Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

26 oct 2015

Las frustraciones de la perfección..................................................John Carlin

Australia, uno de los países más ricos del mundo, no ha logrado la complacencia.

 

Dos jóvenes relajándose en el Kings Park, en Perth (Australia)
Dos jóvenes relajándose en el Kings Park, en Perth (Australia). / Gettyimages

Existe en el ser humano una propensión fuerte a despreciar las ventajas y magnificar los males de la época en la que le toca vivir (Edward Gibbon, historiador inglés)
Se aproximan las elecciones españolas y los políticos de todos los partidos se esforzarán para convencer al electorado de que poseen la receta para construir el país soñado, una nación estable y próspera como Suecia o Suiza o Canadá, o quizá la más afortunada de todas —porque tiene sol, playas, buena comida y vino—, Australia.
No solo en España sino prácticamente en todo Occidente el objetivo implícito al que se aspira en los discursos políticos es algo que se parece a la utopía australiana: bajo desempleo, bajo déficit, baja criminalidad, baja corrupción, alto crecimiento, solidez financiera, igualdad social y un sistema judicial fuerte e independiente.
Y como si con todo eso no hubiera suficiente motivo de envidia,
 Australia es además una sociedad cuyo espíritu es refrescantemente igualitario, un lugar en el que el recepcionista no se arruga ante el jefe de la empresa. “Hola, tío”, se dicen cuando se saludan por la mañana. Nada de feudalismos, de “Buenos días, señor presidente”, o “licenciado”, o “doctor”, como suele ser la costumbre en demasiados países hispanos.
Si el hombre no tiene problemas se los tiene que inventar: los problemas de los países son relativos
Sin embargo, acabo de pasar diez días allá y lo que sentí al subirme al avión para el vuelo de vuelta, sabiendo que lo que me esperaba era el relativo desorden de la vieja Europa, fue alivio.
Por un lado, porque las preocupaciones de los australianos son tan banales; por otro, porque el paraíso aburre.
Teniendo los problemas materiales de la vida resueltos, la obsesión nacional en Australia es evitar la muerte.
No pasó un día durante mis visitas a Melbourne, Brisbane y Sídney sin que me enterara de una novedosa iniciativa propuesta por el papá Estado para intentar eliminar todo riesgo y toda posibilidad de sufrimiento de la existencia del infantilizado ciudadano medio australiano.
Tuve una pista de lo que me esperaría nada más aterrizar en el aeropuerto de Sídney.
 Antes de pasar por migración un letrero tras otro transmitía la noción de que uno llegaba a un país ansioso por protegerse de los males que percibe en el resto del mundo.
 No solo existía temor por el ébola, sino por algo llamado síndrome respiratorio de Oriente Próximo. También, por razones que no llegué a entender, cualquiera que hubiera estado en América Central o del Sur en los anteriores seis días estaba obligado a rellenar un formulario especial.
Sospeché que éste no iba a ser un país muy amigable con los fumadores y no me equivoqué.
 Los paquetes de cigarrillos mencionan la marca de tabaco en letra diminuta y lo que asalta los ojos en todos los casos son fotos casi pornográficas de lenguas o gargantas cancerosas, de pulmones podridos, de grises bebés recién nacidos, sus caras cubiertas con máscaras de oxígeno.
En el parque central de Sídney había carteles que ponían: “Por su seguridad les advertimos que no visiten el parque después de lluvias o vientos fuertes debido al riesgo de problemas en los arboles” —es decir, de que a uno se le caiga una rama encima—.
Descubrí que en los colegios se han prohibido los columpios, por los peligros que conllevan; que los profesores deben tener todos un certificado, renovable cada seis meses, que constate que están capacitados para responder a una emergencia precipitada por la alergia a los cacahuetes; que parte del trabajo del maestro consiste en enseñar a los niños a teclear de tal manera que se reduzca al mínimo la posibilidad de contraer estrés manual.
En las playas todos se visten como hace cien años, la mayor parte del cuerpo cubierto, por temor a los rayos del sol.
 Las multas son enormes para los conductores que superan por más de tres kilómetros por hora los bajísimos límites de velocidad, y también para aquellas personas que se arriesgan a atravesar las calles por un lugar que no sea un cruce peatonal.
 Los autobuses llevan letreros advirtiendo al público, inexplicablemente, que “no entren al bus por la ventana”; y cualquiera que pretenda trabajar en una obra de construcción debe superar una serie de pruebas en las que le preguntan, por ejemplo, si está enterado del correcto procedimiento para ascender por una escalera sin caerse.
Y, como medida literalmente destinada a evitar la muerte, cada australiano cuando cumple 50 años, recibe del Gobierno como regalo un receptáculo de plástico, por decirlo de cierta manera, en el que debe enviar una deposición excremental al Ministerio de Salud.
El propósito es poder detectar con antelación la posibilidad de que los susodichos señores o señoras padezcan de cáncer de intestino.
El objetivo de relatar todo esto no es ridiculizar a Australia, un país manifiestamente admirable, sino aprovechar la oportunidad para proponer un par de reflexiones sobre nuestra especie.
Una, que si los seres humanos no tienen problemas se los tienen que inventar.
 Dos, como ya sabíamos, pero siempre vale la pena recordarlo, que los problemas de los países son relativos.
Vistas desde la perspectiva de gran parte de América Latina, África, Asia u Oriente Próximo, España o Gran Bretaña, por tomar un par de ejemplos, son naciones tan apacibles, mansas y prósperas como Australia para un español o un británico
. Que en España o Gran Bretaña surjan movimientos secesionistas o nuevos partidos políticos clamando contra la injusticia y la desigualdad social parecería responder, para la mayoría de los habitantes de la Tierra, a una necesidad de generar problemas donde no los hay.
Y no hay ningún país con menos problemas que Australia; ninguno que haya logrado una calidad de vida material mejor en la historia de nuestro planeta.
 Pero no han logrado ni la tranquilidad ni la complacencia porque nunca nada es suficiente para el ser humano.
La lección que nos dan los australianos es que la vida sin lucha no es vida.
 Siempre nos sentiremos frustrados, siempre soñaremos con más y no estaremos satisfechos hasta que conquistemos la vida eterna
. Y quizá entonces ni siquiera.

25 oct 2015

Patente de corso......................................................Arturo Pérez Reverte

Patente de corso

Armando a Javier Marías

Tengo una vieja relación de amistad con Javier Marías. Data de hace diecisiete años, siendo vecinos de página en XLSemanal, cuando empezamos a hacernos mutuas alusiones humorísticas que eran seguidas con regocijo por los lectores, y que se convirtieron en habituales después de un texto mío titulado Odio a Javier Marías, motivado por mi indignación cuando uno de mis artículos apareció junto a una página de publicidad que mostraba a un apuesto moro con turbante, mientras que el suyo salía junto a uno de sujetadores de señora, encarnado en un abundante y atractivo escote
. Él respondió con otro artículo titulado No aguanto a Pérez-Reverte, y a partir de entonces aquella guasa nos fue acercando cada vez más, y los que antes eran simples lectores uno del otro se convirtieron en amigos.
Después, Javier pasó a escribir sus artículos semanales en el dominical de El País, y allí sigue. Pero la amistad, cuajada en largas charlas sobre películas y libros que amamos, desde John Ford a Joseph Conrad -con incursiones laterales en Senta Berger, Grace Kelly y Ava Gardner-, fue en aumento. Coincidimos después en la Real Academia Española, donde nos sentamos juntos los jueves; y de vez en cuando, al salir, nos vamos a cenar a casa Lucio, en la mesa de siempre. Casi nunca hablamos de literatura; y, desde luego, nunca de literatura actual. A veces dejamos asomarse al otro a la novela que escribe cada cual, aunque para eso él es mucho más hermético que yo. Lo que a menudo sale a relucir son esos libros que ambos leemos y releemos desde que éramos niños, que son realmente el territorio donde, tan distintos como somos, Javier y yo nos reconocemos. Quizá por eso dije alguna vez que nuestra diferencia y afinidad provienen de lo mismo: vimos de pequeños las mismas películas, leímos los mismos tebeos y los mismos libros, pero él quiso escribirlos, y yo vivirlos. Y es ahora cuando nos encontramos de nuevo, cada uno con la mochila bien llena, de vuelta de la isla de sus propios piratas.
El jueves pasado hablamos de la Italia que nos gusta, de Christopher Lee y Billy Wilder, del amor y el trabajo en la madurez, de lo sereno y feliz que lo veo en los últimos tiempos, de la indigencia cultural del presidente Rajoy, de Un escándalo en Bohemia e Irene Adler -la mujer que derrotó a Sherlock Holmes- y de las encarnaduras cinematográficas del detective de Baker Street, del que somos antiguos y cálidos seguidores. «Holmes es el personaje literario que me habría gustado ser», concluyó Javier, brillantes sus ojos al decirlo. Y le conozco ese brillo.
También hablamos sobre la pistola ametralladora británica Sten. Esto último requiere explicaciones complejas, basadas en películas vistas de jovencitos, en libros de guerra y aventuras, en la familiaridad de Javier con lo británico y en su asombroso desconocimiento de las armas y su uso, pues él es un tipo cortés y civilizado, que un día tendrá el Nobel de literatura, y cuya agenda está llena de ex novias y profesores de Oxford -ésa es mi tomadura de pelo habitual-, a diferencia de la mía, donde entre traficantes, mercenarios, proxenetas y criminales figura lo mejor de cada casa. Pero al niño y lector de aventuras que fue Javier se le ve el plumero, entre otras cosas en la magnífica colección de soldaditos de plomo que tiene en su estudio. Así que hace tiempo decidí equipar más a fondo esa zona de su vida, regalándole primero una bayoneta de Kalashnikov, luego el cuchillo de comando del SAS británico, y después el Bowie de los marines en la guerra del Pacífico. Los recibió formal y flemáticamente escandalizado, pero la satisfacción se traslucía en sus ojos y sonrisa. Así que pasé a mayores, regalándole el Colt Pacemaker que usaba John Wayne, luego el revólver Webley de las tropas coloniales británicas, y al cabo la pistola alemana Luger, que motivó una memorable escena en los pasillos de la Real Academia, con Javier montándola y desmontándola, clic, clac, y varios respetables académicos alrededor, mirando acojonados.
Lo último ha sido la Sten inglesa: el arma de los comandos, los paracaidistas y los maquis, con la que me presenté en su casa, llevándola bajo la gabardina. «Estás loco», me dijo riendo. Pero ayer, mientras despachaba su filete empanado, comentó: «He comprobado que para un zurdo la Sten no es difícil de manejar». Lo imaginé en su despacho, después de irme yo, rodeado de primeras ediciones de Sterne y Conrad, corriendo el cerrojo de la metralleta que de pequeño había visto en el cine. Recordando al niño que fue y que en el fondo, por suerte para él y sus lectores, y sobre todo para sus amigos, nunca dejó de ser del todo. Y entonces fui yo quien sonrió, enternecido.  

Piratas......................................................................................... Manuel Vicent

El fanatismo, la superstición, el sectarismo, los recortes en la educación, la manipulación de las redes sociales son las formas de piratería que pueden convertir al niño más inteligente en un futuro esclavo.

 A la hora de explicar algunas características del cerebro humano el profesor decía a sus alumnos que ese órgano es la principal materia prima que existe en nuestro planeta, la única fuente de energía realmente inagotable, sostenible y renovable. Millones de recién nacidos se incorporan cada día a este mundo con ese tesoro instalado en la celda del cráneo

. En el momento de nacer ese órgano tiene en todos los casos idéntico valor sin que importe el origen ni el lugar de donde proceda, pero la inmensa mayoría de esos cerebros son desechados, mientras solo muy pocos tienen la suerte de desarrollar toda su energía. 

No hay injusticia más perversa ni despilfarro más estúpido que desperdiciar ese tesoro. 

Para animarlos a cultivarlo el profesor decía a sus alumnos que todo lo que aprendan en el colegio y en la universidad será una riqueza invisible que les acompañará siempre a cualquier parte del mundo adonde vayan. No tendrán que declararla en la aduana, el escáner no podrá detectarla, ningún gendarme conseguirá prohibirle el paso y estará siempre a salvo de los ladrones.

 Pero al observar que uno de sus alumnos, ajeno a estas palabras, permanecía abducido por el videojuego de la tableta el profesor añadió que si bien es muy difícil que te roben el cerebro es muy fácil que te lo coman o te lo laven.

 En efecto, el lavado de cerebro es la práctica más usual que utilizan hay los piratas para apoderarse de ese tesoro.

 El fanatismo, la superstición, el sectarismo, los recortes en la educación, la manipulación de las redes sociales son las formas de piratería que pueden convertir al niño más inteligente en un futuro esclavo.

 Pero junto a la facultad de desarrollar la inteligencia el cerebro lleva también aparejada la forma de rebelarse.

 Esa rebeldía y no otra cosa es la libertad, el último bastión que habrá que defender contra los piratas.

Los viajes del Imserso de un millón de jubilados quedan en suspenso............................... Cristina Delgado

Una pugna empresarial en los tribunales ha paralizado las vacaciones de la tercera edad.

 

Un grupo de jubilados en la playa de la Concha (San Sebastián) / EFE

Los primeros jubilados del programa de viajes para mayores del Imserso deberían estar ya disfrutando de la playa y las visitas culturales.
Sin embargo, el chapucero proceso concursal organizado por el organismo del Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales ha provocado una pugna empresarial que ha paralizado los viajes.
 El programa, que permite a un millón de pensionistas disfrutar de vacaciones fuera de temporada y a decenas de hoteles sobrevivir al invierno, está en el aire tras la maraña de impugnaciones entre las dos empresas que optan a organizarlo.
“Llevo muchísimos años viajando con el Imserso.
 Siempre nos llegaba la carta en septiembre. Y este año no. Seguimos esperando”, cuenta Casilda Molero. “La carta” a la que se refiere esta mujer jubilada es la que envía el Imserso a quienes son solicitantes de viajes
. Les acredita como posibles beneficiarios. Y tras recibirla, pueden acudir a las agencias y contratar las vacaciones.
Pero este año está todo parado. “Nosotros queríamos viajar en noviembre”, dice. Les hacía ilusión ir a alguna isla. “Otros años hemos estado en Salamanca y a Almería”, recuerda.
 Los viajes, apunta, salen bien de precio con la subvención. “Y hemos ido a hoteles buenos”.
Desde hace más de un cuarto de siglo el programa de viajes subvencionados del Imserso, que se otorga por concurso público, lo ganaba la misma firma: Mundosenior.
 Esta compañía es una unión de empresas formada por Globalia (dueños de Air Europa) y Barceló. Este año Mundosenior también se presentó al concurso.
 Pero para su sorpresa, le surgió competencia: Mundiplan.
 Esta segunda compañía quería una parte del pastel.
Está formada por Iberia, Alsa, Gowaii e IAG.
 Pese a tener competencia, volvió a ser Mundisenior quien ganó el concurso.
Sin embargo, su rival recurrió la decisión, porque consideró que su oferta era mejor para uno de los lotes de viajes. Y ganó.
El lío estaba servido. Era junio, y el recurso de Mundiplan, la empresa en la que participa Iberia, surtió efecto.
 El Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales ordenó revisar el concurso.
Tras comprobar los pliegos y las ofertas, decidió que, efectivamente, de los tres lotes, el de viajes a islas le correspondía a esta empresa.

“Si no llegan los viajes, cerrarán varios hoteles”

El retraso de los viajes del Imserso tiene en vilo a muchos hoteleros.
Hay establecimientos que dependen del millón de plazas subvencionadas para jubilados para capear la temporada baja.
Y, si tardan en llegar, tendrán que cerrar y mandar al paro a su plantilla.
 “En Málaga hay 16 hoteles que trabajan con clientes del Imserso. Varios permanecen abiertos a partir de octubre en exclusiva para recibirlos.
 Y ahí siguen: esperando”, dice Antonio Aranda, secretario general de AEHCOS, la asociación de hoteleros de la Costa del Sol.
 Pero si el programa tarda en llegar, tendrán que cerrar. “No pueden tener a la plantilla sin trabajar.
 Y lo mismo ocurre con conductores de autobuses, guías turísticos...”.
 El presidente de la patronal hotelera de Benidorm, Hosbec, Antonio Mayor, dice que el programa beneficia a todos.
 “Por cada euro que paga el Estado, recibe 1,5
. La subvención evita que se mande al paro a las plantillas de muchos hoteles en invierno”, dice.
La ganadora inicial, Mundosenior, no aceptó la decisión.
 Y pese a que los viajes ya deberían haber comenzado esta semana, el viernes decidió volver a recurrir.
 Un recurso contra el recurso.
 Como consecuencia, hasta que se vuelva a revisar quién tiene más puntos, las agencias de viajes no puden comercializar nada, los jubilados no pueden viajar y en los hoteles en los que deberían estar hospedados, los trabajadores están de brazos cruzados.
 Y eso, a pesar de que el inicio de las vacaciones del Imserso estaba previsto el 12 de octubre.

 Un pastel de 1.300 millones

¿Por qué una batalla tan encarnizada entre empresas por los viajes del Imserso?
 Porque aunque se trata de vacaciones con precios ajustados, son un millón de plazas y cuentan con subvención estatal.
 El contrato es gigante: los tres lotes que lo componen suman 330 millones de euros al año
. Y la empresa que gana el concurso de 2015, será la organizadora dos años, prorrogables a otros dos. Es decir: más de 1.300 millones de euros en cuatro ejercicios.
La pugna entre la empresa liderada por Air Europa y la de Iberia se centra en el lote más jugoso, el de Baleares y Canarias.
 Incluye traslados en avión, por lo que los precios son superiores
. Es el que ganó Air Europa pero que tras el recurso se reasignó a la antigua aerolínea de bandera.
 La primera se niega a aceptar la derrota y dice que su competidora incumple algunos requisitos básicos del concurso, ya que no está registrada como agencia de viajes.
Y critica que incluye vuelos nocturnos en su oferta. Mundiplan, de Iberia y Alsa, lo niega
. Defiende que las acusaciones son fruto de una pataleta de Mundisenior, porque, por primera vez en más de 25 años, “hay competencia y eso no les gusta”, dicen fuentes de la empresa.
Mientras las empresas pelean, los hoteleros se preguntan cómo se ha podido llegar a este nivel de improvisación en un concurso público.
 Si se hubiera asignado en enero y no en junio, incluso con contratiempos, los viajes de octubre hubieran estado asegurados.
“No entendemos cómo se pudieron redactar tan mal los pliegos como para generar tantos conflictos y que no se sepa quién ha ganado”, lamenta Antonio Aranda secretario general de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (AEHCOS).
El Imserso no da respuesta.
 El viernes, un portavoz explicó que hacen lo posible para que se solucione. Como el recurso afecta al lote de islas, aspiran a poner en marcha el resto (viajes peninsulares) en una semana
. Y para el paquete de la discordia, reconocen que habrá que esperar, al menos, tres semanas más. “Pero si hace falta, se extenderá el programa en junio”, aseguró.