Un estudio de los 28 primeros genomas del virus descarta la existencia de un ‘paciente cero’ español.
Manuel Ansede
Cuatro páginas de periódico tienen el mismo número de letras que el código genético del nuevo coronavirus: 30.000.
En ese breve texto hay suficiente información como para poner de rodillas a la humanidad entera y obligar a miles de millones de personas a esconderse en sus casas.
Una vez que infecta una célula humana, por ejemplo de la garganta, el virus es capaz de hacer hasta 100.000 copias de sí mismo en apenas 24 horas.
En cada copia pueden surgir pequeños errores —de una letra por otra— que los nuevos virus van heredando igual que los monjes medievales repetían las erratas al copiar un libro manuscrito.
Y estudiando esas erratas víricas se puede reconstruir la historia de la pandemia.
Un
equipo de científicos del Instituto de Salud Carlos III, en Madrid, ha
analizado ahora los 28 primeros genomas del virus leídos en España.
El
rastro de las erratas no conduce a un único paciente cero, sino
que confirma “multitud de entradas” de personas infectadas desde otros
países durante el mes de febrero, según explica el bioinformático Francisco Díez,
primer firmante del estudio.
El 23 de febrero, el coordinador de
Emergencias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, afirmó: “En
España ni hay virus ni se está transmitiendo la enfermedad ni tenemos ningún caso actualmente”.
Pero parece que para entonces el virus ya campaba a sus anchas.
El
equipo de Díez ha estudiado los casi 1.600 genomas completos del virus
leídos por la comunidad científica internacional hasta finales de marzo.El análisis muestra que los 28 genomas españoles pertenecen a las tres grandes familias del virus identificadas en el resto de mundo y bautizadas S, G y V, con poca diversidad entre ellas.
“Todos los virus son muy parecidos, en principio, con pocas mutaciones de diferencia, lo que es una buena noticia, con todas las cautelas”, explica Díez, que ahora trabaja en el Hospital Clínic de Barcelona.
Las vacunas experimentales que se están investigando hoy están concebidas para la secuencia genética actual del virus.
Una alta tasa de mutación podría arruinar la eficacia de las primeras vacunas, que llegarán como pronto dentro de un año.
El nuevo análisis, publicado sin revisión externa en un repositorio abierto, sugiere que el ancestro común de los 1.600 virus estudiados se encontraba en la ciudad china de Wuhan alrededor del 24 de noviembre.
Trece de los genomas españoles pertenecen a la familia S, y 11 de ellos están vinculados a un caso anterior detectado el 1 de febrero en Shanghái. Los tres primeros S identificados en España son de muestras tomadas los días 26 y 27 de febrero en Valencia.
Una semana antes, 2.500 aficionados valencianistas habían viajado a Milán para ver el partido de fútbol Atalanta-Valencia, calificado como “una bomba biológica” por el alcalde de Bérgamo, Giorgio Gori.
Sin embargo, el análisis genético sugiere que los coronavirus de la familia S ya circulaban por España incluso antes, alrededor del 14 de febrero.
Otra agrupación de media docena de casos de Madrid apunta a que la familia G ya circulaba por la capital en torno al 18 de febrero.
El estudio permite comprobar la diseminación invisible y explosiva del virus.
El caso de Shanghái del 1 de febrero está aparentemente emparentado con otras dos muestras tomadas en Francia el 25 y 26 de febrero, otra de Madrid del 2 de marzo, otra de Chile del 3 de marzo, otra de EE UU del 4 de marzo, otra de Georgia del 8 de marzo y otra de Brasil del 16 de marzo.
Las probables rutas de transmisión se van complicando hasta formar una madeja en el mapamundi. Díez cree que esta rama concreta del virus saltó desde España a otros seis países.
El estudio permite comprobar la diseminación invisible y explosiva del virus. El caso de Shanghái del 1 de febrero está aparentemente emparentado con otras dos muestras tomadas en Francia el 25 y 26 de febrero, otra de Madrid del 2 de marzo, otra de Chile del 3 de marzo, otra de EE UU del 4 de marzo, otra de Georgia del 8 de marzo y otra de Brasil del 16 de marzo.
Las probables rutas de transmisión se van complicando hasta formar una madeja en el mapamundi.
Díez cree que esta rama concreta del virus saltó desde España a otros seis países.
“En España no ha habido un paciente cero. No hay un paciente cero cuando una epidemia está ya tan diseminada”, recalca el virólogo José Alcamí, supervisor del trabajo junto a su colega Inmaculada Casas.
El equipo del genetista Fernando González Candelas, de la fundación valenciana Fisabio, secuenció los tres primeros genomas españoles
del virus el 17 de marzo.
Su grupo ya ha leído más de un centenar.
“Por
la información que tenemos hoy, creemos que hubo al menos 15 entradas
diferentes en España.
Es algo parecido a lo que ha sucedido en otros
países, como EE UU e Islandia, donde también se han identificado múltiples entradas del virus”, señala González. “El paciente cero no existe”, zanja.
González
subraya las limitaciones de estos estudios genéticos, basados en los
genomas completos del virus publicados por la comunidad científica en el repositorio abierto Gisaid.
Ya hay unos 11.000 genomas completos de medio mundo, 150 de ellos de
España, pero faltan piezas esenciales. “De Italia no hay secuencias
relevantes para poder sacar conclusiones”, lamenta González.
Al faltar
estos genomas, quedan invisibilizadas posibles rutas de transmisión
desde Italia al resto del mundo.
Además, la fotografía siempre es
incompleta: hay 2,4 millones de casos confirmados en el planeta, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud.