Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

27 ago 2012

¿es posible no tener alma?

La separación

En su auto de instrucción el juez escribe que la tarde del jueves 15 de septiembre, Ruth Ortiz le dijo a su marido "que ya no le quería y que ya no estaba bien con su relación".
 Una vez instalado en casa de sus padres en Córdoba, José accedió al régimen de fines de semanas alternos como fórmula de visitas a sus hijos. La primera vez que fue a por los hermanos —del 23 al 25 de septiembre— les lleva a una vivienda no determinada de Córdoba. El escrito señala que Bretón "les comentó que era una sorpresa y que allí iría a vivir toda la familia, incluida la madre".

La venganza

A pesar de estos extraños planes, el juez considera que Bretón seguía gestando una represalia en caso de que las intenciones de divorciarse de Ruth siguiesen. Ese es el principal móvil que plantea Lainz.
 En varias conversaciones con su familia más cercana, el procesado llega a demostrar una actitud de venganza "siendo especialmente significativo el episodio acontecido en el cumpleaños de la niña [Ruth], donde da a entender a familiares del entorno de la esposa que tenía intención de causar un grave daño a su mujer", dice el auto.

El caso Ruth y José, paso a paso....El Pais.com

Diez meses después de la desaparición de los niños, el caso podría estar a punto de resolverse.

Todo hace suponer que los mató su padre, para vengarse de la decisión de su mujer de separarse.

Es triste y escalofriante, la venganza de un hombre es matar lo que más quiere su mujer para hacerle el mayor daño posible, MATAR a sus Hijos, ya en las tragedias griegas aparecen estos mitos, pero que en la realidad no asumas una decisión, y que la venganza sea esta es terrible.

Llevan casi un año desaparecidos , parece que no analizaron bien unos restos encontrados en un solar de la casa paterna. En fin, es triste y de justicia reclamar el derecho a que jamás sean niños , ni adultos el castigo por lo que se piensa es una ofensa.

Muchos niños hay no encontrados. Demasíados aunque fuera uno.

Y la cortesana puso Francia a sus pies

Zahia Dehar dejó muy poco espacio a la imaginación en la presentación de su firma de lencería en la Semana de la Moda de París. / CORDON PRES
Zahia Dehar saltó a la fama por la sórdida historia de prostitución en torno a un local chic parisiense que salpicó de lleno al equipo de fútbol francés en pleno Mundial de Sudáfrica en 2010.
 La joven, que hoy tiene 20 años, entonces contaba 17; y sostiene que mantuvo relaciones tarifadas con los jugadores Franck Ribéry y Karim Benzema. La semana pasada se anunció que el juez encargado del denominado caso Zahia rechazaba el sobreseimiento de ambos por falta de pruebas y decidía continuar adelante con su procesamiento por recurrir a los servicios de una menor.
Pero la interesada no acudirá al juicio. Zahia ha pasado a otra vida.
 En apenas dos años, se ha elevado como icono moderno, musa de fotógrafos fetiche y diseñadora de lencería apadrinada por el siempre extravagante Karl Lagerfeld. Una verdadera it-girl con una cuenta en Twitter que suma cerca de 38.000 seguidores.
Detrás de la transformación de esta joven nacida en 1992 en la localidad de Ghriss, en Argelia, que creció en la periferia parisiense con su madre y su hermano pequeño y caída en la prostitución en la adolescencia, se encuentra la mano experta de todo un estratega de la comunicación: Marc Francelet, exasesor de Jean-Paul Belmondo y de Johnny Hallyday, que la tomó bajo su protección cuando saltó el escándalo y oficia ahora de Pigmalión.
El primer paso fue negociar una entrevista con Paris Match, en mayo de 2010, que pasará a la posteridad por su titular: “Fui el regalo de cumpleaños de Ribéry”.
 Así arrancó una larga operación de promoción con entrevistas destiladas, preferentemente a grandes revistas de moda extranjeras, donde la imagen de la joven no está tan asociada al escándalo.
Copó así la portada de Vanity Fair en Italia, acompañada en la web de un clip coprotagonizado por Eric Roberts, hermano de Julia Roberts, o de la revista V en España, para la que posó ante el objetivo de Sebastian Faena caracterizada como una moderna Brigitte Bardot.
 Es “cándida como Marilyn, atrevida como Bardot y tiene las agallas de Madonna”, resume en la web el fotógrafo Alix Malka, autor de la sesión para Vanity Fair.
Al mismo tiempo, la rubia explosiva, que soñaba de pequeña con tener su propio salón de belleza, fue registrando marcas con su nombre –Pretty Zahia, Zahiadora, Zahiadise, A Dream by Zahia– para multitud de productos, desde la lencería hasta aceites de masaje, pasando por juguetes eróticos y hasta programas de tele.
En marzo de 2011 lanzó su web, muy estilizada y depurada, que sirve de fiel reflejo de su universo pastel y etéreo.
 Un portal consagrado a reforzar la imagen que quiere proyectar al mundo, donde sube fotos de Pierre et Gilles retratándola como “la nueva Eva” o imágenes sacadas del corto futurista en el que el realizador Greg Williams la convierte en una poderosa mujer robot que huye de su condición de objeto sexual.
Lagerfeld la consagró con su varita en febrero, fotografiando su colección de lencería, emparentándola con Coco Chanel y proclamando que encarna “una tradición de la galantería muy francesa”.
 Aunque el modisto no acudió a su presentación en la Semana de la Moda de París, en un palacio de Chaillot a rebosar. Ella misma salió de una enorme caja de muñeca Barbie luciendo un vestido transparente cubierto con pétalos y cristales que apenas esconden las partes más íntimas, y que la actriz Vanessa Paradis se ha atrevido a lucir en un reciente reportaje.
La aventura en la moda de Zahia está financiada por un misterioso fondo de inversión con sede en Hong Kong, el First Mark Investments, del que poco se sabe, salvo que ve en ella la encarnación “del made in France”, según explicó entonces al Journal du Dimanche la abogada del grupo Anne-Marie Pecoraro.

Las mujeres de Emily Dickinson Del blog Mujeres

Las mujeres de Emily Dickinson

Por: | 27 de agosto de 2012
ED-dag-case-720dpiDaguerrotipo de Emily Dickinson de Amherst College
Emily Dickinson es para algunos una escritora puritana, conservadora y retraída.
 Para otros (o quizás para otras) es explosiva, moderna y profunda. Unos la ven ingenuamente enamorada del reverendo Charles Wadsworth con quien tuvo escasos encuentros a lo largo de su vida.
 Otros la describen como una ferviente admiradora de su cuñada, Susan Hungtinton Dickinson, quien con el tiempo se dedicaría a ser una de las editoras de su trabajo.
Unos la ven como la autora de poemas bucólicos sobre la naturaleza y motivos de escasa profundidad.
 Otros creen que las flores, los atardeceres y el cielo eran solo metáforas que le valían para hablar de erotismo, filosofía y hacer una defensa de la paz en tiempos en que la mujer estaba, en el mejor de los casos, relegada a las labores del hogar.
Ana Mañeru, quien con María Milagros Rivera se ha dedicado a recopilar y traducir los poemas de la escritora y quien, también con Rivera, ha publicado Poemas 1- 600, está convencida que Dickinson era lo segundo.
 Que a través del tiempo y por motivos morales y económicos, se la ha interpretado de forma errónea, que se la ha censurado y que se ha construido en torno a ella un mito que no solo no le hace justicia, sino que la despoja de su verdadero valor.
Emily Dickinson nació en 1830 en Amherst, un pueblo de Massachusetts, Estados Unidos, en el seno de una familia acomodada y sobre todo instruida.
 Ella misma, tal como cuenta Mañeru, tuvo acceso a una buena educación, a diferencia de la falta de preparación que ocasionalmente se le achaca.
 Sabía de geología, de botánica, de filosofía. Tenía contacto con la comunidad literaria de la época y “estaba al día” gracias a su contacto con editores y periodistas.
Era progresista y no respondía a convenciones.
 Pero esa faceta de la autora es reciente y contraria a la que desde antiguo se ha tejido en torno a ella. Según Mañeru, el problema está en cómo se ha ido leyendo a la poeta. En cómo se ha manejado su obra —que no fue publicada hasta después de su muerte— y en cómo la censura y las traducciones equivocadas han incidido en la visión que se ha heredado de la estadounidense.
“La han empequeñecido mucho, la han querido llevar a una dimensión convencional y ella no se deja. Ella se adelantó muchísimo a su tiempo
. Generalmente le han editado tanto el significado, como la forma. La han llevado al canon”, asegura Mañeru.
En Poemas 1- 600, Mañeru explica que las traducciones que se han hecho de la escritora estadounidense habitualmente no respetan el género escogido por ella.
 Por eso para Mañeru es clave conocer la biografía de la autora, estudiar su cercanía con su cuñada, Susan Hungtinton Dickinson, revalorar la figura de su madre, poner en duda la relevancia de su padre, descartar su romance con el reverendo Wadsworth y minimizar la influencia de Thomas W. Higginson en su poesía.
Mañeru muestra a Dickinson como una filósofa, como una pacifista y como la portadora de una bandera de libertad femenina.
 Asegura que si alguien influyó en su vida fue Susan Hungtinton Dickinson, a quien conoció de joven y quien se encargó de amortajarla una vez muerta. Cuenta que Dickinson le expresa con vehemencia su amor a Hungtinton, a quien le dedicó más de 300 poemas, cosa que hasta hace unos años se intentó ocultar.
“Hay un amor absoluto y correspondido” dice Mañeru y añade que esa relación, que no calzaba con el esquema patriarcal de la época, fue ocultada y censurada.
“Se trató de una relación entre mujeres que desbordó el canon poético masculino del siglo XIX”, escribe Mañeru. Además, Hungtinton fue, como ninguna, la destinaria de la mayor cantidad de cartas de Dickinson. En ellas, la poeta se refiere a Susan en términos íntimos y cariñosos.
También lo hace en su poesía:
“Apilarse como el Trueno hacia su final
Luego desmigajarse grandiosa lejos
Mientras todo lo creado se escondió
Esto —sería Poesía—
O Amor —una y otro al tiempo llegan—
Nosotras ambas y ni una ni otra demostramos—
Experimentamos cualquiera de las dos y nos consumimos—
Pues nadie ve a Dios y vive—“.
La relación de Dickinson con Huntington solo aparece si las palabras escogidas por la poeta se traducen respetando el género femenino en el que fueron escritas, si se la lee teniendo en cuenta su vida. “A lo que hay que acudir es al contexto y la traducción se hace como una hipótesis”, plantea Mañeru.

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La casa de Emily Dickinson en Amherst
“Cuando empecé a leer sus poemas me pasaba que no la entendía. Interpretaba que ella estaba reprimida, cuando en realidad era la bandera de la libertad femenina”, cuenta la escritora.
Para eso empezó a investigar. A leer a Dickinson por capas, a descubrir su ironía sutil, su libertad, su genio y su dedicación.
Se encontró con una mujer más aguda, que utiliza formas asombrosas y que fuerza el significado de las palabras y lo estira. Descubrió más y más capas en sus poemas y filosofía en cada uno de ellos. Eso sin contar el hallazgo de sus verdaderas pasiones y afectos.
Mañeru, junto con María Milagros Rivera Garretas, ya ha publicado 600 de los 1789 poemas que se le atribuyen a la escritora. Piensa traducir otros 600 para 2013 y los siguientes 600 para 2014.
 Eso, siempre entendiendo a la autora desde la libertad femenina. “No como una oprimida, sino como una grande”, remata.