondió", explica Salvador Daza, co-autor del libro De la santidad al crimen: clérigos homicidas en España (1535-1821). Según el historiador, la Iglesia sigue siendo reticente a mostrar su historia más negra: "Acceder a los archivos eclesiásticos no resulta nada fácil, aunque hayan pasado siglos; para ellos 200 años no son nada".
 Durante su investigación, muchas veces ocultó el tema de su libro ante las instancias religiosas para así esquivar el secretismo y conseguir permiso para rastrear entre los viejos archivos los crímenes de los hombres santos. 
Encontró, por ejemplo, el asesinato de la calle de las Beatas de 1776, el primero en Madrid en el que un sacerdote fue sometido a un proceso civil sin tener que esperar a que actuase antes la justicia eclesiástica ("durante siglos, la Iglesia se había limitado a cambiar a los curas homicidas de parroquia y esperar que la gente olvidase el crimen", explica Daza).
 El cura de la calle de las Beatas se enamoró de una viuda joven que le cosía la sotana y a la que decidió acosar para obtener favores carnales, llegando incluso a ofrecerle serenatas. 
"Al final, un vecino se atrevió a hacer un comentario del tipo, 'este ni es cura ni es nada, es un sinvergüenza", explica el historiador, "cosa que ofendió el honor calderoniano del fraile, que, sin más, se cargó al vecino a los dos días".
 La justicia lo habría condenado a muerte (previa desconsagración), pero Carlos III intervino para salvaguardar el buen nombre de la Iglesia. 
Peor suerte tuvo el padre Sanvítores, al que colgaron en la Plaza de la Cebada en 1815 por matar a martillazos a su mantenida. 
Lo hizo por celos, después de acostarse con ella y darle la absolución para que no muriese en pecado.
A los curas homicidas, como a los demás mortales, les mueven las bajas pasiones. 
"Abunda el crimen pasional, ya que la mayoría del clero no era vocacional ni célibe", dice el historiador, 
"pero también hay bastantes asesinatos por poder, una suerte de parricidios, en los que se mata al superior".
 Detrás, siempre está el honor herido, ya que los religiosos eran educados en el privilegio, y si veían su estatus atacado, reaccionaban violentamente. 
"Todavía vemos ese prurito hoy en día, en la prepotencia de los obispos", opina Daza. 

Al cura Galeote, malhumorado y pendenciero, le habían quitado una misa.
 Perdía dinero y por ello se quejó amargamente a Monseñor Martínez Izquierdo, pero éste no le hizo ni caso. 
Galeote se ofendió y decidió solucionarlo al grito de "¡Ya estoy vengado!". 
El caso fue muy sonado no sólo por la condición de la víctima (carismático obispo de mano dura) y el asesino (sacerdote excéntrico, amancebado y avaricioso). 
Fue, además, un proceso clave para legitimar la psiquiatría en España, ya que se discutió si Galeote era responsable de sus actos y si era humano ejecutarle en el caso de que estuviese loco.

Al final decidieron que no, y le internaron en el manicomio de Leganés, donde el director Luis Simarro encabezaba el nacimiento de la psiquiatría moderna. 
El centro de salud Santa Isabel sólo conserva de la antigua Casa de Dementes su fabulosa fachada neomudéjar. 
Por dentro todo es nuevo. En el instituto psiquiátrico, hasta el lenguaje ha cambiado.
 En época de Galeote, los psiquiatras eran frenópatas
. Defendían el degeneracionismo, según el cual las taras mentales se manifestaban en taras físicas (en el caso de Galeote se hizo hincapié en su sordera, el marimachismo de una de sus hermanas y la cara estrambótica de otra). 
A los enfermos mentales entonces se les llamaba monomaniacos, imbéciles, degenerados o simplemente locos, así en general.
 El manicomio de Leganés fue la tumba de Galeote, que murió de viejo en 1922.
La tumba del obispo se encuentra bajo el altar de San Isidro, la iglesia en la que le dispararon.
 Por fuera, el templo está prácticamente igual que entonces (sólo las torres eran un poco más bajas).
 Por dentro, también.
 Salvo por las velas eléctricas, que funcionan con monedas de 10 céntimos, y por las cámaras de los turistas, podríamos estar en 1886. 
 Efectivamente, para la Iglesia, 123 años no son nada.

Alain Delon, operado de urgencia del corazón

El actor francés había manifestado en los últimos días su deseo de no vivir tras la muerte de su gran amor Mireille Darc.

El actor francés Alain Delon el pasado mes de mayo en Bélgica.
El actor francés Alain Delon el pasado mes de mayo en Bélgica.

 El actor Alain Delon fue hospitalizado urgentemente el pasado 18 de septiembre, según informa en su edición de este miércoles Ici Paris

 La estrella, que celebrará sus 82 años el 8 de noviembre, llegó a un hospital del oeste de París, quejándose de un dolor recurrente en la espalda y la pierna izquierda.

 Delon se sometió a un bypass en una intervención que duró cinco horas.

 Después de la cirugía, pasó un día entero en la sala de recuperación y otro en cuidados intensivos.

 

El famoso actor francés, que ha encadenado varios problemas de salud durante los últimos cuatro años que le han llevado frecuentemente al hospital, está todavía en observación.
 La fecha de su salida del hospital todavía no se sabe, según dice la revista francesa.
Durante una de sus últimas entrevistas, esta leyenda del cine francés aseguró estar muy afectado por la muerte de su expareja y amiga Mireille Darc.
 "Hoy prefiero tener más de 40 años.
 Así no tendré mucho tiempo para vivir sin ella.
 Al fin ella puede descansar, y yo sin ella también puedo irme", dijo a Paris Match.
"Fue la mujer de mi vida", confió. "Fuimos tan felices juntos (...) Fue mi media naranja. 
No nos planteábamos nada, nos completábamos", dijo el actor. Ambos fueron pareja durante 15 años en los años 1970-1980, rodaron juntos varias películas y siguieron unidos hasta la muerte de Darc, el pasado 28 de agosto.

Alain Delon y Mireille Darc en París en 2011.  
Alain Delon y Mireille Darc en París en 2011. REUTERS

En 1968 conoció a Alain Delon en el rodaje de Jeff, de Jean Herman, y ambos iniciaron una relación que iba a durar 12 años. Volvieron a trabajar juntos en filmes como Borsalino (1970) y Los senos de hielo (1974) y formaron una de las parejas más glamurosas de la época.
 Pese a su separación -que se atribuyó al deseo del actor de tener hijos, algo que no era posible para ella por una malformación cardiaca-, siguieron siendo buenos amigos.
 Precisamente esas dolencias cardiacas y un accidente de tráfico interrumpieron la carrera cinematográfica de Mireille Darc en la década de los 80.
El actor, que enamoró a millones de espectadores de todo el mundo y que vivió intensos romances, uno de los más con la actriz Romy Schneider, siempre quiso dejar muy clara la línea que separa al actor de la persona que sale en las revistas. 
“Hay una diferencia entre mi vida personal y la de actor. Solo pido que se haga esta distinción.
 Soy un actor que interpreta a un personaje, no me interpreto a mí mismo”, dijo.

 Siempre ha sido el Amor de mi vida, pero él no lo sabe

26 sept 2017

Tarantino reúne al elenco de ‘Pulp Fiction’ en su fiesta de compromiso

Uma Thurman, Samuel L. Jackson o Bruce Willis han sido algunos de los invitados a la celebración del cineasta y su novia, la cantante israelí Daniella Pick.

Quentin Tarantino y su novia, la cantante israelí Daniela Pick.
Quentin Tarantino y su novia, la cantante israelí Daniela Pick.

 Quentin Tarantino y su novia, la cantante israelí Daniella Pick, celebraron su compromiso este sábado en una fiesta en Nueva York organizada por un amigo de la pareja, el productor de cine Harvey Weinstein.

 La celebración, donde acudieron muchos actores, se convirtió casi en una reunión del elenco de Pulp Fiction, la película que el cineasta dirigió en 1994, que le ha dado varios premios como un Oscar y un Globo de Oro a mejor guion y director y que hoy es un clásico del cine.

 Entre los invitados se encontraban Uma Thurman, Samuel L. Jackson, Bruce Willis, Edward Norton, Harvey Keitel y Diane Kruger, entre otros.

Tarantino, de 54 años, conoció a su ahora prometida en 2009, cuando el cineasta estaba en Israel de promoción con su película Malditos bastardos.
 Según los medios estadounidenses, la relación de la pareja ha tenido varias idas y venidas y no ha sido hasta 2016 cuando se ha estabilizado. 
Desde hace un año viven juntos en Los Ángeles y el pasado mes de julio anunciaron su compromiso.
La actriz Uma Thurman.
La actriz Uma Thurman.
Una relación que sorprendió a los seguidores del director de Los odiosos ocho ya que el cineasta aseguró en una entrevista que cuando se volcaba en una película no tenía tiempo para ninguna otra distracción. 
“Cuando estoy haciendo una película no hago nada más. No tengo esposa. No tengo niños. 
Nada puede interponerse.
 El mundo puede arder en llamas que no me importa. Mi vida es esta”, dijo entonces Tarantino a la revista GQ.
Pero sus más allegados son los principales testigos del amor que se profesan ambos y prueba de ello es el discurso que dio Weinstein en la fiesta. “Cuando hiciste la película de Malditos bastardos no solo obtuviste el Oscar, sino que también conseguiste a Daniella”, declaró el productor muy amigo de Tarantino.
La actriz Uma Thurman, musa del cineasta con la que se le relacionó hace años, también manifestó que veía a Tarantino más feliz que nunca al lado de Pick.
Los actores Bruce Willis y Edward Norton. 
Los actores Bruce Willis y Edward Norton.
La pareja ya ha celebrado su compromiso con la familia de la cantante en Israel, como ella misma anunció en su cuenta de Instagram
 Pick, de 33 años, es hija del reconocido compositor israelí de origen polaco Svika Pick, una figura musical legendaria en Israel que ha escrito y realizado numerosos éxitos musicales habiendo participado varios años en el Festival de la Canción de Eurovisión. “Hay mucha alegría en nuestra familia”, Tarantino actualmente está escribiendo el que sería su noveno trabajo y, aunque ha recalcado su plan de hacer solamente 10 películas en su carrera, sus más cercanos creen que nunca dejará de escribir y que se centrará en el teatro, en libros y en la televisión. 
Sobre su compromiso con Daniella Pick, una fuente cercana a la pareja aseguró que la boda se celebrará el año que viene aunque todavía está por elegir el lugar.