No es por maldad
Se han cargado las escandalosas memorias de Jesús Aguirre
Señoras y señores, hubiera podido ser una bomba de relojería.
Pero no. ¡Alguien la ha desactivado! Estoy hablando de las escandalosas memorias del duque de Alba, Jesús Aguirre, el segundo marido de Cayetana.
Se las han cargado, escondido, pasado por la trituradora de papel, lo que ustedes quieran.
¡Pero no salen, ni está previsto que se den a conocer! Simplemente, han desaparecido.
Jesús escribía un diario desde sus días juveniles en Lovaina.
Pero no. ¡Alguien la ha desactivado! Estoy hablando de las escandalosas memorias del duque de Alba, Jesús Aguirre, el segundo marido de Cayetana.
Se las han cargado, escondido, pasado por la trituradora de papel, lo que ustedes quieran.
¡Pero no salen, ni está previsto que se den a conocer! Simplemente, han desaparecido.
Jesús escribía un diario desde sus días juveniles en Lovaina.
Cada
noche, antes de dormir y con su último cigarrillo, llenaba una página
anotando los sucesos cotidianos.
A mí me lo enseñó y pasó las hojas
rápidamente con sus dedos manchados de nicotina –letra pequeña, rabos
largos– sin darme tiempo a leer.
“Ves, querida, esta noche
pondré que has venido a Las Dueñas y la impresión que me has causado”.
Me observaba con su mirada mefistofélica levemente amenazadora: “Aquí
están todos mis secretos, amigos y familia… Tengo decenas de cuadernos”.
Le pregunté si pensaba publicarlos, y me contestó provocativamente:
“¿Por qué no?”.
Le propuse hablar con mi editorial, pero al cabo de unos
días me pidió que, de momento, no hiciera gestiones.
Se lo
comenté a Vázquez Montalbán, íntimo suyo, y me contó que a veces ‘el
cura’, como lo llamaban los amigos, les telefoneaba de madrugada para
leerles una frase maliciosa que les atañía
. Cuando murió,
pregunté a Cayetana y me contestó con vaguedad: “Sí, hay muchos
cuadernos en su despacho… No sé si los voy a publicar. Lo consultaré con
Jacobo y con mis otros hijos…”.Y
añadió con voz quebradiza:
“Jesús era muy inteligente, y escribía muy bien”. He vuelto a indagar estos días y me han dicho que, de seguir existiendo, estas libretas explosivas estarían en manos de los herederos.
Pero serían demasiado fuertes para que salieran a la luz. ¡Lástima!
“Jesús era muy inteligente, y escribía muy bien”. He vuelto a indagar estos días y me han dicho que, de seguir existiendo, estas libretas explosivas estarían en manos de los herederos.
Pero serían demasiado fuertes para que salieran a la luz. ¡Lástima!