Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

2 mar 2017

La balada triste de la periodista que se disparó en directo


El festival barcelonés Americana estrena en España el documental y la película que recuperan la historia de Christine Chubbuck, la presentadora de TV que se pegó un tiro durante un informativo.

La balada triste de la periodista que se disparó en directo
Fotograma de Christine, con Rebecca Hall poniéndose en la piel de la presentadora suicida.
“De acuerdo a la política del Canal 40 de brindarles lo último en sangre y entrañas a todo color, están a punto de ver otra primicia”. Fue decir estas palabras y Christine Chubbuck sacó su mano de debajo de la mesa, donde escondía su revólver del calibre 38, y se pegó un tiro detrás de su oreja derecha. 
En directo, con una sonrisa torcida y mirando a la cámara.
 Su cuerpo humeante cayó sobre el escritorio, la cámara que le apuntaba siguió grabando y el realizador no hizo un fundido a negro hasta pocos segundos después, pensando que todo había sido una broma de pésimo gusto de la presentadora del talkshow Suncoast Digest de la WXLT-TV de Sarasota (Florida), una cadena afiliada a la ABC. 
 Chubbuck no estaba bromeando y tampoco los telespectadores que aquel 15 de julio de 1974 llamaron al 911 para avisar de que si no les fallaba la vista, acababan de ver una presentadora suicidándose en la pantalla de su televisor.

Chubbuck lo tenía todo preparado. Lo había escrito en una escaleta personal que desconocía el resto de su equipo.
 Tras dar un par de titulares, introduciría su suicidio en directo. Como una noticia más del día.
 Una intervención de lo más metódica que llegó después de un fallo técnico. 
Lo tenía por escrito, pero no le dio tiempo a decir que fallecería unas horas después en el hospital (y así fue, murió 14 horas después en el Sarasota Memorial). 
Ella sabía que para conseguir su objetivo no le valdría la espectacularidad de un tiro en la frente o en la boca.
 Mejor dispararse en la nuca.
 Lo sabía porque se lo había contado un jefe de policía tres semanas antes, cuando realizó un reportaje sobre el suicidio para su cadena. Seguía las órdenes de su jefe, obsesionado con emitir noticias de “sangre y entrañas”.
 Tres días antes de suicidarse en antena, Chubbuck se había pelelado con él porque cambió una de sus historias por un segmento sobre un asesinato.
 Pedían “sangre y entrañas”. 
 Ella las dió en vivo y en directo. Tenía 29 años.

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¿Les suena de algo esta historia? Sí, su premisa separece sospechosamente a la de Howard Beale, el ‘profeta furioso de la televisión’ que dirigió Sidney Lumet en Network, un mundo implacable un par de años después (con aquel “estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo!” como mantra vital de Peter Finch).
 La película que puso en evidencia al cinismo y la tiranía de los medios de comunicación (Andrew Sorkin asegura que el guión de Paddy Chafesky ha sido el faro de su carrera) tomó como paralelismo el fatal desenlace de la periodista de Ohio –en el guión inicial se mencionó el nombre de Chubbuck, pero después se borró–. 
Tres décadas después de cuestionar, y de qué manera, los límites del periodismo, dos cintas recuperan ahora la historia de Chubbuck y confluyen estos días en el Americana Film Festival* de Barcelona, que las estrenará en España tras su éxito en Sundance.
La primera es Christine, una película protagonizado con Rebecca Hall (Vicky Cristina Barcelona) poniéndose en la piel de Chubbuck y con Michael C. Hall (Dexter) como coprotagonista.
 La segunda es Katie plays Christine, un documental de Robert Greene (Actress), en el que una actriz que interpretará a la periodista revive los últimos pasos de la presentadora.
Arriba, Christine Chubbuck. Abajo, Rebecca Hall en un fotograma de la película.
Arriba, Christine Chubbuck. Abajo, Rebecca Hall en un fotograma de la película.
Foto: Wikipedia / Boderline Films

Curiosamente, ahora que los grandes estudios y la televisión han optado por dar lecciones sobre el ‘buen y mal periodismo’ y las consecuencias sociales que acarrean las investigaciones del gremio (Spotlight, Truth o The Newsroom como ejemplo), el cine independiente amplía el debate mostrándonos el lado más crudo y perverso de la carroña audiovisual. 
Si en 2015 nos horrorizamos ante los límites del periodismo ciudadano psicópata a lo Jake Gyllenhaal en Nightcrawler, en 2017 toca recuperar la historia de Christine Chubbuck para replantearnos hasta dónde se puede llegar por la audiencia.
 Pero, ¿realmente Chubbuck quería denunciar la degradación de los medios? ¿Qué le llevo a suicidarse en antena? 

La hemeroteca describe a Christine como a una mujer lista, profesional, perfeccionista hasta la médula y deprimida desde hacía años
Había abandonado su Cleveland natal para mudarse a la casa de veraneo familiar de Florida y animar su carácter con el sol de la costa Este.
 Se intentó suicidar en 1970 con una sobredosis de pastillas. 
A sus familiares les aseguraba que, a punto de llegar a la treintena, todavía era virgen. 
Vivía con su madre y su hermano y su habitación era como la de una adolescente
. Estaba enamorada de un compañero de cadena que mantenía un affaire con su mejor amiga, una reportera de deportes del mismo canal que, además, se iba a mudar a Baltimore.
 Semanas antes de suicidarse le extirparon un ovario y los médicos aseguraron que o se quedaba embarazada en un plazo de doce meses, o no podría tener hijos.
 Su madre sabía que algo andaba mal y que las tendencias suicidas no se habían apagado, pero no quiso alertar a sus compañeros de trabajo por miedo a que la despidiesen.
 La cinta de su suicidio se la quedó su familia.
 Es el único documento que lo prueba.
 Ninguna cadena grabó lo que estaba pasando y recogió el testigo de lo sucedido.
 Era 1974. El periodismo del clickbait y el ansia de viralidad mediática, por suerte, todavía no habían entrado en escena.
*Christine se exhibirá en el Americana Film Festival (Barcelona) el jueves 2 de marzo y el sábado 4 de marzo. Kate plays Christinne se exhibará en el Americana Film Festival (Barcelona) el viernes 3 de marzo y el domingo 5 de marzo.
 Más información sobre el festival, aquí.

 

Críticas a Bertín Osborne por lo que le dijo a Miguel Poveda

El presentador genera polémica por su frase al darle un delantal al cantante durante 'Mi casa es la tuya'.

TELECINCO
Bertín Osborne, de nuevo en el centro de la polémica entre acusaciones de machismo.
 El presentador de Mi casa es la tuya, de Telecinco, está siendo duramente criticado en las redes sociales por una frase que le dijo al cantante Miguel Poveda durante la emisión del programa.
Osborne entregó al artista un delantal mientras le decía: "Para que no te manches y después te lo puedes llevar de recuerdo para que se lo regales a tu madre, tu novia o tu hermana o a quien sea".
Poveda, que participaba como invitado junto al presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, respondió: "Novia va a ser complicado".

Tan solo hace unas semanas, Poveda habló de su homosexualidad en el programa Chester in Love que presenta Risto Mejide. "Cuando miraba a un chico en el cole en vez de a una chica me torturaba, porque pensaba que tenía algún trastorno, pero yo sentía por los chicos más que por las chicas", le contó.
Estas son algunas de las críticas que ha generado la frase de Bertín Osborne:
Pues no sé, el delantal que tanto da que hablar es lo primero que hace Bertin a sus invitados en la cocina, es decir para chicos porque mujeres salen muy pocas. Ganas de provocar. . A mi me pareció aburrido , lo vi porque en unos anteriores me había reido......

 

1 mar 2017

Mujeres en la Transición............................. Carlos Pardo.......................

'Media vida', de Care Santos, último Premio Nadal, es una buena aunque convencional novela sobre el perdón.

 

¿Qué puede esperarse del Premio Nadal? No es una pregunta retórica, así que respondo
. En primer lugar, uno espera un producto editorial que cumpla con unos objetivos comerciales, llegar a un público amplio y determinado, un target.
 Uno confía asimismo en que la novela premiada siga las convenciones de la mal llamada novela clásica: sea fácil de leer, pero compleja en sus peripecias.
 Uno también desea identificarse con los personajes, un final catártico. 
Y uno estaría dispuesto a exigir, pues no sucede así siempre, que no le den gato por liebre, que sea la novela de un escritor y no de un personaje mediático.
 Media vida, de Care Santos, último Premio Nadal, tiene todos estos ingredientes: una arquitectura cuidada que se apoya en escenas casi teatrales, oportunos correlatos objetivos (una tormenta de verano, la boda de Lady Di), la creación de unos personajes emocionantes y la voluntad de dar testimonio de una generación de mujeres (un target… universal) que llega a la transición española con algo más de cuarenta años y un bagaje de coerción. 
Media vida es todo esto, y también una buena novela.

Una noche de verano de 1950, cinco amigas juegan a “acción o verdad” en un internado de monjas.
 Olga, perversa oficiante, obliga a Julia, huérfana y pobre, a llevar a cabo una dura prueba que cambiará su vida. 
Años después, en 1981, a punto de que se apruebe la Ley del Divorcio, en la que ha colaborado la propia Julia, ahora diputada comunista, las amigas quedan para cenar y ponerse al día…
Olga y Julia son dos polos opuestos de estos modelos de mujer, pero cada uno de los personajes manifiesta un sentido propio de la supervivencia a una violencia ejercida sobre las mujeres desde la educación.
 Santos las sigue en las horas previas a la cena con envidiable agilidad y cálculo, conocemos su pasado por epifanías a la vez íntimas e históricas: el concierto de los Beatles en la Monumental, el estreno de Lo que el viento se llevó
Su presente emerge en pequeños gestos y la necesidad de reapropiarse de sus experiencias.
 Una estructura coral, para entendernos, más cercana a una película de Mankiewicz que a una novela de Virginia Woolf.
Sin querer desvelar aquí la trama, Santos ofrecerá en la cena la prometida catarsis: la historia de España, de sus borrados de memoria, se entrelaza con la marginación de unas mujeres a las que se ha negado la voz e incluso el placer: “Les hemos consentido demasiada mediocridad a estos hombres nuestros”.
Más allá de que los diálogos a veces son explicados por un narrador innecesario, más allá de que uno espere más de un personaje como Olga (un comienzo magistral y un final acartonado), incluso comprendiendo que Santos ata todos los cabos con unas sospechosas coincidencias (salvadas con gracia, con un aire de tragedia clásica), pocas pegas se le pueden poner a Media vida, una novela consciente de sus limitaciones.
 Podemos dudar de la ambición del proyecto literario, pero no de la pericia de la autora ni de su paradójica autenticidad: con unas reglas conocidas, nos devuelve un emocionante artificio sobre los usos de la memoria y el perdón.

Media vida. Care Santos. Destino, 2017. 414 páginas. 20,50 euros

Gente Moda Gastronomía Titulares Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo, padres de un niño

La pareja, que se casó en 2015, ha dado la bienvenida a su primer hijo este martes, el cuatro nieto de Carolina de Mónaco.

Pierre Casiraghi y Beatrice de Borromeo el Día Nacional de Mónaco, en noviembre de 2016.
Pierre Casiraghi y su esposa, Beatrice Borromeo, han sido padres de un niño por primera vez, el cuarto nieto para Carolina de Mónaco. 
La noticia se ha desvelado por un mensaje publicado en la cuenta de Instagram de Matilde Borromeo, la hermana de la recién estrenada madre que decía: "28/2/2017, nueva fecha para incluir en el calendario de mi familia", junto a una foto tomada desde el hospital de Mónaco, en el que ha nacido el nuevo miembro de la familia Grimaldi.

Beatrice Borromeo y Pierre Casiraghi se casaron hace algo menos de dos años en una doble ceremonia celebrada en Mónaco y en Italia, la primera civil y la segunda religiosa.
 La cita congregó a representantes de la vida social internacional, ya que ambos están considerados dos de sus miembros más famosos.

 

La nuera de Carolina de Mónaco, que trabaja en la redacción del diario izquierdista Il Fatto Quotidiano es hija de una relación larga y conocida, pero que nunca llegó a ser oficializada en matrimonio, entre el conde Carlo Borromeo y Paola Marzotto, hija de Marta Marzotto, un aristócrata y una influyente mujer de la jet set italiana.
Pierre es el menor de los tres hijos que Carolina tuvo con Stefano Casiraghi.
 La pareja reside en Milán.
 Ella trabaja como periodista y él en los negocios de los Casiraghi. También pasan mucho tiempo en Mónaco, y dicen que Beatrice es la nuera favorita de Carolina.
La princesa de Mónaco ya tenía tres nietos. Dos de su hijo Andrea y uno de Carlota.