Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

31 mar 2013

“Confiaba en la directora de la oficina y nunca pensé que me engañaría

José Luis Serna y Blas Asensio confiaron su dinero en preferentes de Caixa Laietana

La caja se las canjeó por acciones de Bankia que hoy no valen nada.

Blas Asensio (izquierda) y José Luis Serna, delante de la oficina de Caixa Laitania de Mataró. / MASSIMILIANO MINOCRI

Blas Asensio, de 61 años, y José Luis Serna, de 48, son dos de los 15.000 afectados que Caixa Laietana ha dejado en Mataró
. La indignación aún les embarga cuando recuerdan cómo accedieron a unos productos que les han infligido pérdidas gigantescas. “Confiaba en la directora y nunca pensé que me engañaría. Fue una estafa”, afirma Serna.
 “Me dijeron que [las preferentes] eran totalmente seguras”, añade Asensio.
 Él recibió en 2001 una indemnización por un accidente que le dejó una parte de la cara paralizada. Acudió a Caixa Laietana, donde le ofrecieron una cuenta que “era mejor que las otras porque no se tenía que renovar cada año, pero que no tenía otras diferencias”.
Aun así, cuando llevaba los papeles a su mujer para que firmara vio que en el contrato ponía “preferencial”. No sabía qué significaba y volvió a la oficina a preguntar si podría retirar el dinero cuando quisiera. Recuerda que los oficinistas se rieron de él y le dijeron que no debía preocuparse por nada.
 Al principio le ofrecieron cerca de un 3,5% de interés, pero los últimos años fue solo del 1,8%.
 Hasta 2011 no tuvo problemas para retirar su dinero, pero todo cambió a finales de ese año: los 30.000 euros que le quedaban fueron bloqueados.
Empezó entonces un periplo de reclamaciones que no fueron respondidas hasta marzo de 2012, cuando Caixa Laietana le conminó, si quería recuperar el dinero, a canjear las preferentes por acciones de Bankia. “Me dijeron que si no lo hacía, lo perdería todo”, recuerda. Aceptó.
 Ahora se arrepiente y explica que se sintió “forzado a tener acciones”.
 Según cuenta, la caja le aseguró que recuperaría el 75% del importe en poco tiempo, aunque tendría que esperar más de un año para el 25% restante.
 Parecía que poco a poco podría disponer del dinero, pero no fue así. Las acciones han ido perdiendo valor desde que salieron a Bolsa hasta valer solo un céntimo.
 Además, la condición de “accionista obligado”, como él lo define, no le permite acogerse a un arbitraje para recuperar ni tan solo una parte del dinero.
José Luis Serna también se siente impotente. Él y su mujer están en el paro. Tienen tres hijas en edad escolar y viven en casa de sus suegros.
 Todos sus ahorros acumulados gracias a jornadas de trabajo de más de 12 horas están atrapados en Caixa Laietana.
Cree que cuando le vendieron estos productos, a finales de 2010, los banqueros ya sabían que “era una estafa”, pero “les daba igual porque querían cobrar comisiones”.
Como a la mayoría de afectados, le dijeron que no tendría ningún problema para recuperar el dinero cuando le apeteciera.
 El desconocimiento del producto era tal que cuando un familiar le explicó los riesgos de las preferentes y le preguntó si él tenía, Serna respondió que no. No fue hasta unos días más tarde cuando se enteró de que su dinero estaba bloqueado. “No me lo podía creer”, recuerda ahora.
 Desde ese momento él y su mujer han pasado muchas noches sin dormir, tomando medicación para la depresión y el estrés.
 Fuera de las participaciones solo disponían de 2.500 euros, así que durante este tiempo han vivido de trabajos temporales y del paro. Ahora reciben 428 euros de subsidio y sus familiares les ayudan.
En marzo de 2012 Caixa Laietana le ofreció, como a todos los afectados, canjear participaciones por acciones.
 El movimiento no estaba claro, por lo que consultó con un abogado quien le recomendó que aceptara el cambio pero con un documento firmado en el que explicara que lo hacía en contra de su voluntad.
Ahora lucha para poder ser tratado como afectado por las preferentes y no accionista y recuperar así su dinero.
 Se siente “triplemente engañado”: primero por la venta de las preferentes, luego por el canje obligatorio en acciones y ahora por no poder acogerse al arbitraje.

 

La Verdad sobre el caso Savolta


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Según cuenta Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta se publicó el 23 de abril de 1975, fecha en la que «el país atravesaba por un momento de febril expectativa: un sistema que parecía inamovible se resquebrajaba a ojos vistas y el cambio, aunque incierto, era inminente». ¿A qué cambio se refiere el autor?

Del Blog "Mujeres"María Magdalena, preferida y detestada

María Magdalena, preferida y detestada

Por: | 31 de marzo de 2013
MagdalenaComo Jesús no escribió nada ni dejó una biografía autorizada sobre sus años públicos, hay que acudir a múltiples fuentes, muchas veces contradictorias, para saber cómo fue realmente su vida.
En todo caso, lo que la Iglesia romana ha seleccionado como verdadero en sus evangelios  canónicos, escritos por evangelistas que no habían conocido al fundador cristiano ni de lejos,  no parece ser una verdad absoluta. Evangelio es una palabra griega que quiere decir buen mensaje o buena noticia. Roma tiene cuatro evangelios bien condimentados. Antes de llegar a ese canon, despreció decenas y decenas de otros relatos igualmente dignos de tener en cuenta.
 Por ejemplo, de la primera conferencia apostólica de los cristianos, alrededor de mediados del siglo I, muy probablemente el año 49, sabemos dos versiones o dos reseñas, la de san Pablo en una de sus cartas, y la más tardía de Lucas en Hechos de los Apóstoles.
 El resto de las informaciones se han desechado, por ejemplo el relato de lo que en aquel (llamemos) concilio hicieron las mujeres.
Ni una palabra.
Dos cosas quedaron claras en esa conferencia política.
 La preponderancia de Pablo frente a san Pedro, y la decisión de salirse de Israel (con el reto de llegar a Roma), para lo cual había que dejarse de circuncisiones y otras gaitas judías (ahí dejaron de ser una secta judía).
 Y otra, de más graves consecuencias históricas, el ya citado arrinconamiento de las mujeres, que, sin embargo, habían sido compañía imprescindible para Jesús, sus auténticas mantenedoras y organizadoras de la campaña electoral del fundador en sus últimos años, hasta morir en la cruz de forma tan horrible.
Es cierto que, según los evangelistas, no hubo mujeres en la última cena de Jesús con los suyos, a modo de despedida ante lo que se avecinaba, pero es también cierto que cuando, tal día como este domingo, el fundador cristiano decidió resucitar, las primeras en saberlo fueron las mujeres de su entorno, no los espantados apóstoles, que se habían escondido como conejos en un incendio forestal (Pedro incluso llegó a negar que lo conociese, una y tres veces, cuando le reconocieron como a uno de sus fieles).
Cabe suponer que la principal víctima de la conferencia política de Jerusalén fue María Magdalena, que aparece en la primera tradición cristiana especialmente vinculada a Jesús
. Cierta literatura, a lo Código da Vinci, la ha convertido incluso en su amante.
 Es probable que lo fuese, pero en sentido espiritual, no físico, lo que enfadaba a los celosos apóstoles.
La llamaban Magdalena porque era de Magdala, una ciudad de pescadores de la costa del mar de Galilea, entre Cafarnaún y Tiberiades, que contaba con más de 200 barcos, famosa por sus salazones.
 El hecho de que no llevara unido el nombre o apellido de su padre o marido, sino el de su ciudad, indica que era independiente.
 No estaba sometida a otras personas y tenía autoridad para formar parte del grupo de Jesús.
 Nada se dice en los evangelios sobre cómo lo conoció, pero Lucas, que no debía ser muy partidario, la presenta como endemoniada (Jesús la liberó de siete demonios, llega a decir). Supongo que era endemoniada porque era pagana antes de convertirse. Aún hoy, algunos prelados romanos tachan de endemoniados a quienes no les siguen la corriente.
Tenemos, por tanto, a María la de Magdala en el círculo más estrecho de los discípulos de Jesús.
 Es más, debió (de) ser una mujer con dinero, capaz de pagar las estancias (posada, comida y organización de los eventos) del revoltoso mitinero allá por donde convenía que predicase la Buena Nueva del Reino de Dios que más tarde se convirtió en una Iglesia repleta de jerarquías sacerdotales sobrealimentadas.
 De sobra se escribió en los primeros años del cristianismos que Jesús no era eso lo que vino a predicar, sino todo lo contrario: predicó contra el poder de los Caifás de turno, y para que el César tuviera lo que es del César, y Dios lo que es de Dios...  
¿Cómo y cuando cayó en desgracia María Magdalena? Es una de las más conmovedoras historias de los evangelios y también de las más enigmáticas.
 Inicialmente, hubo un debate para fijar su personalidad, pues hay tres pasajes con nombre de María: María la pecadora, “que unge los pies del Señor”. (Lucas, VII, 37-50); María la de Magdala, la posesa liberada por Jesús, que se incorporó a las mujeres que le asistían (también Lucas, VIII, además de Juan, XX, 10-18) hasta la crucifixión y resurrección; y María de Betania, la hermana de Lázaro y Marta. (Lucas, X, 38-42). La liturgia romana identifica los tres pasajes como referidos a la misma mujer: María Magdalena.
 La liturgia griega, sin embargo, las reconoce como tres mujeres distintas. El santoral litúrgico actual celebra a una sola: María Magdalena, en homenaje a su encuentro con Jesús resucitado.
Lo seguro es que nuestra María estuvo al pié de la cruz donde murió su maestro, en el monte Calvario, mientras sus hombres lo han abandonado. Allí estaba Magdalena, acompañando a la otra María, la madre del crucificado. "Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena", escribe el evangelista Juan (19:25). Y esta otra versión, por si caben dudas: "Había allí muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo" (evangelista Mateo 27:55-56). Más. “Después que José de Arimatea entierra a Jesús y se fue, María Magdalena quiso quedarse. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro" (Mateo 27:61).
María Magdalena también fue la primera en ir al sepulcro el domingo de Resurrección: "Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro" (Mateo 28:1). “Iban con los perfumes para embalsamarlo...
Descubrieron así que alguien había apartado la pesada piedra del sepulcro del Señor”. Y ¡la noticia!: "Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios". (Marcos 16:9).
Así que María Magdalena, la pecadora convertida en contemplativa, fue la primera que vio, saludó y reconoció a Cristo resucitado.
 Jesús la llamó: "¡María!" Y ella, al volverse, exclamó: "¡Maestro!" Y Jesús añadió: "No me toques, porque todavía no he subido a mi Padre. Pero ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios" (Jn 20:17)
Y María de Magdala fue, y los apóstoles no quisieron creerla. ¿Por qué se iba a aparecer el maestro a la Magdalena, si ellos eras sus preferidos, los doce, los apóstoles? Imposible de soportarlo.
La tradición oriental afirma que, después de Pentecostés, María Magdalena fue a vivir a Efeso con la madre del crucificado, y que murió allí.
 Una tradición francesa sostiene que María Magdalena fue con Lázaro y Marta a evangelizar la Provenza y pasó los últimos treinta años de su vida en los Alpes Marítimos.
Sea como fuere (los evangelios no dejan de ser un cuento, dicho sea con el respeto que se supone a todas las creencias religiosas), lo cierto es que la Iglesia (hoy llamada)  romana ha demonizado a María Magdalena, identificándola como una prostituta.
 Ha sido la manera de espantar la posibilidad de que se consolidase un liderazgo femenino en el cristianismo primitivo, ya antifeminista.

La literatura ha aprovechado el conflicto muchas veces, incluso novelando sobre un amor entre el fundador y su hermosa pecadora arrepentida.
 El último en hacerlo ha sido el escritor Jesús Bastante Liébana, en Y resucité de entre los muertos (Ediciones B. 2012). No hay que descartar (el famoso Brown, el autor del Código Da Vinci, también lo novela), que existió una pugna entre el "partido de la Magdalena" y el partido vencedor que sigue a Pedro y a Pablo hasta conquistar Roma y erigirse en un nuevo Imperio Romano (de perseguidos se convierten entonces en perseguidores persistentes).
Lo seguro (lo sabido) es que quien perdió fue la mujer. La mujer caída del paraíso; la denigración de la mujer. “De todos los innumerables pecados cometidos a lo largo de su historia, de ningún otro deberían de arrepentirse tanto las iglesias como del pecado cometido contra la mujer", ha escrito la gran teóloga católica Uta Ranke-Heinemann.
 Todavía hace apenas un año, el 15 de junio de 2012, la Iglesia católica reformó su código penal, por decisión del ya emérito Benedicto XVI, para endurecer las penas de los que el Vaticano considera los delitos más graves que pueden cometerse en su seno. La reforma se publicó como carta apostólica con un título en latín: Normae de gravioribus delictis (Normas sobre los delitos más graves). Entre ellos figura la pederastia, que tantos disgustos, penales, morales y económicos, está causando a la jerarquía del catolicismo. También aparece como delito “más grave” la ordenación sacerdotal de mujeres.  Es una discriminación más hacia las mujeres, un paso adelante “en la ideología del apartheid” tradicional en la Iglesia romana.
Si María de Magdala, que tanto acompaño y tanto ayudó a Jesús en sus primeros mítines, levantara la cabeza..

“Doné sangre para comer”

Jose y su pareja han pasado de tener dos comercios en Albacete a comer gracias a Cáritas y Cruz Roja.

 

José Blanco y su pareja esperan el desahucio. / tania castro
Hace dos años, José Blanco, de 27 años, tenía una cristalería en Albacete. Su pareja, de 32, una papelería. Todo iba bien. Ahora, esta familia formada por los dos y el hijo de ella, de seis años, se alimenta de la comida que les entregan Cáritas el último jueves de mes y Cruz Roja cada día 15.
José se ha propuesto no dejarse arrastrar por la situación.
 Y, por encima de todo, blindar al pequeño. El desánimo se lo guarda para él. Lo combate por las noches con lorazepam (un sedante) y por las mañanas con escitalopram (un antidepresivo).
“Me lo iban a quitar en enero pero al bajarme la dosis una mañana no pude levantarme, el desánimo era total”. Su pareja, que está embarazada, también necesita antidepresivos (toma Adofén).
A ella apenas le apetece hablar.
 Ni que se la identifique o se la reconozca en la fotografía que acompaña este artículo. “Si te digo que estoy bien te miento”, musita desde un extremo del sofá del comedor de su casa —de la que tienen un procedimiento de desahucio en marcha y que en breve dejarán por otra más barata—.
 “Con lo bien que nos iba y vernos así... Lo llevo mal”.
 Desde el otro extremo del sofá José no se guarda un detalle. “¿Por qué tendría que negarme a contar lo que nos pasa? Esto no es ningún pecado, y seguro que hay miles de personas en mi situación”. Y narra anécdotas como cuando acudió a donar sangre para comer un bocadillo cuando acompañó a su pareja a Murcia, donde permaneció ingresada una semana para someterse a un control por los desfallecimientos repentinos que sufre.
 “A los tres días sin apenas comer, no me tenía en pie”.
José y su compañera se conocían del pueblo, Beas de Segura (Jaén). En 2010 dieron un cambio a su vida y eligieron Albacete para este proyecto en común. Él abrió un almacén de distribución de cristales. Ella, una papelería
. Lo que se presentó como su mejor pedido —“me daba trabajo para todo el año”— fue una trampa de la que no pudo salir.
 Fue un encargo de 37.000 euros que nunca le pagaron y que le atrapó. Demasiado dinero para dos negocios que acababan de arrancar. “Entonces empecé a ver que tenía un problema”, explica. Aguantó hasta finales de 2011. Reunió a los proveedores y les dijo que no podía pagarles
. Cerró.
 Le embargaron por las deudas de las cuotas de la Seguridad Social de su empleado. Su cotización de autónomo no incluía paro, por lo que ninguno ha percibido prestación.
 Sin ayuda familiar y sin empleo —“me he llegado a ofrecer como carpintero por 300 euros”—, su situación era cada vez más agónica. “Lo pasamos muy mal”. En septiembre de 2012 se dieron de bruces con la realidad. “No teníamos leche para el niño”, comenta.
 Entonces se acercaron a los servicios sociales municipales. “Verte en esta situación es muy duro”, explica. Le remitieron a Cáritas. “A la cola de la iglesia a por comida voy yo, a la vista de los vecinos. Lo que sea para que no le falte nada al niño”.
José está ilusionado con un negocio que le puede salir con ayuda de Cáritas
. Su otra esperanza es que Pepa, la responsable de su oficina de empleo, le dé la noticia que lleva meses aguardando: “José, tengo un trabajo para ti”.