Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

26 ene 2014

Las historias de la Historia

Las disputas en torno a las identidades españolas y la frontera entre verdad y ficción en los discursos de legitimación política alimentan varios libros que iluminan los debates del presente.


'Defensa del Parque de Artillería de Monteleón' (1884), obra de Joaquín Sorolla.
Una de las preguntas que le hace a José Álvarez Junco la historiadora Paloma Aguilar en una larga entrevista que forma parte de un reciente libro de homenaje al autor de Mater dolorosa es la siguiente: “¿Cómo resuelves el dilema entre lo que Jon Elster llamó el ‘cemento de la sociedad’, lo que hace que las sociedades se mantengan cohesionadas y no entren en conflicto permanente, y la necesidad de impedir la creación de mitología nacional que distorsione la historia y demonice al otro?”. En la pregunta quedan bien definidos los dos polos en torno a los que bascula el concepto de nación, el “cemento” y los “mitos”, y queda anunciado que en la elaboración de ese discurso tienen un papel no menor los historiadores.
“¿Puedo simplificar un poco?”, pregunta Álvarez Junco. “Si la nación fuera un niño, sería imprescindible que reforzáramos su identidad (qué nombre tiene, cuál es su familia, a qué país pertenece…) y también su autoestima: por ser como eres, no puedes ir por ahí con la cabeza baja. Esto es evidente, pero eso no significa que haya que ponerse pesado. Tienes una identidad, sí, pero luego están los otros. El nacionalismo desempeña un papel necesario, de integración y legitimación política, ayuda a reforzar los lazos comunes que existen en un colectivo donde todos son distintos. Pero corre una serie de peligros que no hay que olvidar, como el de cerrarte a cuanto ocurre fuera y convertirte en un ignorante, sin horizontes, siempre complaciente con lo propio y reacio a lo ajeno”. Pueblo y nación. Homenaje a José Álvarez Junco lo han coordinado Javier Moreno Luzón y Fernando del Rey, y reúne diferentes aproximaciones al trabajo de un historiador que ha abordado, y siempre con maestría, algunos fenómenos esenciales de la historia española: el anarquismo, el populismo, el nacionalismo y la relación entre visión del pasado y construcción de identidad.
Santos Juliá, en uno de los textos del libro, subraya la capacidad de Álvarez Junco para reconstruir toda la complejidad del pasado y destaca su habilidad para fulminar los mitos y leyendas que parecen ser el único camino posible para tratar con la historia. “El mito no se estudia, se cree y se celebra”, escribe Juliá, “y en la creencia colectiva y en la celebración ritual encuentra la comunidad su razón de ser, su orden, la base de continuidad en el tiempo, su camino de salvación”. “Vuelvo a lo más sencillo”, insiste Álvarez Junco, “la función del historiador es la de intentar comprender y explicar el pasado de la manera más objetiva posible. De forma científica. Por eso hay que volver una y otra vez sobre lo que se ha estudiado porque todo cambia. España cambia y cambia la manera de contar lo que ha ocurrido. Toda explicación es relativa y pasajera. Y tiene inevitablemente un mensaje moral implícito. Es importante ser conscientes de esto y saber también que, por mucho que hagas, los políticos (el poder) van a utilizar tu trabajo en función de sus intereses”.
José Álvarez Junco
ha abordado, siempre con maestría, algunos fenómenos esenciales de la historia española
En La invención del pasado, Miguel-Anxo Murado se ha propuesto entrar en el interior del laboratorio donde se hace la historia para contar cómo se fabrica el pasado y cuánto tiene de verdad. “La historia es como la ceniza de un incendio”, escribe. “No es el incendio, ni siquiera un resto del fuego, sino tan solo un vestigio de los efectos del incendio. El viento sopla constantemente, dispersándola”. ¿Qué hacer, entonces, con algo tan volátil como esas cenizas, cómo atraparlas y organizar un relato coherente?
“La historia no es simplemente la recuperación del pasado”, contesta Murado por correo electrónico, “lo cual, en sentido estricto, es imposible, porque ya no existe; es más bien el esfuerzo por darle un sentido a lo que nos queda de él, que son solo un número limitado de vestigios. Puesto que somos nosotros quienes le damos el sentido, la historia es en gran parte una proyección del presente, una especie de metáfora de nuestro propio tiempo”.
¿Cuándo ha tenido el poder político mayor influencia en la construcción de la historia de España? “Bueno, en España han escrito la historia desde un rey —Alfonso X— hasta un presidente de Gobierno —Cánovas del Castillo—. Comparado con eso, el historiador nunca ha estado más lejos del poder que hoy en día. Lo que ocurre es que cuando leemos una historia que no nos gusta tendemos a considerarla siempre fruto de la manipulación interesada. Subestimamos la fuerza evocadora que tiene el discurso histórico, yo me atrevería a decir que casi mágica, y que hace que tanto unos como otros crean sinceramente en lo que dicen. El poder apoya el tipo de historia que le interesa, sin duda, pero eso no bastaría si la gente no quisiera creerla. La única cura para el fanatismo que inspira la historia es preventiva: no darle tanta importancia”.
“Como decía Froude, un historiador del siglo XIX”, escribe Murado en su libro, “la historia es como una imprentilla infantil en la que uno puede elegir las letras que quiere y ordenarlas en la forma que quiere para que digan lo que a él le apetece”. Es posible, pues, que en ese particular taller se crearan los relatos más disparatados para celebrar las hazañas de un rey o para dar sentido a un proyecto de futuro, quién sabe, ese destino en lo universal que aireaba el franquismo. ¿Cuáles han sido los mitos más disparatados que se han colado en la historia de España? “Yo no los llamaría ‘mitos disparatados’ porque creo que los mitos históricos cumplen siempre una función, lo interesante es detectarlos y tratar de explicar cuál”, explica Miguel-Anxo Murado. “Hoy nos puede resultar disparatado que en el pasado los españoles se creyesen descendientes de la familia de Noé. Pero eso era fruto de la necesidad psicológica de enlazar su historia con la Biblia de un pueblo para el que el cristianismo era la base de su identidad. Hoy hacemos algo parecido cuando, desde la historiografía que sea, elegimos arbitrariamente hechos históricos para convertirlos en nuestros orígenes o seleccionamos aquellos que nos proporcionan una sensación de continuidad y conexión con el pasado”.
De esos hechos históricos que han servido para darle sentido y continuidad a la nación española se ocupa un voluminoso libro recientemente publicado. Hace unos seis años, los historiadores Antonio Morales Moya, Juan Pablo Fusi y Andrés de Blas se plantearon el desafío de realizar una suerte de estado de la cuestión de lo que es la Historia de la nación y del nacionalismo español. El libro tiene más de 1.500 páginas, han participado 48 especialistas y es un viaje por las historias, y lógicamente por los mitos, que han terminado por hacer de España lo que es.
“Antes de que surgiera la propia idea de nación, existían elementos que le daban cohesión a ese colectivo que sería después, hablando con más propiedad, la nación española”, explica Andrés de Blas. “Desde la época de los Reyes Católicos se impulsaron ya distintas estrategias para dar cohesión a esa comunidad nacional que, más adelante, seguiría reconociéndose como tal durante la monarquía de los Austria. El reformismo ilustrado del siglo XVIII reforzó las soldaduras de ese colectivo a través de una serie de discursos patrióticos que luego heredarían los diputados de las Cortes de Cádiz. Es ahí donde verdaderamente se puede hablar de revolución, y de un proyecto de modernización de este país. Los liberales son conscientes de que no pueden legitimar el nuevo Estado con los viejos expedientes: el catolicismo, la monarquía y las tradiciones. Y por eso empiezan a hablar de una comunidad de ciudadanos que defiende un orden de derechos y libertades. El acento se desplaza a la ciudadanía y a su Constitución, han dejado de servir los viejos señores”.
No hay referencia alguna a los asuntos de los nacionalismos periféricos en el volumen. La protagonista exclusiva es la nación española. Desde muy pronto se da noticia de sus mitos, con el texto de Álvarez Junco que abre el libro, así que tampoco hay que alarmarse: no se trata de ninguna casposa reivindicación de esas esencias patrioteras todavía tan queridas por una parte de los españoles. Los cronistas que narraron, casi dos siglos más tarde, el primer enfrentamiento bélico con los musulmanes recurrieron, cuenta Álvarez Junco en su trabajo, “a los modelos narrativos bíblicos y a los de la Antigüedad clásica”. Hay una leyenda que se refiere a las guerras médicas: en el año 480 antes de Cristo, las huestes de Jerjes fueron poco a poco aplastando las ciudades griegas hasta llegar al santuario de Apolo en la montaña de Delfos. No había allí más que un puñado de aguerridos defensores frente a los fieros persas, pero el dios terminó por intervenir. Lanzó rayos y cayeron peñascos, y los temidos enemigos empezaron a matarse unos a otros en plena confusión. Los supervivientes huyeron, y no tardarían en perecer por un fuerte temblor de tierra y el desbordamiento de un río: el puñado de griegos de Delfos había triunfado. “El relato de Covadonga reproducía este esquema casi al pie de la letra”, escribe Álvarez Junco.

“El franquismo colonizó la idea de España, se la apropió, y eso produce una enorme distorsión”, dice Javier Moreno Luzón.
Los viejos héroes de Iberia e Hispania, las peripecias del país durante la Edad Media, los reinos que conviven en el siglo XV, el concepto de España que se arma durante el XVI y el XVII, y las últimas iniciativas anteriores a la primera Constitución: así arranca esta propuesta, que luego explora con toda minuciosidad las formas del nacionalismo español durante el siglo XIX, la España de comienzos de la centuria pasada (hasta el estallido de la guerra) y la que vino después, y que se cierra con dos grandes capítulos que analizan este país desde su periferia y desde el exterior.
“El orden liberal marca los derroteros de España desde 1812 hasta 1923, cuando triunfa la dictadura de Primo de Rivera”, comenta Andrés de Blas. “Desde la Constitución de 1837, que define un orden liberal, urbano y burgués y que establece el marco para la modernización económico-social del país, las líneas de continuidad son evidentes, por mucho que se escoren, a veces hacia la izquierda (en 1869), a veces hacia la derecha (en 1845 y 1876). Al otro lado, como factores de resistencia, solo están el carlismo, y su defensa de los valores tradicionales, y algunas asonadas militares”. Poco a poco surgirán esos ruidos que irán haciendo mella en el proceso. Los nacionalismos periféricos se fueron constituyendo en el País Vasco y Cataluña a lo largo de la segunda mitad del XIX, y se instalaron con más fuerza al empezar el siglo XX. Y luego está la impotencia del régimen de la Restauración, incapaz de acomodar en su seno a las nuevas fuerzas, ya fueran esos nacionalismos periféricos, la clase obrera o los partidos reformistas.
En un libro publicado en 1983 sobre los orígenes y el desarrollo del nacionalismo, el historiador Benedict Anderson “contemplaba las naciones como artefactos culturales modernos que surgen en un momento concreto, se transforman y adquieren, en determinadas circunstancias, una fuerza extraordinaria”. Javier Moreno Luzón y Xosé M. Núñez Seixas recogen la cita en la introducción que abre Ser españoles, un libro colectivo que busca profundizar en los imaginarios nacionalistas que han echado raíces en este país a lo largo de la pasada centuria. No permanece inmutable siempre la misma versión de las cosas, la cultura “no consiste en un todo armonioso y coherente, sino que sus contenidos se negocian y se disputan entre sectores enfrentados en la esfera pública”, escriben Moreno Luzón y Núñez Seixas. De ahí surge el proyecto, del afán de revisar esas disputas, y no tiene que ver para nada con reivindicación alguna de las esencias patrias, sino que quiere, más bien, dar cuenta de “las vicisitudes” por las que ha pasado una identidad: qué ha sido eso de ser españoles a lo largo del siglo XX. Los mitos, los símbolos de España, el lugar que ocupó la República, el papel de la religión o de la lengua o las lenguas, los toros, el deporte, el turismo o el cine, los mapas, la influencia de la capital, América y la fiesta del 12 de octubre, la proyección africana, la música, la situación de la mujer respecto a su identidad…, en fin, la monarquía.
“Es muy importante subrayar que el franquismo colonizó la idea de España, se la apropió, y eso produce una enorme distorsión”, dice Javier Moreno Luzón. “Toda la oposición a la dictadura, tanto la de izquierdas como los nacionalismos, identificaron así a España con el franquismo, y no querían ni oír hablar de sus relatos, ni de sus símbolos. De lo que se trataba, por tanto, era de construir una nueva identidad nacional, donde todos tuvieran sitio. La monarquía representa un papel esencial en la construcción de esa nueva identidad, democrática y constitucional. Sea como sea, la proyección de lo que fuera esta nueva España tuvo un perfil bajo en los primeros años de la Transición. Solo tras el golpe del 23 de febrero se fue imponiendo la idea de que no se podía dejar España y sus símbolos en manos de la extrema derecha”.
“Un momento clave fue 1992”, subraya Moreno Luzón: “Se aprovecharon dos grandes eventos, los Juegos Olímpicos que se organizaron en Barcelona y la Expo de Sevilla, para reelaborar los símbolos tradicionales, quitándoles el moho asociado a su viejo esencialismo para proyectarlos hacia el futuro. Juan Carlos I se había presentado ya como el piloto del cambio y el defensor de la democracia contra sus enemigos en el 23-F.
 Y aquel año se reinventaron los vínculos con América, 500 años después de la conquista, disolviendo cuanto tuviera que ver con las atrocidades que se cometieron durante la conquista para reforzar la idea de una comunidad de iguales, donde el papel de España fuera el de servir de puente entre aquella América lejana y una Europa cada vez más próxima. Fue entonces cuando empezaron las cumbres iberoamericanas…”.
La cuestión de las identidades está, sin embargo, siempre sometida a disputas.
Y es verdad que hubo un tiempo en que las aristas más conflictivas entre los nacionalismos periféricos y el español quedaron eclipsadas por un proyecto de futuro.
En los Juegos Olímpicos convivieron la bandera española y la senyera, no había grandes conflictos. “Fue con la llegada de Aznar al poder cuando se produjo un reforzamiento del nacionalismo español”, observa Moreno Luzón. “Reformuló la celebración del 12 de octubre e impulsó la enseñanza de la historia de España. De regreso de un viaje a México, e impresionado por la enorme bandera que se desplegaba en el zócalo del Distrito Federal, decidió hacer algo semejante aquí y se izó aquella inmensa enseña en la plaza de Colón de Madrid. Era un viraje que no iba a gustar mucho ni a los nacionalismos periféricos ni a las fuerzas de izquierda. No hay que olvidar que es en las manifestaciones contra la gestión del desastre del Prestige y contra la guerra de Irak cuando vuelven a verse en las calles numerosas banderas republicanas. Y por el lado nacionalista se acentuaron dinámicas propias: la reacción condujo en el País Vasco al plan Ibarretxe, y en Cataluña al proyecto de modificar el Estatut”. Las viejas inquinas en torno a los rasgos identitarios de España y de sus nacionalidades volvieron, así, a primer plano. Y en esas andamos.

 

Todos podemos ser felices

La depresión es un trastorno que impide el funcionamiento diario; la tristeza es otra cosa

Disfrutar de la vida depende de valorar lo realmente importante y evitar recrearse en lo negativo.

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Ilustración de João Fazenda

“¿Por qué estás triste?”. “No lo sé, no sé qué me pasa, tengo una pena encima todo el día. Miro a mi alrededor y debería ser feliz, porque lo tengo todo: una casa bonita, una pareja que me quiere, unos hijos sanos, tengo amigos, pero no consigo disfrutar de la vida”.
La tristeza no siempre lleva a una depresión
. Eso son palabras mayores que se refieren a un trastorno psicológico que impide el funcionamiento cotidiano.
 Hasta lo más sencillo, como arreglarse, cocinar y comer de forma equilibrada, se convierte en un mundo.
 La depresión afecta a su vida personal, familiar, laboral y social
. El futuro se contempla como un lugar desolador, y algunos afectados pierden hasta las ganas de vivir. La persona con depresión suele requerir tratamiento farmacológico y psicológico.
La felicidad generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”
Benjamin Franklin
Pero ¿y la tristeza, esa pérdida de ilusión, la sensación de vivir a medias, esa dificultad para sentir placer? Afecta a muchísima gente
. No llega a incapacitar, pero sí los sumerge en una vida gris, pobre en emociones, en la que el tiempo pasa sin dejar huella.
¿Por qué hay personas que disfrutan de la vida y otras que no? Aquí tiene algunas claves, que además dependen de usted.
Tener otro ritmo de vida. Huya de la “prontomanía”.
Es la obsesión por contestar a todo de forma inmediata, pronto, ya, como si el mundo se fuera a acabar en los próximos segundos
. Las nuevas tecnologías le están quitando los mismos minutos que cree que adelanta dando respuesta a todo ipso facto
. Frene, pare. Usted y su entorno han decidido que son urgentes tareas que no lo son. Reeduque a sus compañeros de trabajo, amigos y familia.
Pasar de la fantasía a la acción. En mis conferencias suelo preguntar a los asistentes: ¿si pudiera elegir ahora con su varita mágica otra vida en la que no fuera profesionalmente quien es, a qué le gustaría dedicarse? Nadie contesta “ser millonario”.
 La mayoría de las respuestas están relacionadas con actividades o formación a la que uno puede acceder cuando quiera: “sería cocinero, fotógrafa, músico, daría la vuelta al mundo en bicicleta, escribiría un libro…”. Casi todo tiene que ver con la parte más creativa de las personas y con nuestra capacidad para expresar nuestro talento. Son profesiones, pero pueden ser hobbies.
 ¿Por qué no organiza su agenda y busca tiempo para apuntarse a un curso de cocina, o de fotografía, o para hacer más deporte? Igual debería establecerlo como una prioridad.
 Le hará más feliz que cualquier antidepresivo.

Para conectarnos

Ilustración de João Fazenda
PELÍCULA
‘En busca de la felicidad’,
dirigida por Gabriele Muccino y protagonizada por Will Smith
MÚSICA
‘Color esperanza’, de Diego Torres
LIBRO
‘El guerrero pacífico’, de Dan Millaman
(Books4Pocket)
Busque el placer con los amigos y familia, y disfrute de la vida social.
 Un estudio del investigador y profesor en psicología Richard Wiseman demostró que somos más felices con las experiencias que vivimos con amigos y los viajes que hacemos que con cualquier objeto material que compramos
. Nos da felicidad los momentos que compartimos, las risas, y lo recordamos siempre como un placer, mientras que el valor de lo que compramos se olvida rápidamente
. Invierta tiempo en experiencias, le será más gratificante que lo que gasta en comprar ropa, zapatos o relojes.
No deje para la jubilación todo lo que tiene pendiente: leer, aprender a dibujar o bailes de salón. Las personas se preocupan tanto por el futuro que dejan de vivir y ser felices en el presente
. Ser responsable con las obligaciones es genial, pero tener la agonía de que nunca puede estar tranquilo es un sinvivir. La vida tiene tanto de incertidumbre que es imposible mantenerlo todo bajo control.
 Disfrute de lo que la vida le ofrece con las personas que quiere. Ahora, aquí y en este momento.
Bese, toque, achuche, busque el calor.
El afecto y el amor son grandes fuentes de bienestar. A las personas les gusta sentirse queridas, y las muestras de afecto son la prueba más sincera y directa de amor.
 Toque incluso a la gente más lejana, mire con cariño a quien le atiende en una cafetería, verá cómo recibe enseguida una respuesta recíproca.
 El afecto se siembra.
Esperar cosas buenas de la vida. Significa tener esperanza. ¿Hasta ahora ha tenido éxito en su vida cuando se ha dedicado a anticipar las desgracias? No, rotundo.
 Pensar que va a tener suerte y creer que su momento le espera a la vuelta de la esquina le permite implicarse con más esfuerzo y dedicación en sus proyectos.
Y lo hará porque espera obtener un resultado.
 Pero si piensa que la vida no le depara nada bueno, bajará los brazos y no se esforzará. La esperanza es una fuente de motivación, le empuja para darlo todo.
 Es la profecía autocumplida. Espere también cosas buenas de las personas, “bieninterprete” las intenciones y comentarios que reciba.
Cambiar el foco de atención. ¿En qué está pensando, en lo que tiene o en lo que le falta? Las personas felices lo son no porque tengan más que los demás, sino porque centran la atención en lo importante.
Dé otro valor a lo que siente. Las emociones son buenas todas, incluso las que cree que le hacen daño. Se necesita el miedo, la ansiedad y la tristeza.
 Son termómetros
. El miedo y el estrés le advierten de que existen amenazas, y su tristeza, de que algo va mal.
 Pero el termómetro solo es el pistoletazo de salida, no un aviso para que nos recreemos en lo mal que nos encontramos
. Deje el victimismo de lado, le hace débil y no le permite reaccionar.
 Sus emociones son el aviso de que tiene que reaccionar. Si la amenaza es verdadera, luche, corra, y si lo está pasando mal, actúe e introduzca un cambio en su vida.
 Si espera que las circunstancias cambien para empezar a dar pasos, igual se queda sentado toda la vida.
 Y no exagere lo que siente, no le da más valor del que tiene.
 Si decide dedicarle toda su atención, sentirá las emociones más intensas de lo que son.
 Deje la hipervigilancia para otros temas y busque algo que le cambie el estado de ánimo: la música, una charla con amigos, pasear, maquillarse y un largo etcétera.
Compararse. Siempre hemos dicho que uno es como es y que no debe compararse con nadie.
Pero a veces las personas se vuelven el ombligo del mundo y pierden la perspectiva de lo afortunadas que son en la vida.
 Solo se miden con su estado de bienestar anterior o con quienes tienen más suerte o están mejor posicionadas.
 Rara vez se comparan con quien sufre, con quien tiene dificultades o con quien no tiene trabajo o menos recursos económicos
. Sea empático, póngase en ese lugar, verá cómo su vida no es tan miserable
. Y si fuera capaz de echar una mano a personas más desfavorecidas, comprobaría cómo recupera la ilusión por detalles de su propia existencia a los que ahora no da ningún valor.
Tanto si cree que puede como si no, tiene razón” Henry Ford
Convénzase de que merece ser feliz. ¿Por qué tiene esa idea absurda de que en esta vida estamos para sufrir? Estamos para disfrutar y para sacarle todo el jugo que se pueda.
 Hay personas a quienes les da miedo ser felices
. Tienen la creencia completamente irracional que relaciona este sentimiento con sentirse culpables y atraer las desgracias.
 Un pensamiento del tipo “estoy tan feliz que algo malo tiene que llegar”. Estas ideas les llevan a frenar su estado de bienestar, por miedo a tentar a la mala suerte y que se pongan enfermos o se muera alguien o pierdan el trabajo
. No hay una relación directa entre disfrute y que vengan mal dadas.
 Lo cierto es que la vida trae buenos y malos momentos, no siempre controlables por nosotros. Así que es normal encontrarse con piedras y dificultades en el camino, pero no son la consecuencia de que seamos felices, sino de que se tienen que vivir y nos pasan a todos, vienen en el reparto de la vida.
 Hay que buscar y provocar nuestros estados de paz y felicidad personales.
La felicidad no se compra, sino que se deleita en cada momento de nuestra vida.
Deje de invertir en cosas y hágalo en tiempo, risas, cenas, una buena copa de vino, disfrutar de la amistad, de un café, de una llamada de teléfono relajada, de un paseo, de los detalles que se le escapan buscando la felicidad en el mapa del tesoro.
 Claro que podría estar mejor de lo que está, usted, su vecino y yo también
. Pero pensar en ello le limita. Disfrute lo que tiene y no deje de esforzarse para seguir viviendo experiencias.

 

Tele para hoy, hambre para mañana

Cuando se apagan los focos empiezan los problemas para los parados reconvertidos en tenderos por la solidaridad o los emprendedores con falsos compromisos de inversión.

Estrella Franco logró abrir una tienda de comestibles en Mairena del Alcor (Sevilla) tras reunir 7.500 euros de donaciones en 'Entre todos'.

El programa Entre todos, de TVE, anunciaba el pasado 2 de octubre a bombo y platillo la inauguración del primer negocio impulsado por la solidaridad de sus espectadores.
 La imagen de la mujer triste y llorosa que había visitado el plató dos semanas antes contrastaba con la de una señora rehecha, orgullosa y bien peinada, propietaria de un negocio a punto de estrenarse.
 La tele había obrado su magia, ¿o había sido la generosidad de los ciudadanos? Un reportero se desplazó a Mairena del Alcor (Sevilla) para narrar el momento en que Estrella Franco, que el día que expuso su caso había detallado que su familia malvivía con los 350 euros de la manutención de dos de sus tres hijas y la asistencia de Cáritas y la Cruz Roja, cortaba una cinta roja, mostraba su establecimiento y el rótulo en la puerta con los nombres de los 87 donantes que habían entregado los 7.500 euros que pidió en directo.
 Se trataba de un gran éxito para un espacio televisivo que cada tarde, de la mano de la presentadora Toñi Moreno, presenta los casos dramáticos de la España de la crisis solicitando que los ciudadanos arrimen el hombro.
 Un programa que forma parte de la ola de productos televisivos que en los últimos tiempos, apoyándose en el concepto de “emprendimiento”, promueve la creación de negocios mediante distintos formatos.
Pero que las cámaras se apagasen en Mairena solo aseguró un final feliz televisivo, porque nada queda ya de aquella tienda, bautizada Desavío Entre Todos.
 A Franco le fallaron las cuentas, y a principios de enero intentó sin éxito traspasar el negocio por casi el doble de la cantidad que había recibido, según un anuncio publicado en varias páginas web, que también hablaban de un negocio “en plena expansión”
. La tendera ha alquilado un local más barato en Alcalá de Guadaira, donde reside, y ha empleado el género del anterior comercio
. Pero cada vez que llueve, saltan los interruptores.
A Soraya Santos, de 35 años y con dos hijos, tampoco le salen los números desde que inauguró su taberna, La Corrala, en el barrio madrileño de Lavapiés.
 Logró 13.000 euros de ayuda.
 Apenas hay clientela un viernes por la noche, y la situación no mejora al miércoles siguiente en este espacio de decoración mimada. Santos no tenía experiencia en negocios y no ha recibido asesoramiento. ¿Qué ha cambiado en su vida desde que envió un correo electrónico a Entre todos?
 La mujer se encoge de hombros; está agradecida, pero no ve el negocio viable: ahora se preocupa por cómo ir pagando facturas que antes no tenía…
Y para cubrirlas no ha abandonado su anterior trabajo: varias veces por semana sigue fregando escaleras, asegura.
Soraya Santos regenta el bar taberna La Corrala en Madrid, que inauguró tras lograr 13.000 euros en TVE.
Para Pablo Carrasco, productor de Entre todos, que importó el formato de Canal Sur, casos como estos no hablan del verdadero impacto del programa, que tiene una cuota de pantalla que linda el 9%. La televisión pública presta con él un servicio público, considera. Carrasco da cifras: 119 personas han conseguido dinero para abrir sus negocios; 36 ya han sido inaugurados; 63.000 espectadores han donado dinero a lo largo de 105 programas; se han registrado alrededor de 40.000 peticiones y 3.800.000 euros de donaciones
. Las garantías de éxito no existen, dice, como sucede con un buen porcentaje de los negocios que cierran a los pocos años de su apertura “en la vida real”.
 “Si este programa lo emitiera una cadena privada, se criticaría a la pública por no hacerlo ella”, concluye. Pero las críticas no han cesado desde su arranque. Moreno tuvo que salir al paso de ellas.
 Medios internacionales como los franceses Le Figaro o L'Express describieron el suyo como un espacio que no escatima en lágrimas.
“Parece que solo existe la caridad y no los derechos
. Ahí sacan la miseria que pueden, estigmatizan a los menores… ¡Nadie cuestiona por qué pasa esto! Para ser solidarios no hay que perder la dignidad…”. Es la conclusión de Ana Isabel Lima, presidenta del Consejo General del Trabajo Social, que fue invitada como experta al programa, aunque finalmente no participó porque le parecía amarillista y considera que no se basa en la justicia social.
 Más allá de esto, las implicaciones son políticas: “El mensaje es que el Estado de bienestar no se puede mantener”. TVE sirve, por tanto, de correa de transmisión del Gobierno, remacha.
Muchas personas que han abierto negocios por las donaciones de Entre todos lo defienden a capa y espada
. El diseñador Ángel Albelo, quien regenta una tienda de camisetas serigrafiadas en Santa Cruz de Tenerife que ya está exportando, es un ejemplo
. Aunque admite que los comienzos no han sido fáciles, es vehemente: “Más miedo me daba dormir en la calle que ir al programa” porque, en la situación que describe, o comía o pagaba el alquiler
. “Uno descubre que España merece la pena. Ahora podemos ir con la cabeza alta”.
La presidenta del Consejo General del Trabajo Social afirma que el mensaje de TVE es claro: los derechos no existen
Elisabet Cuenca, una emprendedora “vocacional” que dejó un puesto directivo para lanzar su propio negocio, asegura que su triunfo en el programa Código emprende, también de TVE, le ha servido, y mucho. Los 100.000 euros entregados por el BBVA le han permitido comercializar los productos de su empresa, OpenDomo, fruto de dos años de I+D, y ha contratado a dos nuevos trabajadores.
 En el reality show seis competidores debían demostrar sus progresos de la mano de expertos. Cuenca, que sacó adelante la carrera de Empresariales mientras trabajaba como camarera y cajera de un supermercado, cree que el formato en el que participó es útil, pero critica otros más pasivos, como el de Entre todos: “No es de recibo llorar para que te den. Uno tiene que aportar algo: crear puestos de trabajo, ideas...”.
El objetivo de que las dos partes ganen parecía presidir el programa Tu oportunidad, basado en Dragon’s Den (la guarida del dragón) de la BBC, distribuido en 16 países y que se adaptó a TVE. Los emprendedores presentaban su negocio, y cinco inversores decidían si apostaban por él. El profesor del IESE e inversor Luis Martín Cabiedes resume:
“Esta situación [la del boom del emprendimiento] me recuerda a aquello de María Antonieta: si el pueblo no come pan, pues que coma bollos…”.
Ángel Albelo tiene un negocio de camisetas en Santa Cruz de Tenerife por los 11.000 euros que recaudó en 'Entre todos'.
Sin embargo, los acuerdos alcanzados en Tu Oportunidad en un tiempo récord no se materializan con similar eficacia fuera de cámara, cuentan los empresarios consultados
. Si los concursantes saben poco de los inversores antes de pisar el estudio de TVE, lo mismo sucede en la dirección opuesta.
 Una emprendedora que prefiere ocultar su nombre y la naturaleza de su empresa porque piensa que revelarla le sería perjudicial, logró en Tu oportunidad una inversión a cambio de parte de su negocio. Después, esos compromisos no se mantuvieron en pie. Martín Cabiedes dice que emplea de término medio unos 160 folios de análisis antes de decidir si mete la cabeza en un nuevo negocio
. E insiste: “La tragedia del desempleo en España no se soluciona así, sino acabando con el ir y venir de favores entre el Gobierno y las entidades bancarias para que vuelva a fluir el crédito”.
Otros expertos en emprendimiento, como el profesor asociado de ESADE Jordi Vinaixa, sí perciben algo positivo.
En su opinión es bueno fomentar esta mentalidad basada en ser dueño del propio destino.
 “No todos son Messi o Ronaldo, pero la gente juega al fútbol…”, argumenta.

 

Los deslices de un líder previsible

Mariano Rajoy exhibe un discurso lleno de obviedades, tics y argumentario

Solo da titulares cuando improvisa.

 

Sciammarella

El grupo de periodistas que cubre las comparecencias, ruedas de prensa, intervenciones parlamentarias y asaltos en los pasillos del presidente del Gobierno trabaja con una certeza y una esperanza.
 La certeza de que, salvo emergencia nacional, y no siempre, van a escuchar una música y una letra conocidas
. Y la esperanza de que Rajoy se ponga lo suficientemente nervioso para sacar los pies del tiesto. De que meta la pata.
 Solo entonces, y no siempre, podrán llevar un titular fresco a sus redacciones.
Si no, tendrán que abrirse paso a machete entre la jungla de puntos de argumentario, obviedades, lugares comunes, ambigüedades, gestos, tics y muletillas que componen el discurso del presidente. Intentar afilar y elevar el tono romo y plano.
 E interpretar, según su experiencia, criterio y conocimiento del personaje, lo que ha querido decir.
Solo así, algunos, logran extraer mena de la ganga.
Rajoy, lo dijo él mismo, es previsible.
 No tanto en lo que hace —lo contrario a lo que prometió en su programa electoral, en algunas materias—, como en lo que dice. Carece de capacidad de improvisación.
 Quizá por eso, suele llevar todas sus intervenciones, incluso sus réplicas parlamentarias, escritas
. O memorizadas de carrerilla, aprovechando la retentiva de quien aprobó unas durísimas oposiciones a los 23 años convirtiéndose en el registrador de la propiedad más joven de España
. Pero a veces, pocas, Rajoy se sale de su propio guion y da noticias.
Fue eso, opinan quienes le conocen, lo que ocurrió el pasado lunes en la entrevista televisiva en Antena 3. La segunda que concede en sus dos años de mandato, lo que da idea de su aversión a los medios
. Todo discurría según lo previsible cuando la periodista Gloria Lomana le preguntó sobre la infanta Elena. “Yo tengo que respetar las decisiones de jueces y fiscales y me gustaría que, como bien dijo el Rey, todos seamos iguales ante la ley (...)”, empezó a disertar, hasta que Lomana le cortó y, entonces, obtuvo la perla: “Le irá bien. Estoy convencido de su inocencia”, soltó, poniendo la mano en el fuego por ella, y anticipándose a los únicos hechos que quizá no debía en una entrevista en la que su frase más repetida fue, precisamente: “No voy a adelantar acontecimientos”.
Ese es Rajoy.
 Se pasa casi una hora recitando mantras como: “El Rey es un ser humano y las cosas que les pasan a sus hijos le duelen, como a cualquier persona” (sobre la crisis de la monarquía)
. O “ese es un asunto sobre el que todos, sin duda, tenemos sentimientos.
Unos tienen unos; otros, otros” (sobre Cataluña). O “lo que no puedo es no hacer nada porque no le guste a la oposición” (sobre la ley Wert)
. Y, de repente, acuciado por algo, pierde el hilo, dice lo que se le pasa por la cabeza y abre los informativos.

Manos abrasadas

Cristina de Borbón y Grecia no es la primera ni la única persona por la que el presidente Rajoy ha puesto figurada y públicamente la mano en el fuego, exponiéndose a abrasársela.
Jaume Matas, expresidente balear condenado a nueve meses por corrupción y pendiente de la resolución de su petición de indulto, fue saludado en 2004 por el entonces candidato popular a la presidencia del Gobierno con un entusiasta:
“Vamos a intentar hacer en España lo que Matas en Baleares”.
Carlos Fabra, expresidente de la Diputación de Castellón y “ciudadano y político ejemplar”, en palabras de Rajoy, ha sido condenado a cuatro años por fraude de 700.000 euros.
Francisco Camps, expresidente de la Comunidad Valenciana salpicado por los casos Gürtel y Nóos, fue piropeado con un “siempre estaré detrás de ti, o delante, o a un lado”.
“Nadie podrá probar que Bárcenas no es inocente”, dijo en 2009 Rajoy.
 Hoy, el aludido duerme en prisión por varios presuntos delitos de fraude fiscal y blanqueo de capitales.
Sucedió, también, en Berlín, en febrero de 2013.
 En pleno escándalo por la publicación de los papeles de Bárcenas, con la prima de riesgo disparada y todos los ojos fijos en España, un Rajoy incomodísimo a la vera de Angela Merkel en la rueda de prensa tras la cumbre hispano alemana soltó: “Todo lo que se refiere a mí y a mis compañeros de partido no es cierto. Salvo alguna cosa que es lo que han publicado algunos medios
. Dicho de otra manera, es total y absolutamente falso”. La resaca de aquel desliz aún colea.
Desde entonces, más si cabe, Rajoy huye de los medios como de la peste
. Físicamente: hay pruebas gráficas del presidente saliendo por piernas del Senado para evitar las cámaras. Y verbalmente, como cuando salió por peteneras con frescas como “está lloviendo mucho”, al preguntarle los informadores del Congreso su opinión sobre la derogación de la doctrina Parot por Estrasburgo
. O cuando divagó: “eh... la segunda... ya tal” para no contestar una pregunta sobre la entrada en prisión de Luis Bárcenas.
 Por no hablar del aparato gestual que suele acompañar sus evasivas. Un veterano fotógrafo confiesa que tiene que desechar “el 80%” de las fotos del presidente “porque aparece con muecas o con el ojo al bies”.
Para muchos observadores, esta actitud no responde a un problema de incapacidad comunicativa del presidente, sino que es el resultado de una estrategia perfectamente calculada.
“La política de comunicación de Rajoy es no comunicar nada.
 Está convencido de que las elecciones no se ganan en los medios.
Y, además, siempre ha tenido a alguien para comerse el marrón por él”, resume un cronista que le sigue hace lustros.