Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

29 feb 2016

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, portada de LOVE

ISABEL PREYSLER Y MARIO VARGAS LLOSA
MÁS CERCA DE SER MARIDO Y MUJER
Parece que el camino que conduce al matrimonio entre “la reina de corazones” y el Nobel cada vez presenta menos escollos
. El escritor peruano estaría dispuesto a renunciar a la mayor parte de su patrimonio –estimado, a la baja, en 10 millones de euros–, con tal de conseguir su sueño más ansiado en estos momentos: convertirse en el marido de Isabel Preysler.
 No hay que olvidar que Mario cumple 80 años el próximo mes de marzo y quiere vivir el amor con la intensidad y el ímpetu de un adolescente. Aunque el divorcio está en marcha, Patricia Llosa aún tendrá algo que decir.

Isabel Preysler: “Mi familia está muy unida”

 


Isabel Preysler ha reconocido que es consciente de que la imagen que ofrece no se corresponde con la realidad.

Isabel Preysler ha conseguido convertirse en uno de los personajes más buscados por la prensa del corazón, después de que se diera a conocer su romance con Mario Vargas Llosa.
 Considerada la “reina de corazones”, la que fuera esposa de Miguel Boyer ha concedido recientemente una entrevista para el espacio “Hoy por hoy” de Cadena Ser en la que ha hablado, muy sincera, sobre sus perspectivas de futuro, sus planes de Navidad o su relación con el Nobel.
“Mi familia está muy unida, como la madre es la que une, he podido unir a mis cinco hijos aunque sean de padres diferentes.
 Se quieren igual que si vivieran en el mismo país, y como si fueran hermanos, en lugar de hermanastros”, aseguró sobre la estupenda relación que mantienen todos sus hijos entre sí, después de reconocer que la suya es una familia nada convencional.
Respecto a la Navidad, Preysler señaló que le gusta celebrar la Navidad, ya que es algo que hacía desde que era niña cuando estaba en Filipinas. Este año, como no podía ser de otra forma, espera poder reunir a todos los miembros de su familia para compartir con ellos estas fechas tan especiales.
 De hecho, Isabel Preysler acaba de volver de Miami, hasta donde se trasladó para vivir junto a sus hijos el día de Acción de Gracias.
“Sin ellos, este día no significa nada”, apuntó.
Sin reticencias a la hora de comentar su romance con el escritor -después de que se rumoreara que Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler tenían planes de boda a corto plazo-, la socialité subrayó durante la chara que “no esperaba que se organizara todo esto tras conocerse la relación con Mario”.
 “Él me decía que serían las primeras semanas, pero llevamos seis meses y no se ha calmado”, comentó entre risas. “Esperamos que esto pase y podamos salir a dar un paseo sin tener prensa en la puerta”, apostilló.
Aunque muchos apuntan que Isabel está encantada con su continua exposición en los medios de comunicación, ella desmiente que sea así.
“No me gusta salir así en los medios”. “Cuando hago una cosa de trabajo estoy encantada de que me retraten, me pregunten y todo lo que haga falta.
 Pero cuando salgo de casa y hago mi vida, me gusta ser una persona normal”, explicó al respecto. “Que estén en la puerta de tu casa y que te sigan a todas partes es tremendo, es una sensación de no tener ninguna libertad y de que todo lo van a magnificar”.
Y es que, parece que continuamente tiene que lidiar contra los comentarios que la tachan de lo que no es. “Me choca muchísimo que cuando conozco a alguien, muchas veces me diga: ‘me alegro de haberte conocido, nunca pensé que serías así’.
 Eso me hizo reflexionar sobre qué pensaban de mí. Me di cuenta de que la imagen que daba no era la mía”, concluyó.

 

Lourdes Montes se arrepiente de su vestido de novia

Ha pasado algo más de año y medio desde la mediática boda de Francisco Rivera con su pareja (y ya madre de su hija Carmen) Lourdes Montes.
 El enlace religioso, que congregó a muchas caras conocidas, curiosos y prensa, se celebró el 13 de julio de 2014 en la Capilla de la Esperanza de Triana de Sevilla.
Como toda boda, y más en esta, protagonizada por personajes famosos, hubo muchos comentarios y críticas
. Uno de los principales blancos de estas fue precisamente el vestido de la novia. Montes, abogada de profesión, decidió pocos meses antes del enlace arrancar su carrera de diseñadora de moda junto a su hermana Sibi
. Ambas fundaron la firma Analilen y se confeccionaron sendos vestidos para el gran día. Mientras que el de Sibi generó comentarios de admiración, el de la novia y protagonista (en tonos rosas, con el cuerpo cuajado de grandes cristales colgantes) dejó frío a más de uno.



lourdes novia
lourdes montes sibi montes vestidos
Pincha para ver los vestidos ampliados.

BODA FRAN RIVERA LOURDES
Tras haber defendido en multitud de ocasiones su elección, ahora la propia Lourdes Montes reconoce que se arrepiente de haber lucido este diseño.
En alguna ocasión había comentado que tuvo que hacerlo muy rápido, y ahora dice, directamente, que se equivocó.
Montes lo ha explicado al hilo de un comentario de una seguidora en Instagram
. Tras colgar una imagen en la que aparecen telas bordadas que formarán parte de su próxima colección, una chica comenta: "A mí esas telas me parecen una preciosidad y Lourdes es una chica estilosa, pero creo que su traje de novia no fue muy acertado".
 Ella le responde directamente: "Estamos de acuerdo, yo ahora tampoco me pondría algo así pero en su momento me gustó.
 Gracias por dar tu opinión de una forma tan respetuosa". La seguidora finaliza la conversación agradeciéndole su respuesta y su aceptación del comentario.

El triple salto mortal (bien resuelto) de los Oscar........................................ Gregorio Belinchón

Hollywood logra cerrar el debate de las minorías étnicas con una de las mejores galas.

 


Chris Rock despide la gala mientras le observa comiendo galletas Michael Keaton, del reparto de 'Spotlight' HANDOUT / EFE
Hay que quitarse el sombrero ante la Academia de Hollywood.
 Ha resuelto en una de las mejores galas de los últimos años el inmenso jaleo en que se había metido por no dar reflejo en las candidaturas a sus premios a las diversas minorías étnicas.
 La culpa no la tiene la Academia sino el mismo Hollywood: como dijo Spike Lee cuando recogió hace semanas su Oscar de Honor (se entrega previamente a la gran ceremonia), es más fácil que un negro presida Estados Unidos que lidere un estudio de Hollywood.
 Anoche en Los Ángeles un presentador negro, Chris Rock, repartió pullas para todos, incluso para otros negros que estaban boicoteando la ceremonia, como Will Smith.
 La gala fue divertida, chispeante, se atizó a los académicos en cuanto se pudo sobre su blancura, y tuvo suficientes momentos de emoción como para que el espectador no se despegara del sofá. Empezó y acabó igual, con una estatuilla para Spotlight, de Tom McCarthy: la que premiaba mejor guion original y la más importante, la de mejor película (había ganado el premio del Sindicato de Actores, la profesión de la mayor parte de los académicos de Hollywood).
 Algunos han criticado que Spotlight no ahonde en el drama de las víctimas de abusos sexuales por parte de los curas de Massachussetts, pero la película no va de eso, sino de cómo los periodistas de The Boston Globe encararon e investigaron ese caso.
 En el último segundo le arrebató la estatuilla a El renacido, que en el final de la ceremonia parecía la ganadora, tras sus estatuillas al director de fotografía Emmanuel Lubezki (tercero seguido), al director Alejandro González Iñárritu (segundo tras el del año pasado por Birdman) y a Leonardo DiCaprio (sí, llegó su hora y además acompañó su felicidad con un lúcido discurso sobre el cambio climático)
. ¿Han preferido no engordar aún más ego de Iñárritu? ¿No se premian direcciones de perfil bajo, adecuadas a ciertas historias, y sí las que parezcan fuegos artificiales?

Hubo pocas sorpresas, pero las hubo. Mad max: furia en la carretera ganó seis estatuillas, todas técnicas, aunque se le escapó el de mejores efectos visuales, que recayó merecidamente en Ex machina. A DiCaprio le acompañaron en interpretación los favoritos Brie Larson y Alicia Vikander. En cambio Sylvester Stallone se fue sin premio, arrebatado por un excepcional Mark Rylance con El puente de los espías.
Y podría haber sido ultima oportunidad.
El trío crea sendos personajes sin grandes alharacas.
Chile ganó su primer Oscar –con un corto de animación basado en el sufrimiento del abuelo del director causado por la dictadura pinochetista-, el compositor Ennio Morricone subió al escenario con 87 años en su primera estatuilla a competición (ya fue galardonado en su momento con el Oscar honorífico) y en su último giro final la Academia decidió quitar la miel de los labios de Iñárritu y ponérsela en la de Spotlight: en el último medio siglo solo Titanic ha ganado el Oscar grande sin haber sido candidata a mejor guion y El renacido no igualó la proeza
. De las ocho películas que competían a mejor película, seis obtuvieron al menos una estatuilla.
Y de Carol, una obra maestra, nada se supo, en el único borrón de la gala. Bueno ahí y en canción, una categoría que en esta edición deslucía el gran nivel de la ceremonia.
 Al menos, sirvió para que un vicepresidente de los EE UU, Joseph Biden, saliera a presentar a Lady Gaga y la calificara de amiga. Otra sorpresa más.

Iñárritu: el mexicano que conquista Hollywood en los tiempos de Trump............................ Jan Martínez Ahrens

El creador latinoamericano, obsesionado con el paso del tiempo, se acerca a la leyenda con el segundo Oscar consecutivo.

 

Iñárritu, sosteniendo el Oscar a la mejor dirección. REUTERS-Quality

Para Inárritu el tiempo corre hacia atrás
. Desde que cumplió 50 años vive atrapado en el irremediable reloj de la madurez
. La certidumbre de que, haga lo que haga, la arena seguirá cayendo ha abierto, como él mismo reconoce, una nueva etapa en su obra.
La primera entrega de este ciclo vital fue Birdman, y la más reciente, The Revenant.
 El Oscar al mejor director ganado en ambas películas confirma que Iñárritu, en este atardecer, va camino de la leyenda.
 La de un creador que ha hecho de la fugacidad del tiempo el sustento de su obra. Pero también la de un mexicano que conquista Hollywood en los tiempos (malos) de Donald Trump.
Ya en 2015, al recibir la estatuilla, el cineasta pidió un trato justo y digno para sus compatriotas, mil veces estigmatizados más allá del Río Bravo
. Desde entonces, la bestia de la xenofobia no ha dejado de crecer en Estados Unidos.
  Desde entonces, la bestia de la xenofobia no ha dejado de crecer en Estados Unidos
. Casi a diario, el candidato presidencial republicano Donald Trump ha pisoteado el orgullo de su vecino del sur y bramado contra esos millones de mexicanos que sin papeles y huyendo del infierno de la pobreza buscan un futuro en el gran norte. Iñárritu, profundamente crítico con los desmanes de su tierra pero solidario con sus desgracias, no los olvidó
. En el cénit de su gloria, aprovechó los altavoces de la ceremonia más seguida del planeta para recordar que no todos tienen la misma suerte que él y pedir el fin de los "prejuicios raciales" y los "pensamientos primarios”.
 Una declaración que muestra a un cineasta fiel a sus raíces y cuya personalidad se cimenta, mucho más que en el mercado o la conveniencia política, en una profunda capacidad autocrítica.
Poco importa que sus películas gusten o no a la crítica.
Tampoco la saña de ciertos seguidores le hacen excesiva mella.
En su proceso creativo, Inárritu lucha a diario con un adversario aún más duro: el juez que habita en su interior.
 “Es un Torquemada”, explicaba Iñárritu a este periódico durante la filmación de The Revenant, “un tipo al que presentas cualquier caso y te mandará al fuego, un terrorista con el que no hay negociación posible; esa voz interna es la que me lleva a encontrar el concepto primordial de las historias”.
Esa tensión se transmite a los rodajes. Verle filmar, medir los ángulos, trazar el vuelo de la cámara junto a su antiguo amigo Emmanuel Luzbeki (tercer Oscar consecutivo a la mejor fotografía) es asistir a un espectáculo torturado
. A orillas del río Bow, en la gran planicie de Calgary (Canadá), durante la filmación de The Revenant, ambos formaban una pareja en constante ebullición.
 Sin descanso, bajo temperaturas extremas, medían con precisión cada plano, lo discutían, lo reinventaban.
 Y volvían a empezar. El director, en uno de los descansos, lo explicaba:
 "Soy muy duro, muy militante, muy exigente.
No exijo nada de lo que no doy. Para mí hacer una película es una guerra de tres años y, como un perro, no la suelto
. Por eso me da miedo entrar en una película, porque voy a meterme en un proceso en el que me pierdo…”.
El fruto de este constante ir y venir es un cine, como se vio anoche, jalonado de premios. Pero en ningún caso fácil.
 Su cinematografía avanza haya o no oxígeno.
 En ocasiones la escalada puede resultar fatigosa, pero nunca deja de advertirse el tic-tac de su poderosa ambición.
 “Me gusta invertir emocionalmente en mis películas”, suele decir.
En The Revenant late esa pulsión.
Y también la admiración por los grandes clásicos, como Andréi Tarkovsky y Akira Kurosawa
. El director mexicano sigue sus huellas.
 De ahí, por ejemplo, que la odisea del trampero Hugh Glass en 1823 se transmute por momentos en la del explorador ruso Vladímir Arséniev, en Dersú Uzalá, la obra maestra de Kurosawa.
 Es un ejemplo de los juegos de intertextualidad que tanto gustan a Iñárritu.
 Hay más en la película y habrá quien los juzgue como imitación.
 Pero en la deconstrucción que practica el mexicano esto carece de importancia.
La huella no se oculta. La pisada se presenta tal y como es, sin subterfugios.
Esa transparencia se ha vuelto un rasgo distintivo del segundo Iñárritu.
Abandonados los abusos de sus primeras gramáticas, de 21 gramos (2003) o Babel (2006), el cineasta nada ahora por aguas diáfanas.
 En Birdman, esa sinceridad se plasmó en largos y arriesgados planos-secuencia, donde nada se podía ocultar; en The Revenant impera una narrativa de cristal. Infinitos paisajes nevados y una historia en línea recta
. Con esos elementos, Leonardo DiCaprio, ganador del Oscar como mejor actor, atraviesa, en su lucha por la supervivencia, el corazón de un universo inaugural, de una nación aún por definir.
 “Es una historia de crecimiento espiritual a través del dolor físico.
 Pero también se trata de una película de aventuras, de grandes silencios y espacios. Es una experimentación”, señala Iñárritu.
Ese es el reto de The Revenant. Una obra donde el tiempo, al modo clásico, adopta la forma de una cuenta atrás. Contra una naturaleza hostil.
 Y también contra la muerte
. Ese reloj que obsesiona a Iñárritu.