Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

30 mar 2015

Tristea, rabia,pena, desesperación

El destino está marcado,quien lo demuestra son esos accidentes hora, dia, lugar.
sales de un aereopuerto, somos ajenos a todos los pasajeros que embarcan, nuna nos hemos visto, el piloto dice su nombre al que no prestamos ateción, vidas diferentes, el mismo destino para todos, en este caso los alpes,nunca nos imaginamos que todos terminariamos en esas montañas, todas han llegado a su fin, es una ejecución, Dios estaba dormido y un muchacho  lleno de depresiones un chico infeliz decide ser el que se acabe con suvida pero con todos.
Extraño que tan enfermo mental nadie detectara sus tendecias mortìferas, ni su piloto, amigos supieran que un dia se mataría pero desgrac



iadamente acompañado,parece un acto suicida terrorista, demasiado extraño que nadie nunca notara nada, como ese muchachcho conducia a la muerte se cierra diciendo que es Depresión, pobres todos, él sería un cadaver mas tirado e3n los Alpes,pero nos ponen fotos de un chico que no parece el angel de la muerte,en fin pobre él, pobres todos que ese dios despierte y los acoja, alguna explicación dará.

20 mar 2015

Su voz le delata: usted es un timador............................................................... Guillermo Altares

La biometría vocal permite elaborar listas negras de voces de estafadores para evitar timos telefónicos a través del banco. Medio centenar de entidades financieras la utilizan.

EVA VÁZQUEZ

Con un teléfono, una dosis razonable de labia, cierto manejo de la información que circula por Internet y mucha paciencia se pueden burlar las barreras de seguridad de los bancos a través de sus centros de atención telefónica.
 La proliferación de este tipo de timos ha llevado a muchas compañías financieras, sobre todo de Estados Unidos, a implantar un sistema de reconocimiento de voz que permite que el estafador reincidente pueda ser detectado en cuanto pronuncie unas palabras
. Se trata de listas negras de voces de defraudadores habituales.
Y detrás del software que permite elaborarlas se encuentra una compañía española, Agnitio, una de las diez más importantes del mundo en biometría vocal, cuyos sistemas son utilizados por las policías de 40 países y que ahora se está volcando en el sector privado.
¿Cómo se puede lograr hacerse pasar por otra persona por teléfono si en teoría los operadores tienen que realizar una serie de preguntas de seguridad para comprobar la identidad del interlocutor?
 Shirley Inscoe, analista de la consultora especializada en servicios financieros Aite Group, explica: "Todos los timos a través de centros de llamadas se basan en usurpar una identidad.
El timo más común consiste en contactar con centros de llamadas de forma reiterada y, utilizando técnicas de ingeniería social, lograr suficiente información hasta que consiguen hacerse pasar por el usuario.
 En ese momento, solicitan una nueva tarjeta de crédito y cambian la forma de autentificarse online".

El teleoperador tiene ante sí una pantalla: una vez que entra la llamada, el sistema tarda entre cinco segundos (lo mínimo) y 15 (lo perfecto) en analizar la voz.
 Si es una persona que ya ha logrado realizar un timo —todas las llamadas se graban— saltan las alarmas.
 Nunca se utiliza un solo sistema. "No se utiliza sólo la huella de voz", explica Emilio Martínez, CEO de Agnitio
. Su programa de biometría vocal es incorporado por otras empresas como Pindrop o Verim, que son las que ofrecen el sistema de seguridad completo.
"Es muy importante no generar falsas alarmas para no molestar a los clientes, por eso se combinan sistemas múltiples.
 Se analiza la voz, pero también la identificación de la llamada y lo que se llama la huella de la línea telefónica, que permite saber de dónde procede la llamada sólo por el sonido que genera la línea", explica Martínez
. Si la llamada se ha realizado en uno de los países desde los que se producen más timos, como Nigeria, el teleoperador agudizará los sentidos y saltará la alarma si el cliente dice que llama desde un sitio diferente al que indica la línea, incluso si su voz no está fichada.
 La biometría es utilizada en los dos sentidos: cada vez más bancos piden a sus clientes que graben su voz y esta será suficiente para identificar al usuario y poder operar.
Las redes sociales proporcionan mucha más información pública de lo que creemos, y llamando varias veces teniendo en cuenta que se pasa de un operador a otro, aprovechando momentos en los que la guardia puede estar más baja (fines de semana por la noche), se pueden superar las preguntas de seguridad.
 Sobre el papel parece difícil que funcione.
Sin embargo, aunque las instituciones financieras suelen evitar que los timos se difundan, en 2012 saltó a los titulares una estafa espectacular: Brandon Lee, un desertor del Ejército de EE UU, logró hacerse pasar por Paul Allen, entonces vicepresidente de Microsoft, y, con pasmosa eficacia, convenció al centro de atención telefónica de Citibank para que le enviasen una tarjeta nueva (a nombre del Allen) a su dirección (que estaba en Pittsburg, mientras que Allen vivía en Seattle). Recibió la tarjeta, la activó también por teléfono y empezó a utilizarla, hasta que fue descubierto y detenido.

Archivo sonoro

Cuando se ha producido un timo en un centro de atención telefónica bancario, la voz queda registrada y se incorpora a una lista negra de timadores.
Gracias a la biometría vocal, si la misma persona vuelve a llamar, salta una alarma y el operador sabe inmediatamente que debe alertar a seguridad.
Los nuevos sistemas biométricos permiten no sólo identificar voces en unos segundos, sino que también pueden detectar el lugar desde el que se realiza la llamada por el ruido particular de la línea. Si el interlocutor mantiene que llama desde un país diferente al que marca su línea, los operadores también avisan a seguridad
. La mayoría de los estafadores operan desde determinados países.
Los bancos no hacen públicas normalmente las estafas que padecen, aunque los expertos elevan las cifras a cientos de millones.
 El timo más conocido afectó a un vicepresidente de Microsoft. Casi 50 bancos utilizan la biometría local.
Los timadores combinan la persuasión con datos personales que circulan por Internet para suplantar la personalidad del cliente y pedir un cambio de dirección para las tarjetas. EE UU es el país más afectado.
"No es fácil cifrar la magnitud del problema porque los bancos no son proclives a revelar las pérdidas producidas por fraudes, pero estamos hablando de cientos de millones, tal vez de miles de millones", explica Dan Miller, analista de la consultora Opus Research, que analiza la industria tecnológica. Miller acaba de publicar un informe titulado "La detección del fraude en tiempo real", dedicado al uso de la biometría vocal aplicada a la seguridad bancaria.
"Nuestro censo indica que 46 instituciones financieras utilizan la biometría vocal para detectar el fraude, pero también para autenticar a los clientes.
 Creemos que ya hay ocho millones de clientes identificados por la voz en todo el mundo", prosigue Allen.
Agnitio, la primera del mundo que desarrolló un sistema de biometría vocal preciso, saltó a la fama cuando su programa de reconocimiento de voz, llamado Batvox, permitió procesar a un ministro francés, Jérôme Cahuzac, que había sido grabado operando una cuenta en Suiza cuya existencia había negado
. También sirvió para condenar al etarra Igor Portu —es tan preciso que se admite como prueba en sede judicial— porque realizó la llamada para advertir de la colocación de una bomba en la terminal 4 de Barajas el 30 de diciembre de 2006.
Emilio Martínez acaba de regresar de México, cuya policía utiliza este sistema para comprobar que las voces de sus agentes no están relacionadas con ningún crimen.
 Sin embargo, afirma que actualmente la venta del software a bancos representa ya el 20% de su negocio, sobre todo a clientes estadounidenses, aunque ya hay entidades financieras españolas que se han interesado.
El negocio de Agnitio, participada por dos sociedades de capital riesgo, una española (Nauta Capital) y otra francesa (Elaia Partners), sigue estando en un 95%, fuera de España
. Con 30 empleados, su sede está en la Gran Vía madrileña.
La biometría vocal está mucho más generalizada de lo que parece. La Hacienda de Nueva Zelanda tiene identificadas ya un millón de huellas vocales, mientras que la Seguridad Social de Sudáfrica almacena siete millones.
 En ambos casos, el objetivo es la lucha contra el fraude.
 En el caso de España, la Guardia Civil es pionera en el uso de las huellas vocales para las investigaciones policiales y tiene uno de los mejores laboratorios científicos del mundo en este terreno.
 Una investigación de la agencia Associated Press a finales de 2014 reveló que hay almacenadas al menos 65 millones de huellas vocales por parte de empresas y gobiernos de todo el mundo y que se trata de uno de los sectores tecnológicos que está viviendo un crecimiento más amplio.

 

Todo vale, todo cambia.................................................................... Luis Arias

Los aspectos comerciales se han impuesto a los artísticos en el mercado global de la moda.

 Pero la artesanía y la responsabilidad social pesan como argumento de compra.

 

"Aunque los números salgan, el panorama no es tan optimista desde el punto de vista sociocultural". / Juan Gatti

Las informaciones económicas, tan cotidianas últimamente, indican que la industria de la moda está resistiendo la crisis razonablemente bien
. Se refieren, en concreto, a la bonanza que atraviesan el lujo y las marcas low cost y deportivas que, en general, han mejorado notablemente sus cuentas de resultados.
Sin duda, los criterios globalizadores del neocapitalismo están en el origen de este éxito
. La deslocalización de la producción y la modulación de las fronteras comerciales han sido claves para esta etapa de prosperidad
. Lamentablemente, en algunos casos, hay que recordar las injusticias laborales cometidas por las empresas o su insensibilidad medioambiental, extremos denunciados por los medios de comunicación e ignorados, a la vista de los magníficos resultados, por muchos de los consumidores.
Pero, aunque los números salgan, el panorama no es tan optimista desde el punto de vista sociocultural
. Con la llegada de grandes compañías multinacionales, la moda se ha transformado en un negocio global de gran calado y la imposición de tantos valores mercadotécnicos ha debilitado sus aspectos artísticos y culturales en favor de los meramente comerciales.
 Por ejemplo, las nuevas tecnologías de comunicación han favorecido la globalización de los hábitos de consumo y la consiguiente estandarización de los gustos y estilos de vestir a nivel planetario
. En una escena dominada por las blandas tendencias que proyectan las marcas hegemónicas y con la antaño inspiradora moda callejera en horas bajas, el acto íntimo de cubrirse está perdiendo vigor creativo y capacidad subversiva.
A mediados de los ochenta, la forma de vestir de la gente “a la moda” estaba plagada de mensajes y expresaba una palmaria adscripción a ciertas ideas y estilos de vida.
 La originalidad en la construcción de la imagen personal y la extravagancia eran especialmente apreciadas.
Los chándales y la jeansmanía llegaron después.
Ni viajar con maletas de Vuitton es signo burgués, ni se considera vulgar un jersey de Zara”
Los jóvenes encontraban la inspiración, sobre todo, en la imagen que proyectaban las bandas de música y en la ropa de segunda mano.
 Las marcas que molaban, como Gaultier o Yohji, eran minoritarias y caras, y desempeñaban un papel definitivamente secundario en nuestra indumentaria. Chanel o Dior (marca que entonces siempre iba precedida de Christian, el nombre de pila de su creador) estaban reservadas a la más conservadora burguesía de gusto provinciano.
 Yves Saint Laurent se vendía en grandes almacenes, a pesar de la prestigiosa retrospectiva que Diana Vreeland le había dedicado en el MET en 1983
. Balenciaga, para muchos, llevaba a una relación mental con la mercería de la esquina donde se vendían buenas medias… Aunque no se discutía el talento de estos maestros, sus marcas se identificaban nítidamente con una ideología en decadencia o estaban devastadas, al menos desde el punto de vista de la imagen, por políticas de distribución y licencias poco rigurosas.
La situación comenzó a cambiar cuando los propietarios de Chanel contrataron a Karl Lagerfeld y le encomendaron una renovación de la marca que permitiera proponerla de nuevo al mercado
. Aunque entonces parecía que Coco jamás aprobaría lo que estaba haciendo Karl con su nombre, la revisión que hizo el alemán de la casa de modas más famosa de la historia fue bastante respetuosa, al menos en aquella época.
 Probablemente animadas por el éxito de esta operación, en los últimos 25 años, grandes corporaciones industriales extrañas al sector se han lanzado a comprar vetustas casas de costura y haute maroquinerie y a ponerlas en marcha, pero ahora ya sin atisbo de lealtad a sus legados artísticos.
 Esta vez la pirueta de marketing ha sido más agresiva: tras poner orden en sus licencias vergonzantes, se ha quitado a las marcas sus atributos de estilo más genuinos para hacer colecciones de ligero prêt-à-porter (y, sobre todo, de complementos asequibles) que pueden venderse tanto en Shanghái como en Dallas
. Para ello se ha contratado a enfants terribles del diseño más puntero y se han puesto a su disposición maestros patronistas, materiales preciosos, desfiles cañeros con musicón, billetes de avión en primera clase y suntuosas suites de hotel.
Paralelamente, el aparato propagandístico de las industrias se ha encargado de volver a excitar el efecto hipnótico que las marcas de los grandes couturiers del siglo XX, con su promesa de lujo y distinción y su fantasía de estatus, han ejercido siempre sobre el imaginario de los consumidores de todo el mundo
. Costosas campañas publicitarias, megatiendas diseñadas por los mejores arquitectos y estrellas de cine disfrazadas sobre alfombras rojas han sido decisivas para conseguirlo.
Para satisfacer la soñadora demanda de las clases medias, sofisticados programas de marketing han suavizado los requisitos de acceso a los productos 'de lujo'
Aunque esta banalización que han sufrido las marcas históricas es uno de los fenómenos más característicos de la moda actual porque evidencia su enfoque fuertemente mercantilista, sería injusto no reconocer algunas aportaciones significativas que debemos a estas colaboraciones a contrapelo, aunque sea en el territorio del alto estilismo: sigue siendo estimulante la recuperación del glam setentero y festivo con el que Tom Ford dio la vuelta a Gucci, o el trabajo de Hedi Slimane para Dior Homme que marcó una rotunda inflexión en la imagen masculina que todavía perdura.
El vaciado de identidad de las grandes marcas ha sido acompañado también por un proceso de homologación social (¿democratización?) del mercado.
Para satisfacer la soñadora demanda de las clases medias, sofisticados programas de marketing han suavizado los requisitos de acceso a los productos “de lujo” mediante la habilitación de gamas de pequeños artículos más asequibles y de canales de distribución alternativos.
Por otro lado, las élites acuden sin rubor a las grandes superficies y rebuscan en los montones de ropa low cost… Ni viajar con maletas de Louis Vuitton es un signo burgués, ni se consideran vulgares los jerséis de incierto cachemir de Zara
. En la alegre kermés del consumismo interclasista todo vale.
 Cuando lo consiguen, las tendencias se imponen con dificultad porque no están conectadas con los deseos y necesidades reales de la gente, ni con el pulso cultural del momento, sino con una ficción mercadotécnica.
Sin embargo, como en otros ámbitos, también en la moda parece percibirse una brisa esperanzadora: se dice que la esclavista industria china de la confección ha dejado de ser la panacea, que crece la demanda de trabajos artesanos, que el mercado empieza a valorar los criterios de responsabilidad social y comercio justo…
 Y además, siempre nos queda Comme des Garçons. ¡Uf, menos mal! Estaba quedando un artículo algo sombrío…
Luis Arias fue director de Sybilla entre 1985 y 2003.
 En la actualidad colabora con la firma como consultor.

Ahí sigue, después de tanto tiempo.................................................. Carlos Boyero

Solo podría comparar el disfrute del cine con el amor correspondido.

 


Un amigo me cuenta con entusiasmo adolescente y sin utópico ánimo de lucro que en compañía de otros benditos locos piensa abrir una sala de cine en su ciudad natal, condenada como casi todas las ciudades de provincia a la acelerada agonía de ese opiáceo ritual llamado “ir al cine”, y que además pretenden la osadía de exhibir las películas en versión original. No son los únicos. En Majadahonda, antiguos empleados de los Cines Renoir y vecinos de ese pueblo que no se resignaron a que desapareciera su Arcadia han montado una asociación para que esas desvalidas salas intentaran sobrevivir.
 Y me aseguran que no hay butacones más confortables que los de unos cines en Las Rozas que han vuelto a abrir después de una década de clausura una gente que utilizó para ello las indemnizaciones de sus despidos laborales.
 Además, hay pequeñas mesas en las que depositar tus bebidas, incluidas las alcohólicas, si quieres compaginar el placer de ver cine con tomarte una copa, aunque en mi caso sean dos drogas que no conviene juntarlas.
 Quiero visitar alguna vez esos templos milagrosos.
 Y ojalá que esa experiencia sea larga y fructífera
. Que las personas que tomaron decisión tan arriesgada y épica se hicieran millonarias
. O al menos, que pudieran vivir de ello.
 Y la cinefilia irrenunciable seguir degustando lo que más ama sin tener que moverse de su entorno. O sea, que floreciera la propuesta del viejo grafiti: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”.
Hace 120 años, dos hermanos visionarios congregaron por primera vez a un grupo de personas para que vieran en una pantalla imágenes en movimiento.
 Y nueve meses después empezaron a cobrar por ello.
 Se apellidaban Lumière y fueron los pioneros de que la vida de tanta gente a ratos se llenara de luz. Y cuenta la historia que los hermanos se sintieron tan felices con su invento que rodaron 1.400 películas
. De acuerdo, la inmensa mayoría de los cinéfilos solo les recordaremos por unos obreros saliendo de la fábrica familiar, un regador regado y un tren entrando en la estación de Lyon.
 Pero el amor hacia la cultura que siempre ha formado parte de las señas de identidad de Francia ha logrado la heroicidad de encontrar y restaurar casi todo lo que filmaron.
Y les homenajea con una grandiosa exposición en el Grand Palais. Qué gusto debe dar vivir bien en París.
Fotograma de 'El regador regado', comedia de los Lumière de 1895.
Y por supuesto que identificamos la plenitud de los primeros tiempos del cine, su capacidad para narrar historias y provocar sensaciones maravillosas no con sus inventores, sino con algunos creadores geniales que percibieron sus posibilidades para introducir la poesía, la épica, la comicidad, la imaginación, el miedo, el amor, la tragedia, a través de lo que filmaba una cámara.
 Pensamos en Méliès, Griffith, Murnau, Keaton, Chaplin, Von Stroheim, Lubitsch, gente así
. Pero todo eso hubiera sido imposible sin los padres de esta criatura, uno de los descubrimientos más gozosos para la vista, el oído, la retina y el alma que han hecho los terrícolas.
Yo, al menos, aunque disponga de capacidad para disfrutar de muchas cosas, no he conocido nada mejor que el cine. Solo lo podría comparar al amor correspondido.
 Con la diferencia, de que este, antes o después, puede acabarse y el cine siempre estará ahí. Como refugio, éxtasis, ensoñación, droga suprema y sin resaca, entretenimiento, dicha, magia.
Y no sabemos lo que ocurrirá en el futuro con él, pero ya sabemos que será un prodigio que se consume en soledad.
 Y en formatos que jamás pudieron imaginar sus creadores.
 Ya ocurre. Y debe de ser una experiencia muy rara ver una película en la pantalla de un teléfono mientras que vas caminando o en esos bares y restaurantes en los que todo cristo está mirando a una máquina, aunque se suponga que se han reunido por el placer de estar juntos, de practicar esa cosa que acabará siendo anormal consistente en hablar con el prójimo utilizando la boca.