Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

2 ago 2015

La diva y la sandía............................................................... Xavi Sancho

Antes adoraba avistar famosos, ahora son solo otro humano que se interpone en tu camino.

Christina Rosenvinge.

El otro día fui al supermercado.
 Resultó una experiencia tan interesante que creo que voy a repetir.
 Como no tengo práctica, compré raro: café soluble, cerveza y agua con gas.
 Se me olvidaron los sólidos. Y también coger un carrito.
A los que no tenemos carné de conducir ni hipoteca ni pareja el carrito nos sirve para fantasear con que llevamos las riendas de nuestro destino entre lineales llenos de cajas de cereales.
 En fin, que me acerqué a la caja con la intención de confirmar la recuperación de la economía española gracias al repunte del consumo interno.
Me aproximé por la zona de los licores.
Por el área de los productos de limpieza, una mujer rubia emprendía el mismo camino.
Tenía preferencia, pero ella aceleró y dejó una enorme sandía sobre el mostrador.
Abrió el monedero y empezó a sacar monedas con exasperante parsimonia.
Como yo no llevaba carrito, sostenía el agua con gas con la axila, presionaba las cervezas contra el esternón y trataba de abarcar con mi boca la circunferencia del bote de café.
 Mientras, con la mano libre, aquella que tantas alegrías me dio en las solitarias noches de pubertad, buscaba la cartera.
 La mujer se giró y me miró con deliciosa indiferencia. Era Christina Rosenvinge. Un mito erótico de mi adolescencia, un referente de mi juvenil educación musical, una rubia a la que, en mi madurez, iba a dar un latazo en la cabeza si no pagaba la sandía de una maldita vez.
Terminó, cogió la fruta y partió feliz —bueno, todo lo feliz que esta mujer puede parecer—, bella, grácil e indie.
Al llegar a casa recordé mis primeras visitas a Madrid.
Adoraba avistar famosos. Un actor de Al salir de Clase. Una concursante de OT. Todo era emocionante.
Ahora vivo aquí, en Madrid (¡siempre quise decir eso!), y una diva se convierte por obra y arte de una estúpida sandía en otro humano que se interpone en tu camino hacia la felicidad.
Así es al gran ciudad: lo que antes era emocionante, pronto se torna exasperante.
 Así es la vida: lo que pierdes en candor, lo ganas en rencor.

 

Corazón de fuego........................................................................................ Rosa Montero

Ojalá no le hubiera tocado tener que ser un héroe, pero emociona encontrar guerreros de la vida como él.

 

Supe de Óscar Jiménez y de su aterradora historia hará un par de años, cuando un mensaje suyo arribó a esa playa abierta al mundo que es Facebook.
 Óscar es de Sant Sadurni d’Anoia (Barcelona) y antes de que la vida le mordiera trabajaba como maquinista de excavaciones, conduciendo un cacharro de 100 toneladas en las grandes obras de las autopistas o del AVE. El 3 de marzo de 2012 le operaron de una hernia de disco
. En su preciosa página web www.SoyOscarJimenez.com se explica con detalle el espantoso estropicio.
Dice Óscar (su caso está en los tribunales y aún no hay sentencia) que durante la operación le reventaron inadvertidamente el saco dural, “que es donde va el líquido cefalorraquídeo”.
 Su cerebro empezó a perder líquido y sufría horrorosos dolores de cabeza, era incapaz de controlar sus movimientos y tenía alucinaciones (“llegué a ver a mi padre verde”), pero pese a sus quejas le dieron de alta a los 10 días con 40 grados de fiebre.
 Fue una neuróloga a la que acudió por sus terribles cefaleas la que advirtió la situación, que para entonces era crítica: se estaba muriendo.
Lo ingresaron de urgencia pero el daño estaba hecho
 Desde entonces ha sufrido siete operaciones; se ha quedado parapléjico, ha perdido la audición de un oído, padece ataques de epilepsia y sigue con dolores.
 Aquel 3 de marzo que comenzó el infierno, Óscar tenía 33 años.
Recuerdo que su relato me espantó; por entonces, con la catástrofe todavía muy próxima, Jiménez utilizaba su Facebook habitual, el de antes, el de los buenos tiempos; en las últimas entradas hablaba de su caso, pero más abajo se veía el retrato congelado de su vida de siempre, las típicas fotos con los amigos, montando en bicicleta, bebiendo cerveza.
 Es decir, se veía a un chico grande, atlético y guapo, ignorante del alud que se le venía encima. La inocente banalidad de las instantáneas se te clavaba en la retina como un punzón.
. He conocido otros casos de pérdida traumática y la víctima siempre había atravesado un primer periodo de comprensible desmoronamiento
Pero ya por entonces me sorprendió su coraje. He conocido otros casos de pérdida traumática y la víctima siempre había atravesado un primer periodo de comprensible desmoronamiento. El duelo lleva su tiempo y el esfuerzo de asimilación y reinvención es monumental.
 Sin embargo, Óscar estaba increíblemente entero desde el comienzo
Cuando contactó conmigo se apoyaba en la indignación ante lo que él considera una mala praxis, y en la pelea judicial para demostrarlo.
Ahora bien, incluso en esos meses mantenía la cabeza fría y el control de sí mismo.
Pero es que luego, poco a poco, en la distancia, lo he visto florecer
. Primero fue el libro. Pensó, con razón, que su caso era singular, y escribió un impactante texto titulado IMPOSIBLE, así, en mayúsculas, con las dos primeras letras tachadas; se puede conseguir en Amazon y durante tres meses ha sido el libro más vendido de Amazon España en el apartado de biografías.
 Además, Óscar fue creciendo en activismo social: de cuando en cuando me mandaba noticias de alguna reivindicación en pro de los derechos de los discapacitados.
 Y, por último, este incansable luchador ha encontrado un reto en el que concentrar su desbordante vitalidad.
Va a hacerse 799 kilómetros del Camino de Santiago en 8 días y en silla de ruedas, a 100 kilómetros por día, para reunir dinero para la investigación de las lesiones medulares. Y para sentirse libre como un pájaro, a pesar de todo.
Lleva meses preparando esta hazaña maravillosa y loca. Está buscando patrocinadores y, para mi pasmo, le está costando muchísimo encontrarlos. Unos cuantos comercios le han apoyado; gracias a eso ha conseguido añadir a su silla de ruedas un pequeño motor eléctrico con una autonomía de 30 kilómetros; todo lo que sobrepase esa distancia diaria tendrá que hacerlo a brazo. Le acompañará un amigo y empezarán el recorrido el 16 de septiembre. En su página lo explica todo, así como la manera de colaborar.
El horror que ha vivido Óscar le ha obligado a sacar lo mejor de sí. Quizá ni él mismo supiera que poseía un corazón de fuego y un temple de diamante; quizá gracias a esa entereza colosal se esté construyendo una vida más rica y más interesante que la anterior. Con unos costes agónicos, desde luego.
 Ojalá no le hubiera tocado tener que ser un héroe, ojalá hubiera podido llevar una existencia mediocre; pero emociona encontrar guerreros de la vida como él, capaces de reinventar la plenitud. Por cierto, el 100% de los ingresos de su libro van a parar a la Asociación de Amigos de los Discapacitados.
 Él vive de su pensión y jamás se queja de su situación económica.
 Bueno, en realidad jamás se queja de nada.
 Es lo que tienen los héroes: son un implacable espejo en el que comparar nuestras cobardías cotidianas, nuestros disgustos por nimiedades irrelevantes.
Mi admiración, querido Óscar.
@BrunaHusky
www.facebook.com/escritorarosamontero
www.rosamontero.es

Un Loco lleno de Odio, una maldad sin explicación............................................................. Elisa Lois

El parricida telefoneó a su exmujer para decirle que iba a matar a las niñas.

Que el Cielo lo Juzgue. 

El supuesto asesino utilizó una sierra radial para cortarles el cuello.

 

Oubel, escoltado por guardias civiles, ante el juzgado de Caldas de Reis. / Salvador Sas (EFE)

David Oubel, el hombre acusado de matar a sus dos hijas de cuatro y nueve años en Moraña (Pontevedra), telefoneó a su exesposa, Rocío Vieites, para comunicarle lo que iba a hacer.
 La mujer se desmayó en medio de la calle y a duras penas pudo alertar a la Guardia Civil.
 Cuando llegaron los agentes a la casa, encontraron al parricida encerrado en el cuarto de baño y a sus dos hijas degolladas, presuntamente con una sierra radial que el doble homicida había adquirido unos días antes.
 El juez le envió ayer a prisión.
La investigación del brutal asesinato de las dos hermanas de 4 y 9 años a manos de su padre ha revelado que este empleó una máquina rebarbadora (sierra angular) para cortar el cuello a sus hijas. Oubel, de 40 años, compró la herramienta dos días antes en una ferretería.
Uno de los sanitarios que acudió al escenario de los crímenes relató que el cadáver de la pequeña de cuatro años estaba en una cama, cubierto, mientras debajo, en el suelo, sólo se veían las piernas de la mayor, en una posición que los investigadores interpretan que pudo intentar huir, según personas allegadas a la familia de la madre.
La mujer se desmayó cuando supo lo que iba a ocurrir sin poder evitarlo
Según la reconstrucción de los hechos, el parricida telefoneó a su exmujer, que en esos momentos salía de un banco, para anunciarle su atroz plan y a continuación llamó con el mismo propósito a la Guardia Civil.
 Rocío se desmayó en medio de la calle y fue asistida por una vecina. A duras penas pudo comunicarse con la Guardía Civil, pero cuando los agentes llegaron a la casa ya era demasiado tarde.
David Oubel, de 40 años, y Rocío Vieites, de 37, ambos de Moraña, se conocieron hace más de una década cuando él regresó al pueblo con sus padres, ya jubilados, y su hermana del País Vasco, a donde habían emigrado
. Desde un principio, la familia de ella no estaba de acuerdo con la relación de la pareja, por lo que Rocío se apartó del entorno de sus padres durante bastantes años. El matrimonio vivía en la casa antigua que él había comprado para restaurar y donde el pasado viernes ocurrió la tragedia.
Ella se fue a vivir con las niñas cuando él inició una relación con un dentista
“Se creía superior”
“Él siempre se creyó superior a ella y a su familia y, con razón, a sus padres nunca le gustó la forma de tratarla; era muy dominante y muy presumido, pero a Rocío se la veía muy enamorada”, comenta Carmen, una íntima amiga de la familia.
“Entre el vecindario nadie le tenía simpatía y no caía bien, porque protestaba si uno aparcaba aquí o allá, pero la verdad es que no podíamos pensar en este horrible final, a pesar de que la había amenazado con hacerle daño. Pero ella nunca llegó a darle importancia y pensaba que eran sólo arrebatos”, decía ayer.
Cuando llegó al pueblo, David se dedicaba a administrar fincas y luego amplió la gestoría con una agencia inmobiliaria que atendía con su hermana.
Hace dos años, Rocío se fue a vivir a un piso con sus hijas cuando él le confesó que mantenía una relación con un dentista de Cuntis, una pequeña localidad próxima a Moraña. Un año después se divorciaron de mutuo acuerdo para compartir la custodia de sus hijas.
A partir de entonces, la familia de Rocío volvió a retomar las relaciones con su hija y fueron su apoyo tras la separación.
Ella había conseguido trabajar en casa y era traductora para la Seguridad Social.
 Quería dedicarles más tiempo a las pequeñas y ayudarles en las tareas que traían del colegio, sobre todo a la mayor, que participaba en varias actividades extraescolares, como patinaje y pintura.
En ese momento, él cambió sus amistades de toda la vida por otras relacionadas con su trabajo y su afición por los perros.
En este círculo llegó a formar parte en la organización de competiciones caninas como jurado, donde nadie que le conocía pueda explicarse lo ocurrido.
 “Tuvo que volverse loco de repente o tomar alguna droga”, dijo uno de sus amigos, que comparten con él redes sociales en las que cambiaron su nombre por un crespón negro.
Las constantes fiestas que David organizaba en su casa acabaron hace tres meses en un altercado y una denuncia en la Guardia Civil.
 Los ruidos y la música alta eran un motivo constante de discusión entre él y el vecindario. Un día le exigieron que bajara la potencia, pero él no hizo caso.
 Entonces le arrancaron un fusible. David avisó a un electricista pensando que tenía una avería, y cuando el técnico le confirmó que alguien había manipulado la corriente avisó a los agentes y luego los vecinos acabaron denunciándole.
Verbena en la víspera
Hace 15 días, las niñas fueron a la casa de su padre para pasar con él parte de sus vacaciones, coincidiendo con las fiestas patronales del pueblo
. La víspera de los homicidios, padre e hijas salieron de noche y estuvieron bailando con otros amigos en la verbena. Uno de ellos —que algunas fuentes aseguran que pudo ser un testigo clave de la tragedia— es la actual pareja de David, un hombre residente en Vigo.
La alcaldesa de Moraña, María Luisa Piñeiro, fue una de las personas que estuvo con ellos durante esta salida nocturna como íntima amiga de la expareja.
 Ni ella ni nadie en el pueblo podían intuir lo que sucedería a la mañana siguiente. La víspera de la fecha acordada por los padres de las pequeñas para que regresaran con su madre.
A mediodía del viernes, tras anunciar el parricida con total frialdad que iba a poner punto y final a la vida de sus hijas y que él a continuación también se quitaría la vida, la policía de Moraña se movilizó contra reloj para evitar, aunque sin éxito, la enorme tragedia.
Ahora han trascendido detalles de la doble personalidad de David Oubel. Un hombre, de carácter altivo y violento, que trataba de dominar a su exmujer a la que al menos en una ocasión llegó a ponerle las manos en el cuello delante de varios familiares y a la que había amenazado con hacerle daño a sus hijas
. Un incidente que se puso en conocimiento de la Guardia Civil y que aparece en los antecedentes de las diligencias que instruye el juzgado de Caldas que investiga los crímenes.
Hace un año fue denunciado también cuando intentó asfixiar a su médico de cabecera en la consulta del centro de salud de Moraña
. Una agresión que fue evitada por varios facultativos que presenciaron los hechos y varios pacientes que trataron de defender a la doctora.
 Esta puso denuncia que se admitió a trámite y que está pendiente de juicio, según testigos del caso.

Las heridas de Hiroshima

Japón afronta sus contradicciones en el 70º aniversario de la bomba. El país, que nunca hizo un debate sincero sobre su imperialismo, quiere recuperar el uso de la fuerza militar.

Explosión de Nagasaki, tres días después de Hiroshima. / reuters / reuters live!

Cada año, el 6 de agosto, Japón conmemora el aniversario de la destrucción de Hiroshima por la bomba atómica estadounidense que arrasó la ciudad, en un abrir y cerrar de ojos, y se llevó por delante las vidas de decenas de miles de personas.
Sin duda, el 70º aniversario, que se cumple este año, se conmemorará con ganas.
 En esta ocasión la palabra clave es paz. La ceremonia tendrá lugar en el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima, construido en 1954 cerca del punto donde estalló la bomba.
 A las 8.15, hora en que tuvo lugar el bombardeo, el primer ministro, Shinzo Abe, y otros dignatarios se unirán a los ciudadanos de a pie en oraciones silenciosas.
 Seguirá el repique de las “campanas de la paz”, la lectura de una “declaración de paz”, y se echarán a volar palomas al cielo que un día cubrió la nube en forma de hongo.
La paz es, por sí misma, una condición difícil de objetar.
 Puede actuar como el mínimo común denominador que une a personas con convicciones políticas dispares e incluso antiguos enemigos.
Las plegarias por la paz, que aluden sobre todo al abrumador sufrimiento infligido a las víctimas de las bombas de Hiroshima y Nagasaki (atacada el 9 de agosto), también permiten a muchos japoneses eludir una tarea aún más difícil: reconciliar las interpretaciones opuestas sobre las causas que llevaron a la guerra y desencadenaron la mayor hecatombe nuclear de la historia.
Es fácil olvidar que, en 1945, las armas nucleares eran vistas como una prolongación natural de las preferencias estratégicas de un país para enfrentarse al enemigo.
 Bajo la doctrina de la guerra total, los civiles que estaban en la retaguardia, incluidas las mujeres y los niños, también eran considerados combatientes.
El bombardeo alemán de Gernika de 1937 conmocionó al mundo, pero con el tiempo todas las potencias aceptaron la idea de que las víctimas civiles formaban parte integrante de aquella guerra total, bien porque los bombardeos de precisión contra objetivos militares se consideraban demasiado complejos, bien porque convertir a los civiles en un blanco se consideraba una estrategia desmoralizadora eficaz, o bien, y cada vez más a medida que la guerra se prolongaba, por ambas razones.
Japón se anticipó al Blitz [el bombardeo continuado de Reino Unido por parte de la Alemania nazi] y fue uno de los primeros países en lanzar bombas sobre civiles, en particular en Chongqing, adonde Chang Kai-shek había trasladado la capital china, desde finales de 1938.
 Cuando las fuerzas aliadas también empezaron a hacerlo, lo llevaron hasta sus últimas consecuencias en Hamburgo, Berlín y otros muchos lugares de Alemania, alcanzando su punto culminante con el lanzamiento de bombas incendiarias sobre ciudades japonesas.
 Tokio sufrió el mayor ataque aéreo del 9 al 10 de marzo de 1945 (entre 80.000 y 100.000 muertos en una noche).
Cuando Tokio se rindió, el 15 de agosto de 1945, más de 200 ciudades japonesas habían sido bombardeadas.
 Los que vivían en los centros urbanos huían en masa al campo, echando por tierra la idea de los planificadores de la guerra total de que todos y cada uno de los japoneses lucharían hasta el final. Okinawa había caído, y a la población civil se la dejó morir de hambre debido a una red de minas submarinas sembradas por Estados Unidos que impedían el transporte de los ya escasos suministros de alimentos.
 Sobre todo, la entrada de la Unión Soviética en la guerra el 9 de agosto convirtió la invasión desde dos frentes, el soviético yel estadounidense en una perspectiva aterradora para los líderes japoneses.
Es posible que las bombas atómicas precipitasen el ritmo de los acontecimientos, pero el temor a la Unión Soviética e incluso a una situación revolucionaria en Japón eran motivos convincentes para que el país se rindiese.
El Japón más conservador cree que mientras se hable de paz se evitará el examen de sus propias agresiones
Así pues, nació el nuevo Japón, con una Constitución pacifista en la que renunciaba a la guerra.
 El borrador fue redactado por Estados Unidos, si bien gran parte de la burocracia de los tiempos de guerra permaneció intacta, y algunos de los líderes de esa época no tardaron en volver a ocupar cargos públicos.
 Sobre todo llama la atención que el emperador Hirohito, en cuyo nombre se libró la guerra, se convirtiese en símbolo de la paz.
 Las autoridades estadounidenses de ocupación temían, tal vez injustificadamente, que sin él se produjesen disturbios, y más tarde necesitaban a Japón como aliado estable en la época de la Guerra Fría.
 Con el emperador de la guerra aún en el trono, se convirtió en imposible discutir abiertamente las fuentes de la responsabilidad de las autoridades japonesas durante la época bélica (con atrocidades cometidas en China, Vietnam o Indonesia a raíz del afán imperialista del régimen, pero también las consecuencias brutales que tuvo para el pueblo japonés entrar en la guerra).
En todo caso, Japón demostró ser un valioso aliado de Estados Unidos, y con la ayuda de una rápida recuperación económica, pronto sintió la tentación de olvidar el oscuro pasado bélico.
No es de extrañar que en el país no haya habido el equivalente a la “genuflexión” de Willy Brandt, cuando el canciller de la República Federal de Alemania se arrodilló espontáneamente ante el monumento al levantamiento del gueto de Varsovia en una demostración inequívoca del arrepentimiento alemán.
El Japón más conservador y oficialista, todavía dominado por la extrema derecha, continúa dando por sentado que, mientras se siga hablando de paz, podrá evitar hacer un examen de otros aspectos más sórdidos de su historia agresiva e imperialista, dicho sea sin perjuicio de algunas admirables iniciativas civiles, periodísticas, artísticas y académicas emprendidas a lo largo del tiempo para dar pie a un debate público sincero.
Existe una clara división entre aquellos que consideran la guerra como un noble, aunque fallido, intento de defender los intereses del país y los que la ven como un trágico error.
Tripulación del 'Enola Gay', el avión que lanzó al bomba sobre Hiroshima.
El uso frívolo de un lenguaje pacifista tiene sus riesgos. El 15 de julio, el Gobierno de Shinzo Abe impuso en el Congreso un nuevo proyecto de ley de seguridad que permitiría a Japón enviar ayuda militar a sus aliados como parte de la seguridad colectiva. Esto ha hecho caer en picado el índice de aprobación del primer ministro.
 Ante el temor de que la normativa pueda involucrar a Japón en el uso de la fuerza militar activa que el país ha rechazado como una cuestión de identidad nacional de la época de posguerra, alrededor de 150 intelectuales, entre ellos un premio Nobel de física y una conocida académica feminista, se han opuesto conjuntamente a la legislación calificándola de equivocada y despótica.
 Al mismo tiempo, decenas de miles de personas han salido a las calles en una imagen que recuerda a las manifestaciones antinucleares que siguieron al desastre de Fukushima.
La triple catástrofe del terremoto, el tsunami y la explosión de los reactores nucleares que sacudió el noreste de Japón en marzo de 2011 es profundamente relevante para la actual retórica popular, ya que sirvió como llamada de atención para muchos japoneses, a los que con frecuencia se acusa de pasividad fatalista e indiferencia ante la política.
 Puede que los dos primeros fuesen desastres naturales, pero el tercero fue claramente causado por la mano del hombre, consecuencia de años de mala gestión y de la decidida presión del régimen conservador a favor de la energía nuclear desde mediados de la década de 1950.
En tiempos más ingenuos, el Gobierno casi había convencido a los ciudadanos de que la energía nuclear era “segura”, y de que Japón, siendo como era el único país de la historia víctima de un bombardeo nuclear, mostraría al resto del mundo cómo emplearla con un fin pacífico.
 El fiasco de Fukushima puso de manifiesto que lo que tanto tiempo se había calificado de “seguro” no lo era en absoluto.
 Y cuando se trata del uso de la fuerza militar, muchos japoneses también ponen objeciones a la versión de la paz del Gobierno de Abe.
Por lo tanto, es posible que los que este año pronunciarán una oración por la paz en Hiroshima aparentemente unidos, al fin y al cabo no lo estén tanto.
Eri Hotta es historiadora japonesa y autora de Japón 1941 / El camino a la infamia: Pearl Harbor (Galaxia Gutenberg, 2015).