Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

27 oct 2013

Problemas del Primer Mundo

Problemas del primer mundo

problemas 109

 

 

 

El negocio de prohibir....................Javier Marías

Ya no se sabe si la avidez recaudatoria de las actuales autoridades españolas no conoce límites –bueno, saqueadora–, o si la vieja pasión prohibidora de este país emerge al menor pretexto, o si se trata de una mezcla de las dos, lo más probable.
 En poco tiempo nos han obsequiado con varias medidas, a cual más injusta, demente y desfachatada, todas dictadas por esos dos ánimos: prohibir por prohibir y estrujar aún más al ciudadano, como si no bastaran las enloquecidas subidas de impuestos de Rajoy y Montoro, en contra de sus promesas electorales y, según dijeron, “provisionales”, pero ya prorrogadas uno o dos años más, por lo menos hasta 2015.
 Como en esa fecha habrá elecciones, bajarán algo esos impuestos a ver si los votan los de su propio partido.
 Visto lo que podemos fiarnos de su palabra, y de la del PP en general, es seguro que, si redujeran la presión fiscal, sería para incrementarla en seguida en 2016, y de lo dicho nada, y además “no hay otra solución”.
Pero a lo de ahora. Primero se nos comunicó que a partir de pronto se harán pruebas de alcoholemia a los peatones infractores y se los multará
. Es decir, si alguien lleva prisa y se salta un semáforo porque no se ve ni un coche en lontananza, habrá que comprobar si ha bebido un vaso de vino o dos, y, de ser así, se la cargará bien cargada.
Otro tanto si un transeúnte desciende a la calzada y camina junto al borde, cosa que en Madrid, por ejemplo, nos vemos obligados a hacer todos a menudo porque las aceras están intransitables, llenas de obstáculos puestos por el Ayuntamiento: pivotes de piedra o de hierro, chirimbolos, motos y bicis a las que se permite aparcar, gigantescos contenedores, bandas de pseudojazz, vallas y zanjas de obras inútiles, papeleras desbordadas, andamios por doquier.
 Así, las autoridades ocupan las aceras hasta impedirnos ir por ellas, y a continuación deciden cobrarle al que las abandona para avanzar. Negocio redondo, el de forzarnos a infringir las reglas para luego multarnos por ello.
A usted se lo multa y persigue sólo por eso, por ser pobre, hay que ver
Al poco nos enteramos de que la alcaldesa de Fuengirola, del inevitable PP, ha prohibido que en la Feria de su localidad suene música en otra lengua que el español, y –ojo– español de aquí: no sólo no permite “géneros como funk, rap, reggaeton, electrónica, metal, alternativa, hip hop, reggae, heavy metal, country, punk y gótica”, sino tampoco “ritmos latinos en general”, aunque estén cantados en español
. Asimismo ha dictaminado sobre la decoración de las casetas, que deberá basarse en “elementos relacionados con Andalucía, su cultura, arte y tradiciones”, y al que no cumpla lo visitará la policía.
 Que esta tal Doña Oña imponga a sus conciudadanos lo que han de oír y bailar, y hasta cómo deben engalanarse, es sin duda anecdótico, pero delata un espíritu totalitario que ríanse de Stalin.
 De hecho la aproxima mucho a Franco, que proscribió todos los nombres extranjeros, de cines, hoteles, cafeterías y demás. Oí contar que el cine Colón de mi infancia se había llamado Royalty, hasta que el dictador lo condenó por poco español.
A continuación nos anuncian una nueva ordenanza municipal para Madrid, y a raíz de eso se nos revela que está parcialmente inspirada en las ya vigentes en Sevilla, Barcelona, Málaga, Benidorm, Bilbao, Granada y otras ciudades.
 Al leer la lista de lo que prohibirá y multará esa ordenanza, uno se pregunta si queda algo que no sea una infracción, y si pronto no nos cobrarán por salir a la calle y transitar.
 Junto a algunas prohibiciones razonables y ya existentes, pero que no se suelen respetar (orinar en la vía pública, algo que uno ve hacer de continuo con total impunidad; no llevar perros peligrosos sin bozal; encender hogueras, etc.), nos encontramos con que habrá multas de hasta 750 euros por limosnear ante un centro comercial; de hasta 1.500 por intentar limpiar un parabrisas o vender kleenex en los semáforos, por “juegos o apuestas con dinero” (esto en una comunidad que ahora adora a la Virgen Tahúr de Eurovegas y a San Adelson el Turbio, será para que ningún trilero haga competencia a sus casinos), o por “promover la prostitución”.
 No se aclara qué cae bajo ese verbo ambiguo, guiñarle un ojo a un viandante debe de ser parte de ello. También se pregunta uno cómo pagarán 750 o 1.500 euros un mendigo, un vendedor de kleenex o un limpiador espontáneo, más aún cuando, gracias a la política de recortes y despidos fáciles del Gobierno y la CEOE, cada día más gente se ve empujada a tan miserables menesteres porque no le queda otro remedio.
 Y luego se pregunta uno qué se hará con los no pagadores, que serán todos: ¿se los meterá en la cárcel, estando todas ya saturadas? ¿Se los expulsará de la ciudad o del país?
 Todo da la impresión de ser un capítulo más en el proceso de eliminación de los pobres.
 A usted se lo multa y persigue sólo por eso, por ser pobre, hay que ver.
 Lo sangrante es que al mismo tiempo este Gobierno hace todo lo posible por incrementar su número, y por que pasen a serlo quienes no lo eran ni lo son
. Entre eso y la nueva emigración forzosa de jóvenes y no tan jóvenes, uno empieza a sospechar que a lo que aspira el PP es a despoblar el país y a que en España no queden en libertad más que sus votantes y unos cuantos indiferentes. Sería la única manera de asegurarse la perpetua reelección.
 El único inconveniente es este: ¿quién quedaría para tributar a Hacienda, esto es, para pagar a sus miembros y “asesores” sus cuantiosos sueldos?
elpaissemanal@elpais.es

VIDAS APARCADAS

VIDAS APARCADAS


Cuando la vida
queda aparcada
como un coche
alguien se ve obligado
a caminar
trasponiendo
los obstáculos
que en nombre
de un supuesto
bien que nos trasciende
se levantan a lo largo
de todas las aceras...
Así recorremos
como invidentes
los restos del país
que conocimos
sintiéndonos seguros
porque llevamos
las llaves en los bolsillos,
sin que nadie sepa
muy bien
dónde está el regreso
después de tanto
engaño a ultranza

que soportamos.
 
Del Blog Escrito con sentido
Paco Gor

Todas esas víctimas calladas.......................Rosa Montero

El otro día vi un interesante documental de televisión sobre un conocido impostor, Frédéric Bourdin, El Camaleón, un francés nacido en 1974 que dice haber asumido 500 identidades falsas a lo largo de su vida y que alcanzó la celebridad porque se hizo pasar una y otra vez por diversos niños desaparecidos
. Lo más chocante es que Bourdin, claro está, iba envejeciendo, de manera que fingía ser un adolescente cuando en realidad era mucho mayor
. En su caso más sonado se hizo pasar por un chico norteamericano de 16 años, aunque él ya había cumplido los 23.
 Y lo hizo con éxito, o al menos con relativo éxito, porque engañó a la gente durante cierto tiempo. Al final, sin embargo, siempre le pillaban; en Estados Unidos le metieron en prisión durante seis años, una pena desmesurada y brutal para alguien que, como Frédéric, es evidentemente una persona con problemas emocionales y psíquicos, un peter pan incapaz de crecer que, pese a su paso por la cárcel, no cejó en su obsesión y siguió haciéndose pasar por otros chavales (volvió a ser detenido, juzgado y condenado, esta vez en Francia y sólo a cuatro meses de cárcel).
 Hace un par de años incluso se hizo una película con su historia.
Siempre me han fascinado los impostores, esa compulsión por ser otro, esa identidad líquida y mudable, capaz de adaptarse a cualquier cosa. En el documental, Bourdin inquietaba.
 No era del todo simpático; te conmovía su necesidad de reconocimiento y de afecto, pero había algo flagrantemente narcisista en él, un exhibicionismo un poco rechinante, un placer en el síntoma como a veces muestran los anoréxicos crónicos: te compadeces de ellos y al mismo tiempo te irrita su obsesión, tan egoísta y ciega a cualquier otra cosa.
 Pero, en cualquier caso, no era de Bourdin de quien quería hablar en este ar­tícu­lo, sino de un modesto letrerito que aparecía en pantalla al final del programa de televisión
. Y el letrero tan sólo decía: Frédéric Bourdin se casó y tiene tres hijos.
Siempre he echado de menos una sensibilidad social para hablar de la violencia contra los niños
Una escueta información que me impactó.
Googleé Bourdin y, en efecto, comprobé que se había casado con una francesa en 2007, tenía tres hijos y vivía cerca de Le Mans (Francia). Verán, creo que Frédéric El Camaleón puede ser el mejor padre del mundo; quizá sepa dar a sus hijos todo el amor que a él no le dieron.
Pero lo que no pude evitar pensar, una vez más, fue: con qué facilidad se tienen hijos; con qué increíble ligereza permite la sociedad que cualquier padre, cualquier madre, tenga niños pequeños en su poder
. En ese poder absoluto que la paternidad otorga, en la oscuridad impenetrable de la vida privada, del hogar.
 Un ámbito cerrado en donde puede suceder cualquier cosa
. Hablamos mucho de la violencia de género contra las mujeres, y con razón. Pero siempre he echado de menos una sensibilidad social equiparable para hablar de los grupos más desprotegidos: de la violencia contra los ancianos y, sobre todo, contra los niños.
Qué indefensión absoluta la de un niño frente a sus padres: cuando son muy pequeños, ni siquiera saben que el mundo no es así y en este así podemos imaginar todos los infiernos que atraviesan demasiados críos de este planeta. Golpes, maltrato psicológico, a veces directamente torturas, abusos sexuales o incluso la muerte, como sucedió con el horripilante caso de José Bretón, ese monstruo que asesinó y quemó a sus hijos de seis y dos años, o como tal vez haya ocurrido con esa niña gallega, la pobre Asunta, quién sabe si envenenada por sus padres (cuando escribo este artículo, que tarda un par de semanas en imprimirse, esta escalofriante historia aún está sumida en la confusión).
Demasiadas veces los progenitores feroces y abusivos son personas aparentemente normalísimas, ricas, asentadas socialmente y exitosas, como Bretón o como serían los padres de Asunta si se demuestra su culpabilidad
. De modo que soy sincera cuando digo que, paradójicamente, tal vez Bourdin sea un padre maravilloso. Pero esa frase final del documental me hizo pensar una vez más en la incoherencia de nuestra sociedad. Necesitamos hacer test psicotécnicos para sacar el carnet de conducir, y también, como es lógico, para adquirir un arma. Pero, ¿para tener hijos no se pide nada? ¿Para esa responsabilidad tan colosal, para dejar a una criatura totalmente indefensa sometida a lo que puede ser el horror más completo, no hay que hacer ni una prueba? Todos esos combatientes antiabortistas tan activos deberían trasladar sus energías en defender a los niños, en vez de a los fetos.
Que no sacralicen tanto a la familia, que puede ser estupenda, desde luego, pero que también puede ser un entorno peor que Auschwitz.
 Algo habría que hacer para defender a los críos.
 Todas esas víctimas calladas @BrunaHusky